Los 59 poemas de amor más bonitos para dedicar a tu pareja

Para leer en una boda, regalar enmarcado por vuestro aniversario o simplemente recitárselo porque sí, porque el amor hay que demostrarlo a diario

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Qué bonito es el amor cuando es como tiene que ser: sano y correspondido. Y, aunque se trate de un sentimiento muy abstracto; íntimo y personal, a veces tenemos la necesidad de explicarlo en palabras. No es fácil y hay que aceptar que, probablemente, desde fuera sonará cursi pero no por ello debemos dejar de hacerlo. Ya sea en una ocasión especial como una boda, un aniversario o un cumpleaños, como para regalar con un ramo de flores un día cualquiera porque sí. Así que, por si tú no logras encontrar las palabras exactas, aquí hemos reunido las de algunos de los grandes maestros de la literatura para que lo digan ellos por ti.

Índice de Contenidos (59)

'Esto es amor', de Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

'Aunque tú no lo sepas', de Luis García Montero

Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando

esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.

Así he vivido yo,
como la luz del sueño,
que no recuerdas cuando te despiertas.

'Amor feliz', de Wislawa Szymborska

Amor feliz. ¿Es normal,
es serio, es útil?
¿Qué provecho tiene el mundo de dos personas
que no ven el mundo?

Encumbrados mutuamente sin mérito alguno,
al azar, dos entre un millón, mas convencidos
que así tenía que ser −¿premio de qué?
De nada.
La luz surge de ninguna parte,
¿Por qué cae sobre estos y no sobre otros?
¿Ofende eso a la justicia? Pues sí.
¿Infringe las normas establecidas con esmero?
¿Derriba la moral? La daña y la derriba.

Mírenles qué felices:
¡Si disimularan al menos un poquito,
si fingieran desaliento dando ánimos a los amigos!
Escuchen cómo se ríen –es insultante.
Qué lenguaje usan –aparentemente claro.
Y esas ceremonias, y esos protocolos,
sus obligaciones rebuscadas de uno para con el otro –
¡parece un complot a espaldas de la humanidad!

Hasta resulta difícil prever qué ocurriría
si su ejemplo llega a propagarse.

Con qué podrían contar las religiones y la poesía,
de qué se acordarían, qué olvidarían
aquellos que quisieran pertenecer al círculo.

Un amor feliz. ¿Acaso es necesario?
El tacto y el sentido común aconsejan no hablar de eso
como si de un escándalo en las altas esferas de la Vida se tratase.
Magníficos bebés nacen sin su ayuda.
Jamás podría poblar la tierra,
ocurre muy pocas veces.

Que aquellos que no conocen un amor feliz
afirmen que no existe un amor feliz, en absoluto.

Con esa creencia les será más fácil vivir, y morir.

'Hagamos un trato', de Mario Benedetti

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

'Poema de amor', de Safo

Igual parece a los eternos Dioses.
Quien logra verse frente a Ti sentado:
¡Feliz si Goza tu Palabra Suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el Corazón se oprime.
Sólo en mirarte: ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir; y rota
Calla la lengua
Fuego Sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre: los inciertos ojos
Vagan sin Rumbo, los oídos hacen
Ronco Zumbido
Cúbrome toda de Sudor helado:
Pálida quedo cual marchita hierba
y ya sin Fuerzas, sin Aliento, Inerte
Parezco muerta.

'Poema 15', de Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

'Amor eterno', de Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

'Si me llamaras, sí…', de Pedro Salinas

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
—¡si me llamaras, sí, si me llamaras!—
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas".

'Amo, amas', de Rubén Darío

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo obscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la intensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

'Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos', de Miguel Hernández

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos…

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

'Soneto XVII', Pablo Neruda

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

'Contigo', de Luis Cernuda

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tu.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

'Si me quieres, quiéreme entera', de Dulce María Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda… o no me quieras!

'Una canción de amor', William Carlos Williams

¿Qué tengo yo para decirte
cuando nos encontremos?
Y, sin embargo,
estoy acá acostado y pienso en vos.

La mancha del amor
se cierne sobre el mundo.
Amarilla, amarilla y amarilla,
va comiendo las hojas
y mancha de azafrán
las ramas puntiagudas que se inclinan
pesadamente
contra un terso cielo púrpura.

No hay luz,
sólo una mancha espesa como miel
que va goteando de una hoja a otra
y de una rama a otra
y arruina los colores
del mundo entero.

Estoy solo,
y el peso del amor
me ha alentado hasta hacer
que mi cabeza pegue contra el cielo.

¡Mirame!
Chorrea néctar de mi pelo;
los estorninos lo transportan
en sus alas negras.
Mírame, finalmente
mis brazos y mis manos
están ociosos.

¿Cómo puedo saber
si alguna vez voy a volver a amarte
como te amo ahora?

'Agua mujer' de Juan Ramón Jiménez

¿Qué me copiaste en ti,
que cuando falta en mí
la imagen de la cima,
corro a mirarme en ti?

'Dame la mano', Gabriela Mistral

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina, y nada más...

'El poeta pide a su amor que le escriba', Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Canción del esposo soldado, Miguel Hernández

He poblado tu vientre de amor y sementera
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al mas leve tropiezo
y a reforzar tus penas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una loca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garra.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y de brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

'Te ofrezco', Paul Verlaine

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
Las auras matinales cubrieron de rocío;
Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
El fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
Sonora con el ritmo de tus últimos besos.

'Hallan en el amor la causa de todos sus bienes', Quevedo

Después que te conocí,
Todas las cosas me sobran:
El Sol para tener día,
Abril para tener rosas.
Por mi bien pueden tomar
Otro oficio las Auroras,
Que yo conozco una luz
Que sabe amanecer sombras.
Bien puede buscar la noche
Quien sus Estrellas conozca,
Que para mi Astrología
Ya son oscuras y pocas.
Gaste el Oriente sus minas
Con quien avaro las rompa,
Que yo enriquezco la vista
Con más oro a menos costa.

'Amor', de Salvador Novo

Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.
Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.
Amar es percibir, cuando te ausentas,
tu perfume en el aire que respiro,
y contemplar la estrella en que te alejas
cuando cierro la puerta de la noche.

'Cúbreme, amor', de Rafael Alberti

Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.

Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.

¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,

para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!

'Ofrenda', de Rilke

¡Oh, cómo florece mi cuerpo, desde cada vena,
con más aroma, desde que te reconozco!
Mira, ando más esbelto y más derecho,
y tú tan sólo esperas… ¿pero quién eres tú?

Mira; yo siento cómo distancio,
cómo pierdo lo antiguo, hoja tras hoja.
Sólo tu sonrisa permanece como muchas estrellas
sobre ti, y pronto también sobre mí.

A todo aquello que a través de mi infancia
sin nombre aún refulge, como el agua,
le voy a dar tu nombre en el altar
que está encendido de tu pelo
y rodeado, leve, con tus pechos.

'Yo no quiero morirme sin saber de tu boca', Elsa López

Yo no quiero morirme sin saber de tu boca.
Yo no quiero morirme con el alma perpleja
sabiéndote distinto, perdido en otras playas.

Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.

Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo,
la piel que me recubre, el temblor que me invade.

Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.

'Cuando llegues a amar', Rubén Darío

Cuando llegues a amar, si no has amado,
sabrás que en este mundo
es el dolor más grande y más profundo
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa
que es reír y llorar a un tiempo mismo.

Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.

'Intimidad', de Saramago

En el corazón de la mina más secreta,
En el interior del fruto más distante,
En la vibración de la nota más discreta,
En la caracola espiral y resonante,
En la capa más densa de pintura,
En la vena que en el cuerpo más nos sonde,
En la palabra que diga más blandura,
En la raíz que más baje, más esconda,
En el silencio más hondo de esta pausa,
Donde la vida se hizo eternidad,
Busco tu mano y descifro la causa
De querer y no creer, final, intimidad.

'Si alguien llama a tu puerta', Gabriel García Márquez

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

Canción del demasiado amor, Vinicius de Morais

Quiero llorar porque te amé demasiado,
quiero morir porque me diste la vida,
ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz?
Será que todo lo que hay en mí
sólo quiere decir saudade...
Y ya ni sé lo que va a ser de mí,
todo me dice que amar será mi fin...
Qué desespero trae el amor,
yo que no sabía lo que era el amor,
ahora lo sé porque no soy feliz.

Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan, Unamuno

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.

Quien alumbra, de Alejandra Pizarnik

Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Sólo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante.

'Como si cada beso', Fernando Pessoa

Como si cada beso
Fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
En el hombro la mano que llama
A la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
Ata lo que fuimos mutuamente
Y la ajena suma universal de la vida.

'Soñé que tú me llevabas', Antonio Machado

Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!…
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

'Aquellas palabras', Santa Teresa de Jesús

Ya toda me entregué y di
y de tal suerte he trocado,
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.

Cuando el dulce cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída.

Y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedo hecha
una con su Criador,

ya no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
y mi amado es para mi,
y yo soy para mi amado.

'La voz a ti debida', Pedro Salinas

Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

'Amor empieza por desasosiego', Sor Juana de la Cruz

Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

'Amor constante más allá de la muerte', Quevedo

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Bendito sea el año..., Petrarca

Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenose al alma mía.

Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.

Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.

Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.

'Querría no dessearos', Juan de la Encina

Querría no dessearos
y dessear no quereros,
mas, si me aparto de veros,
tanto me pena dexaros
que me olvido de olvidaros.

Si os demando galardón
en pago de mis servicios,
daysme vos por beneficios
pena, dolor y passión,
por más desconsolación.

Y no puedo desamaros
aunque me aparto de veros,
que si pienso en no quereros
tanto me pena dexaros
que me olvido de olvidaros.

'Reminiscencia inmortal', Friedrich Schiller

Dime amiga, la causa de este ardiente,
puro, inmortal anhelo que hay en mí:
suspenderme a tu labio eternamente,
y abismarme en tu ser, y el grato ambiente
de tu alma inmaculada recibir.

En tiempo que pasó, tiempo distinto,
¿no era de un solo ser nuestro existir?
¿acaso el foco de un planeta extinto
dio nido a nuestro amor en su recinto
en días que vimos para siempre huir?

¿...Tú también como yo? Sí, tú has sentido
en el pecho el dulcísimo latido
con que anuncia su fuego la pasión:
amémonos los dos, y pronto el vuelo
alzaremos felices a ese cielo
en que otra vez seremos como Dios.

Acuérdate de mí, Lord Byron

Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.

Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede aniquilar.

¡Acuérdate de mí!… Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.

Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.

'Te adoro igual que a la bóveda nocturna', Baudelaire

Te adoro igual que a la bóveda nocturna,
¡oh vaso de tristeza, gran taciturna!
Y te amo tanto más, bella, cuanto más me huyes;
y cuanto más me pareces encanto de mis noches,
irónicamente aumentar la distancia
que separa mis brazos de la inmensidad azul.
Avanzo en los ataques y trepo en los asaltos
como junto a un cadáver un coro de gusanos,
y amo tiernamente, bestia implacable y cruel,
incluso tu frialdad, que aumenta tu belleza.

Poema 84, Emily Dickinson

Su pecho es propicio para perlas,
Pero yo no soy un Buceador—
Su frente es propicia para tronos
Pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—
Yo—un Gorrión—construyo ahí—
Con la dulzura de las ramas
Mi perenne nido.

'Los versos que te hice', Florbela Espanca

¡Déjame decirte lindos versos raros
Que en mi boca tengo para así decirte!
Están esculpidos en mármol de Paros
Por mí cincelados para a ti servirte.

Son por su dulzura terciopelos caros,
Son como las sedas pálidas a arderte...
¡Déjame decirte lindos versos raros
Que fueron creados para enloquecerte!

Mas no te los digo, mi Amor, todavía...
¡Que siempre una boca de mujer es linda
Cuando dentro guarda versos que no dice!

¡Te deseo tanto! Nunca te besé...
Y en el beso, amor, que no te entregué
Guardo los más lindos versos que te hice!

'Soneto de la dulce queja', Federico García Lorca

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

'De qué callada manera', Nicolás Guillén

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera !
¡Yo, muriendo!

Y de qué modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
¡No soy tanto!

En cambio, ¡Qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!

'En la tierra veloz', Eugenio Montejo

Sólo quise estar vivo para amarte
en la tierra veloz. Aquí, a tu lado,
siguiendo el vuelo de esta esfera que gira
detrás de un sol demasiado remoto.
Sea lo que alcance el tiempo que nos dieron
los dioses o el azar, sea lo que quede
de lumbre en nuestra lámpara indecisa,
mi deseo está aquí, no en otro mundo,
junto a tus manos, tus ojos y tu risa,
junto a los árboles y el viento
que acompañan tu paso por el mundo.
Sea quienquiera que apure las estrellas
y nos haga nacer o desnacer,
sea quienquiera que junte nuestros cuerpos,
aunque no dure nada este relámpago
y la tierra veloz nos borre el sueño.

Nosotros no nos encontrábamos..., Olga Tokarczuk

Nosotros no nos encontrábamos
no nos buscábamos en los huertos con una manzana
entre los murmullos de la seda en naves de las iglesias

Siempre estuvimos uno dentro del otro
en el cuerpo de dios de doble cara
en las pinturas medievales de los sótanos de los museos
y en las fotos de nuestros padres
inocentes como papel

Nosotros -maestros de cruzarnos-
solo permanecimos uno frente al otro
y en espejos de la piel nos reflejamos enteros
el mundo se alejó en silencio y con el dedo en los labios
los bosques echaron raíces en el suelo
las ciudades guiadas por el olfato encontraron lugares
donde los hombres las construían infinitamente
los ríos entraron en los mares como los trenes en las estaciones
los montes inasibles cuajaron en las cuevas

Si yo soy un monte
tú eres una cueva dentro de mí
lugar en el monte donde no hay monte
lugar dentro de mí donde no estoy.

'Desvelada', de Gabriela Mistral

Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
"¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!"

Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: "¿No te has ido?".

'Quien alumbra', de Alejandra Pizarnik

Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Solo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante.

'Sobre ser independientes', de Rupi Kaur

No quiero tenerte
para llenar las partes vacías que hay en mí,
quiero estar llena por mí misma.
Quiero estar tan completa
que pueda iluminar una ciudad entera
y luego quiero tenerte
porque nosotros dos
combinados
podemos prenderle fuego.

'Corazón Coraza', Mario Benedetti

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

'Más allá del amor', Octavio Paz

Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.

'Me basta así', Ángel González

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando luego callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

'Enredaderas', Juan Ramón Jiménez

Eres como la flor de la rama más alta del cielo.
Tu olor viene ¡qué fino!, de tan lejos
como te subo yo, por la raíz más honda de la tierra, mi beso.

'Si has de amarme', Elizabeth Barrett Browning

Si has de amarme que sea solo
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, la melodía
de mi voz o por mi dulce carácter

que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.

No me quieras tampoco por las lágrimas
que piadosamente limpias de mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar

gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que habite en los cielos, eternamente.

'Cuando por fin se encuentran dos almas', Victor Hugo

Cuando por fin se encuentran dos almas,
que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío.

Cuando advierten que son parejas,
que se comprenden y corresponden.

En una palabra, que son semejantes,
urge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas,
una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo.

Esa unión es amor,
amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir,
amor que es una religión,
que deifica al ser amado cuya vida emana
del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios
más grandes son los gozos más dulces.

'El amor', Martin Gray

El amor jamás es acoso, es alegría, libertad, fuerza.
Y es el amor el que mata la angustia.
Allí donde falta el amor, nace el miedo y el aburrimiento.
El amor es arrebato, el amor es entusiasmo, el amor es riesgo.
No aman y no son amados, aquellos que quieren ocultar ó esconder sus sentimientos.
El amor es generosidad, el amor es entrega, el amor es intercambio.
Quien da mucho, recibe mucho a fin de cuentas.
Porque nosotros poseemos aquello que damos.
Amar no es dañar al otro, dominarlo, sino acompañarlo en su camino y ayudarlo.
Saber aceptar al otro tal como es
Alegrarse de la felicidad que logre.

Amarlo en su totalidad, porque él es lealtad y belleza, defectos y cualidades.
He aquí las condiciones del amor.
Porque el amor existe en virtud de la indulgencia, del perdón y del respeto al otro.

'Los novios', Octavio Paz

Tendidos en la yerba
una muchacha y un muchacho.
Comen naranjas, cambian besos
como las olas cambian sus espumas.

Tendidos en la playa
una muchacha y un muchacho.
Comen limones, cambian besos
como las nubes cambian espumas.

Tendidos bajo tierra
una muchacha y un muchacho.
No dicen nada, no se besan,
cambian silencio por silencio.

'Te vi', Gloria Fuertes

Te vi,
se rompieron nuestras soledades,
se alborotó el instinto,
se llenaron de luz las lámparas fundidas.
Se murieron del susto, nuestros primeros padres,
y tu pena y mi pena,
se suicidaron juntas
la tarde,
de nuestro encuentro.

Foto de portada | Orgullo y prejuicio (2005)

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