Al abrigo y sombra de la sierra de Líjar se esconde un pueblo blanco auténtico y tradicional, en el que la masificación todavía no ha hecho mella y aún mantienen su esencia de antaño. Las callejuelas laberínticas están repletas de naranjos y fuentes, con un casco histórico pequeñito y coqueto que es ideal para escaparse el finde y desconectar.
Algodonales es un pueblo pequeñito de Cádiz para perderse sin mirar el móvil ni un mapa. Todos los caminos te llevarán a la Plaza de la Constitución, un lugar perfecto para comer, descansar y empaparse de la vida local. Allí mismo está la iglesia de Santa Ana, un templo del siglo XVIII que no tiene pérdida, porque su torre de 40 metros se ve desde cualquier punto de la localidad.
Caminando entre fachadas encaladas encantadoras verás que hay fuentes en cada esquina. En concreto hay doce y son todas potables y todas del siglo XIX, pero la Fuente del Algarrobo es la más famosa de todas, con sus doce caños dorados. Justo a su lado está el Lavadero Público, que sigue funcionando.
Otros rincones emblemáticos de Algodonales son sus ermitas. Tiene tres: la ermita de la Concepción de estilo neoclásico, la ermita de Nuestro Padre Jesús con arquitectura neoclásica del siglo XIX y la más famosa, la ermita de la Virgencita, un templo neoclásico y neobarroco de los siglos XVIII y XIX que se ha integrado en la propia montaña, con paredes de roca en su interior.
Ermita de la Virgencita
Algodonales es perfecto para desconectar, para comer rico y disfrutar de la naturaleza. Pero también puedes ir un paso más allá y hacer alguna de las rutas de senderismo de la zona. El pueblo está en la entrada al Parque Natural de Grazalema, así que hay varios caminos para descubrir, como la famosa subida a la sierra. Y, si te va lo fuerte, el pueblo es un spot de parapente reconocido a nivel internacional. El planazo está servido.
Fotos | Turismo Cádiz, Guía de Cádiz.
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