La biotecnología y la arquitectura podrán convertir tu futura casa en un ser vivo para mejorar tu vida

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¿Qué pasaría si nuestras casas estuviesen vivas? No me refiero a casas inteligentes donde la voz ausente de Alexa decide la intensidad de la luz del salón. Me refiero a casas vivas, que crecen, respiran, e incluso se reproducen. Puede que la idea parezca algo inverosímil, pero, de cara a una crisis medioambiental, los humanos tenemos que pensar de manera radical sobre el modo en el que vivimos y construimos en nuestro medio ambiente.

La biología es capaz de grandes proezas en la ingeniería, y la próxima frontera en la tecnología de construcción puede que sea hacer que los edificios sean parte de la naturaleza. Mis colegas de las universidades de Newcastle y Northumbria y yo, hemos creado un nuevo centro de investigación para estudiar esta posibilidad. Aquí tenemos 5 formas en las que pensamos que los edificios del futuro pueden convertirse en seres que viven y respiran.

Edificios que crecen

Desde los trozos de conchas de piedra caliza hasta la madera de árboles muertos, ya usamos materiales naturales para construir. No obstante, esta paleta de materiales se podría ampliar radicalmente. Por ejemplo, la revista "Scientific American" acaba de presentar el micelio, el sistema de raíz del hongo, como un material del futuro. Micelio puede crecer con tan solo trocitos de madera y posos de café en muy poco tiempo, creando materiales con desempeños estructurales muy significativos.

La instalación Hy-Fi en Nueva York, que consistía de una torre de 13 metros de altura, estaba construida de ladrillos de micelio. El obstáculo más grande, sin embargo, podría ser diseñar una estructura donde el micelio se mantiene parcialmente vivo y capaz de crecer y adaptarse. El proyecto de mice-arquitectura, dirigido por Lynn Rothschild de NASA, investigó esta posibilidad, imaginando hábitats que pueden regenerarse, aunque sea para colonias en otros planetas.

Edificios que se curan

Las grietas en el cemento de un edificio normalmente son la primera señal de que se acerca el final. Se puede colar el agua y, a la larga, oxidar los refuerzos de metal que hacen que la estructura sea estable. Pero los investigadores han empezado a experimentar con cemento que se puede curar a sí mismo. Un método que parece prometer es el que está desarrollando un grupo liderado por Henk Jonkers en la Universidad Delft de Tecnología, entre otros, que incorpora esporas bacterianas (parecidas a  semillas para bacterias) en la mezcla del cemento.

Cuando el agua entra por las grietas microscópicas, se reactivan las bacterias. El material literalmente vuelve a la vida y desencadena un proceso químico que hace que nuevos cristales de calcita crezcan y "sanen" el cemento. Este método es capaz de añadir décadas o más a la vida de un edificio.

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Edificios que respiran

Muchos edificios, en especial los rascacielos de cristal que sirven a modo de oficinas que se pueden ver en las grandes ciudades del mundo, necesitan revisiones y apoyo constante. Sistemas de aire acondicionado parecidos a enormes pulmones mecánicos circulan el aire para calentar y enfriar habitaciones. Por supuesto, siempre se puede abrir una ventana para ventilar de manera natural. Pero ¿y si las mismas paredes pudiesen respirar?

El grupo de Hironshi Ishii en MIT ha desarrollado un material que puede alterar su forma cuando está en contacto con el agua. Estos materiales consisten de capas de esporas bacterianas (parecidas a las que se usan para auto-sanar el cemento) y látex. Cuando muere el material se contrae y cambia de forma.

Usando este método han demostrado ropa que puede responder a la transpiración humana. Mi grupo ha estado tomando los primeros pasos para investigar cómo expandir este método para crear membranas íntegras de construcción que pueden "sudar" según sube la humedad en interior del edificio. Usando membranas de látex cubiertas con esporas bacterianas, el material se tensa y abre poros, como glándulas de sudor, permitiendo que fluya el aire a través de las paredes cuando, por ejemplo,  hay mucho vapor de una ducha o una tetera.

Edificios con sistemas inmunitario

Estamos rodeados de trillones de microorganismos en todas las superficies de nuestras casas, cuerpos y en el aire que nos rodea. Mientras gastamos millones de libras al año en limpiadores antimicrobianos que matan gran parte de este complejo ecosistema, se sabe que aquellos que viven cerca de granjas pueden sufrir menos de reacciones alérgicas que los que viven en ambientes urbanos. Parece que estar expuesto a bacterias "buenas" ayuda a fortalecer el sistema inmunitario de los niños.

En un interesante proyecto piloto, los investigadores en la University College London han empezado a investigar cómo superficies en, por ejemplo, cocinas, se pueden hacer bio-receptivas, realmente promoviendo resistencia ante los bichos que causan enfermedades. Pronto, podremos ser capaces de comer nuestro yogures probióticos en cocinas probióticas.

Edificios con estómagos

La mayoría de edificios están constantemente absorbiendo materiales y energía, mientras que devuelven basura que tiene que ser retirada y después tratada en escalas industriales. Pero, la nueva investigación sugiere que estos desperdicios podrían convertirse en una fuente de energía para un edificio. Un equipo de investigadores en un proyecto de la Unión Europea llamado "Living Architecture" está trabajando para desarrollar un nuevo tipo de célula de combustible biológica, que coge desperdicios domésticos y genera pequeñas cantidades de energía, como parte de un proyecto más amplio que explora la capacidad de proceso de microbios en edificios.

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Las células de combustible se integran en los ladrillos que podrían ser parte de la fábrica estructural del edificio además de ser su estómago. Los ladrillos recogerán agua sobrante y las bacterias convertirán energía química, mientras los desperdicios se descomponen en energía eléctrica. En este escenario, tu váter podría cargar tu teléfono móvil.

Tan emocionante como suena, los edificios vivientes tienen una parte negativa: inevitablemente, morirán. Pero los edificios ya tienen un ciclo vital. A parte de las atracciones turísticas geriátricas ocasionales, la mayoría de los edificios están en un estado de cambio constante. Cuando llegan al final de su vida útil, derrumbar edificios es caro y además contamina. Imagínate una ciudad de edificios que mueren delicadamente y vuelven a la tierra, creando la comida que usarán los siguientes edificios para crecer y adaptarse. Seguro que es más emocionante que una casa inteligente con una nevera que te pide brócoli automáticamente cuando se te acaba.

Foto|Vincent Callebaut| Assia Stefanova |Living Architecture consortium 

Traducido por Alba Alonso

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