Joel Calata
EditorEn un mundo donde ahora la estética se valora más que nunca, en los hombres la industria de la restauración capilar es uno de los que más ha crecido: la vanidad de muchos y las pocas ganas de abrazar la calvicie ha hecho que la promesa de recuperar el cabello, y con ello la autoestima, de pie al inicio de tratamientos largos y extenuantes, sin embargo, hay voces que invitan a frenar un segundo y valorar bien todo lo que una elección de este tipo conlleva.
El testimonio más reciente sobre esta práctica es del argentino-español Borja Álvarez Palomo, más conocido por su proyecto SinPeloPantene, quien tras su propia experiencia con un trasplante capilar, afirma con claridad: "Si yo pudiera volver atrás hoy quizá no me lo haría", una advertencia cargada de sinceridad que queda reforzada por los crecientes informes de complicaciones y efectos secundarios que, más allá de lo estético, afectan a la salud física y mental.
Borja relata que en febrero de 2020 se sometió a un trasplante capilar, y que aquella experiencia supuso "una de las más duras de mi vida". Fue la zona donante la que quedó "destrozada", dice él, y aquello le llevó a estudiar el mundo del injerto y los tratamientos capilares desde dentro. Hoy no es médico, pero lleva años informándose, analizando clínicas, evaluando qué tratamientos tienen respaldo científico y cuáles son promesas vacías.
Desde esta perspectiva advierte principalmente tres cosas: que no todo trasplante tiene un resultado natural o definitivo, que el éxito depende de muchos factores (incluido el cuidado post-operatorio) y que, sobre todo, la decisión debe tomarse con conocimiento de causa.
@sinpelopantene No te hagas un trasplante capilar sin saber esto. #alopecia#hairtransformation #finasteride
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Una parte esencial de este llamado a la prudencia es entender que los tratamientos para la caída del pelo no están exentos de riesgo. Por ejemplo, el fármaco Finasterida, comúnmente usado para la alopecia androgénica, ha sido objeto de revisión por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y de entidades europeas por su posible vinculación con ideación suicida, depresión y disfunción sexual.
Incluso, en febrero de 2025 hubo un caso donde se documentó el deceso de un hombre de 46 años que se suicidó y mencionó el fármaco para la caída del pelo como causa de su depresión: "Tomé una medicación para el pelo y me provocó una depresión. He intentado todo para curarme y no lo consigo. Síndrome postfinasterida se llama, nunca lo tomes. Ahora vivo un infierno constante en mi mente", fueron las palabras en una carta póstuma que el hombre envió a su amigo antes de lanzarse al vacío.
Sin embargo, éste no fue un caso aislado, un estudio señala que entre usuarios jóvenes de finasterida para la alopecia se observó un índice de notificación de eventos adversos psicológicos, incluida la ideación suicida, significativamente mayor que el promedio.
Más allá de lo técnico y lo farmacológico, hay un componente emocional que a menudo se subestima. La expectativa de verse mejor, de sentirse bien tras el tratamiento, puede chocar con una realidad más compleja: cicatrices visibles, parches de pelo que no crecen como se esperaba, caída posterior en otras zonas, o el sobrentendido de que "ya está hecho y ya está resuelto".
En resumen, el mensaje de este experto de los trasplantes capilares no es que los hombres huyan de todas las intervenciones o fármacos. No. Es que se actúe con reflexión, sin dejarnos llevar por el marketing de un antes y después perfecto, sin asumir que todo va a ir bien de forma automática, porque detrás de un trasplante o un tratamiento aparentemente sencillo, hay un proceso serio y una decisión que merece tiempo.
Fotos de @sinpelopantene
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