Uno de los clásico en los desfiles de Alta Costura son los vestidos de novia que suelen cerrar prácticamente todas las colecciones. Y es que los diseñadores, conscientes del filón del mundo novias, no quieren dejar de colar entre sus inalcanzables creaciones diseños enfocados a un día en el que tirar la casa por la ventana, es casi norma.
Elie Saab parece que en lugar de limitarse a poner un broche final nupcial, lo que ha hecho ha sido basar la totalidad de su colección en looks blancos y todos y cada uno de sus vestidos podrían ser perfectamente válidos para pasar por el altar.
¿No me digáis que no? No se me ocurre mejor manera de reciclar un vestido de novia que convertirlo en uno de noche, o viceversa.
Aunque el diseñador tenía preparado el vestido oficial para el final, con velo incluído, para no dar lugar a dudas.
Jean Paul Gaultier suele ser uno de los más originales del género boda y sino atentos a su particular visión de la novia ideal.
Christian Lacroix no se queda corto y sus novias en lugar de pasar por el altar parece que van a ser colocadas encima de él en forma de retablos barrocos o vírgenes napoleónicas...recargado pero cien por cien él.
Karl Lagerfeld convierte a Lara Stone en una novia voluminosa y con volantes en cascada a modo de faldón (y el modelo Bapstista Giacobini, monísimo dónde los haya, ya os lo digo, aunque un poco macarrilla y que acudía con su madre al desfile, en plan Cristiano Ronaldo, ejercía de flamante esposo). Muy Chanel.
Riccardo Tisci se pone medieval, y las novias Givenchy llevan unas preciosas tiara con incrustaciones a conjunto con los bordados en las pecheras de sus drapeados vestidos.
Mientras Christian Dior apuesta por el bustier y el tul a raudales como el mejor aliado de la mujer el día se du boda.
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