Hablar de celebrities metidas a diseñadoras hoy en día, parece ser sinónimo exclusivo de los grandes éxitos cosechados por las hermanas Mary-Kate y Ashley Olsen o la ex spice Victoria Beckham. Al frente de The Row y Victoria Beckham respectivamente, estos ejemplos son los primeros que de forma natural surgen en nuestra mente, pero no son las únicas celebs que han intentado hacerse un hueco en el mundo de la moda. Y no, no todo vale.
Ser famosa, tener una personal shopper 24/7, un gigantesco armario repleto de las últimas tendencias, una estilista con la que preparas todos los eventos y apariciones sobre la alfombra roja, y por supuesto, una cuenta lo suficientemente abultada como para soportar todos estos gastos no es ni mucho menos, suficiente para lograr ser una diseñadora de renombre.
Son muchas los integrantes del star system que han confundido, con resultados estrepitosos, tener estilo o gusto a la hora de vestir, con ser capaces de plasmar en un papel ideas innovadoras que calen hondo en el público.
Nadie apostaba por ellas cuando decidieron adentrarse en el mundo del diseño de moda, pero las gemelas más famosas de la pequeña pantalla han logrado hacer de The Row una marca de referencia. Algo similar a lo que ocurrió con Victoria Beckham, quien tras fracasar con su línea de vaqueros, cambió de estrategia y lanzó su firma homónima.
No obstante, por cada éxito al estilo Olsen el recuerdo de un fracaso como el de Lindsay Lohan o Kanye West se cierne sobre nosotros. ¿Es suficiente ser famoso para ser un buen diseñador?, está claro que no, aunque haya quien continúe intentándolo una y otra vez, como estas dos últimas celebs, que han buscado en la firma Lavish Alice – Lindsay Lohan colaborará con esta enseña británica en una colección cápsula –, y en el lanzamiento junto a Adidas de las Yeezy sneakers, sus vías para seguir unidos al diseño de moda.
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