Hollywood se viste de gala, pero en ocasiones resulta una tortura. Que se lo digan a Antonio Banderas, que aún recuerda con ironía lo que sufrió en su primera visita a los Oscar en 1992. El actor malagueño confesó entre risas en el programa mexicano Mojoe el desliz que convirtió lo que debía ser una noche inolvidable en una pesadilla inolvidable: "Sé que cometí un error enorme. Y estúpido".
Tenía 32 años, una carrera en ascenso y una cita en la gala más mediática del planeta. "¿Sabes lo que me pasó la primera vez que fui a los Oscar? Me compré unos zapatos nuevos", explicó con ese humor andaluz que le caracteriza. "A los 20 minutos que empezó la ceremonia, yo ya no podía más. Y todavía me faltaba mucho para entrar". Porque, efectivamente, aquella noche no fue como mero espectador: subía al escenario junto a Sharon Stone para entregar uno de los premios técnicos. Un mal momento para estar deseando amputarse los dedos de los pies.
Su entonces mujer, la actriz Ana Leza, le ofreció la solución más sensata: "Me dijo: 'Quítate los zapatos'. Pero pensé: como me los quite, no me los voy a poder volver a poner. Es imposible". Así que aguantó. Como un valiente. Como un mártir del protocolo. Una víctima del calzado obligado.
Y aunque Banderas creyó haber resuelto la situación con gracia, la realidad le dio otro punto de vista al volver a ver la gala en casa. "Subí al escenario, hice la presentación, quedó simpático todo. Yo creía que había quedado muy bien", contó. Pero al ver la retransmisión, se dio cuenta de que su cara decía otra cosa. "No tenía cuello. Te juro, estaba allí y no se veía ni la pajarita. Estaba así agarrotado, diciendo mis chistes con una cara de angustia".
Las presentadoras del programa, Montserrat Andrade y Yolanda Oliver, no tardaron en hacerle una comparación evidente: "Ya ves lo que sufrimos las mujeres con según qué tacones", le soltaron. Y Banderas, sin perder el tono, zanjó la conversación con una frase brillante: "Es muy difícil ser una mujer".
Con el tiempo, el actor no solo ha pisado esa alfombra roja muchas veces más, sino que ha aprendido a domar los zapatos antes de los grandes eventos. Pero aquella primera vez quedó para siempre como una de esas anécdotas que, con los años, se transforman en lecciones. O en memes. Porque si algo nos enseñó Antonio Banderas es que ni el éxito, ni el guion, ni Sharon Stone te salvan de unos zapatos mal elegidos.
Fotos | El Hormiguero
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