Tenía que llegar. Lady Gaga abarca todo, así le va, y tenía que llegar el día en que ese diseñador del que nunca pensarías que iba a vestir, le hiciese un vestido ex profeso para ella. El marketing es lo que tiene y crea parecas a priori imposibles que no se habrían llevado bien en otros tiempos.
La última en emparejar con la díscola en la música y en la moda, diva, ha sido Vera Wang. Sí, la reina de los vestidos ñoños de novia, la diva del tul y el fru fru, la mujer por la que las norteamericanas, se pegan, literalmente, en sus rebajas y aquella que ha teñido de luto a una novia aún sin desposar, pues oye, que le ha dado por vestir a Lady Gaga.
Y lo ha hecho en Londres, con un vestido hecho para ella en rojo Mamá Noel, lleno de curvas y rectas. Buen patronaje, sí señor, aunque ese cuello desbocado a mí no me gusta, el corte de los shorts sí.
Pero claro, asociarse con la Gaga nunca sale gratis y ella tiene que dar el do de pecho, siempre. En este caso, le ha dado a la señorita por plantarse un árbol de navidad, real y todo, en el gaznate y colgarle bolitas de Navidad y todo. ¿Quizás esto ayude a la señora Wang a vender sus imposibles vestidos de novia rojos? Una tendencia que apostaría que no se atreve con ella ni la Kardashian.
Una debe estar desfasada porque esto le recuerda al cuento del traje nuevo del rey: ¿nadie le va a decir a esta señorita que va hecha un adefesio? ¿O es que todos vemos por sus ojos?
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