Moda en sombrerería para el próximo otoño 2010

Detalles y complementos realizados a mano para un otoño 2010 perfecto. Os presento la nueva colección de La Sombrerería, una boutique de las de antes, donde la confección artesanal y el trabajo bajo pedido es una constante.

La Sombrerería Albiñana fue fundada por un artesano sombrerero afincado en Oviedo a principios del siglo XX. La primera boutique estaba en la calle Melquíades Álvarez, en el centro de la ciudad. En los años '60 cambia de manos, Mariano Bobes asume la gerencia del negocio en compañía de su cuñado Adolfo Fernández. Una década después entra Adolfo se jubila y se incorpora al negocio Elena Cuesta que dirigirá junto al señor Bobes la Sombrerería Albiñana.

Tras casi un siglo en el mismo local, trabajando con las mejores lanas y diseños, ellos mismos publicarán en la prensa local una carta de despedida de su mítico enclave:

"Albiñana cerrará sus puertas porque, según parece, el edificio que la alberga va a ser rehabilitado para convertir sus altos techos y sus salas espaciosas en un lugar anodino y común con cocinas pigmeas y paredes de gotelé".

Una muestra del estilo y clase de sus responsables. Trasladados de número aunque en la misma calle, con sus clientes y amigos, resumidos en este párrafo:

"...llevándose también a todos sus transeúntes despistados, a sus clientes de toda la vida, a sus famosos de paso y de paseo, a sus gentes de familia bien, a sus coleccionistas de rarezas, a sus raros de colección, a sus madres de familia, a sus maridos de última hora, a sus militares de graduación, a sus mutilados de guerra y a sus turistas sorprendidos por una tormenta de verano (que son, como se sabe, como las tormentas en un vaso de agua: escandalosas pero sin consecuencias)…”

Boinas, sombreros, paraguas, viseras, bastones, cinturones, sombreros de mujer... todo un mundo artesanal que acaba de presentar su última colección de sombreros: lanas azules, tornasoladas, colores cálidos, donde los estampados más grandes parecen tomar protagonismo.

No me digáis que un lector embelezzio no debería tener estos detalles en consideración, a juego con su estilo.