Edith Garrud fue una mujer que enseñó a otras a defenderse usando el jiu-jitsu. Hasta aquí, la historia no tiene nada de especial, pero si te digo que ocurrió desde 1906, que ella aprendió del primer entrenador de jiu-jitsu de Europa en 1899 y que a quien enseñó a defenderse fue a sus hermanas sufragistas mientras todas iban vestidas con los ropajes de una dama eduardiana, el cariz de la historia cambia y la hace extraordinaria.
El movimiento feminista con el que comenzó esta historia. El movimiento sufragista comenzó cuando la petición de Mary Smith, de Standford, se discutió en el parlamento británico el viernes 3 de agosto de 1832. Ella aseguraba que pagaba los mismos impuestos que los hombres y estaba sujeta a las mismas leyes, así que también debería tener el mismo derecho a elaborarlas eligiendo a sus representantes. Reclamaba el derecho a voto que a las mujeres se le negaba. No obtuvo el apoyo necesario, pero fue un primer paso en el movimiento feminista que reclamaba el sufragio universal.
30 años después el movimiento ganó fuerza y los ideales feministas ganaron adeptos. Las asociaciones que defendían el voto femenino aumentaron en Inglaterra, pero no fue hasta 1903 cuando se fundó en Manchester la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU en inglés), la principal organización militante que hizo campaña por el sufragio femenino en Reino Unido. Eran las mujeres a las que conoceríamos después como las sufragistas. Y ellas fueron las que se vieron forzadas a aprender artes marciales para que su lucha feminista no terminase. Concretamente jiu-jitsu, un arte marcial de lucha sin armas, basado en la autodefensa y creado para que el más pequeño, pueda ganar al más grande.
El viernes que lo cambió todo. Antes de llegar a la Primera Guerra Mundial, la lucha por el sufragio femenino era cada vez más violenta. Las mujeres eran arrestadas durante las manifestaciones y protestas y cuando se declararon en huelga de hambre, fueron alimentadas a la fuerza. Fueron muchas las que se quejaron de haber sido maltratadas durante las marchas y entonces, el 18 de noviembre de 1910 llegó el "Viernes Negro". Trescientas mujeres se dirigieron al Parlamento para pedir que la mujer pudiera votar y la Policía Metropolitana las frenó con una violencia inusitada. Muchas sufrieron heridas graves. Dos murieron. Más de 100 fueron arrestadas y demasiadas afirmaron haber sido manoseadas por la policía y los transeúntes. Si querían seguir con la lucha debían hacer algo para evitar que la situación se repitiera. Debían demostrar que no eran el sexo débil.

Suffrajitsu para proteger el movimiento feminista y a las sufragistas. Garrud dirigía una escuela de artes marciales en Londres junto a su marido. Desde el año 1906 algunas sufragistas empezaron a acudir a las clases de la escuela de Garrud. Con el tiempo, y como explica Tony Wolf en su trilogía de novelas gráficas ‘Suffrajitsu’, se convirtió en la instructora oficial de jiu-jitsu de la WSPU. Las sufragistas necesitaban más que nunca y después de ese Viernes Negro las técnicas de defensa personal necesarias para resistir la brutalidad policial y los ataques de los transeúntes.
En un discurso de 1913, Sylvia Pankhurst, hija de Emmeline Pankhurst, aseguró que la policía sabía jiu-jitsu y pidió a todas las sufragistas que aprendieran porque “las mujeres deberían practicarlo tan bien como los hombres”. Mientras seguían manifestándose por su derecho a voto, algunas sufragistas aprendían en secreto jiu-jitsu y nadie se esperaba de una mujer que supiera hacer una llave a un hombre usando el peso de este a su favor. La prensa británica de la época empezó a denominarlo “Suffrajitsu”, un juego de palabras entre suffragette y jiu-jitsu.

Las Amazonas de Londres. La Sra. Pankhurst salió de la cárcel después de que el gobierno de Herbert Henry Asquith creara el acta del gato y el ratón para contener a las sufragistas. Consistía en que liberaban a las prisioneras en huelga de hambre y en cuanto se recuperaban, eran encarceladas de nuevo. La WSPU consideró que el papel de Pankhurst como figura principal de la organización, era demasiado importante y había que protegerlo de esta ley. Necesitaban que siguiera arengando y motivando a las masas, así que Garrud formó a un grupo llamado Las Guardaespaldas. La prensa terminó por llamarlas “Amazonas” como aparece en la novela gráfica ‘Jiujitsufragistas, las Amazonas de Londres’. El grupo estaba formado por 30 mujeres cuya misión era proteger a la líder sufragista y hacer algunas tareas peligrosas. Bajo sus vestidos, tenían garrotes y sabían jiu-jitsu.

A principios de 1914, Pankhurst tenía que dar una conferencia en Glasgow. Una multitud esperaba verla en St Andrew's Hall, pero la policía la había rodeado para detenerla. Empezó a hablar y solo un minuto más tarde la policía interrumpió el acto, solo que esta vez, las Amazonas acompañaban a la líder. 30 sufragistas se pelearon en el escenario con 50 policías y la ayuda del jiu-jitsu en la que se conoció como la "Batalla de Glasgow" mientras 4.000 personas miraban. Desde luego tuvo que ser épico.

El estallido de la Primera Guerra Mundial interrumpió la actividad de la WSPU. En 1918, cuando acabó la guerra, se promulgó la Ley de Representación del Pueblo y más de ocho millones de mujeres en el Reino Unido obtuvieron el derecho al voto, aunque no fue hasta 1928 cuando obtendrían el mismo derecho al voto que los hombres. Con el paso del tiempo, las Amazonas y Edith Garrud cayeron en el olvido. Tanto que ni siquiera se la nombra en películas como ‘Las sufragistas’. Es hora de darle la importancia que merece.
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Fotos | Archivo fotográfico del New York Times, Archivos de The Daily Mirror, La sufragista de Sylvia Pankhurst, Biblioteca de imágenes Mary Evans, Creative Commons, Biblioteca de la LSE en Flickr
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