Vinos de finca de bodegas Castell de Peralada, DO Empordà (y II): Finca Garbet 2004

Vinos de finca de bodegas Castell de Peralada, DO Empordà (y II): Finca Garbet 2004
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Para los que no pudísteis leer la primera parte de este post, aquí la tenéis. Os servirá de introducción a la DO Empordà y a los vinos de finca Castell de Peralada. Como prometí, hoy hablaremos del Finca Garbet.

Es la finca más especial de todas ellas, la que soporta condiciones climatológicas más extremas. Tal como comentábamos con un lector fiel de Embelezzia, es la viña ubicada a orillas del mar en Llançà, Girona, una de las playas con más encanto del litoral de la Costa Brava Norte.

Siete hectáreas de terreno que recibe todo tipo de vientos: el húmedo del mar y especialmente el seco y fuerte del norte, la famosa Tramontana. De la uva de su suelo pizarroso se elabora cada año un nuevo Finca Garbet, con la identificación especial que le procura cada añada, con las variedades de Cabernet y Syrah.

Según los años, se embotellan entre 2000 y 4000 botellas. El objetivo que la bodega se marcó con Finca Garbet fue elaborar un vino con menos alcohol y más acidez, un objetivo complicado en el terroir del Empordà ya que su temperatura media es de 16ºC. El Finca Garbet 2004 tiene una graduación de 14,7%.

Premios

Durante la celebración de Iberwine 2007 en España, este tinto se enfrentó en una cata ciega con doce de los mejores vinos delundo. Quedó tercero empatando a puntos con Pingus y por delante de vinos como Vega Sicilia Único, Chateau Margaux, Opus One, Penfolds Grange o Almaviva.

En el año 2009, se le otorgó la Medalla de Oro en el Concours Mondial de Bruxelles (Valencia). Uno de Los 10 Mejores Vinos de Cataluña según la Guía Campsa 2008. En 2005, Medalla de Oro en el Challenge International du Vin (Francia).

Notas de cata

  • Vista: color cereza oscuro, granate oscuro (el de las cerezas picotas jugosas y maduras).

  • Nariz: de aroma complejo, notas de flores, de especias y balsámicas. Un vino muy mediterráneo.

  • Boca: es un vino potente e intenso pero fresco y nada agresivo. Muy elegante, fino y equilibrado. Algo que aprecio mucho: taninos muy bien integrados. Sabe a fruta madura, a especias, minerales, incluso alguna nota marina. Y un final muy largo.

Es de los vinos que puedes beber y beber sin saturarte, un verdadero peligro. Me encantó descubrirlo de la mano del sommelier de la bodega, Diego González, un argentino de nacimiento y empordanés de adopción, un enamorado de los vinos mediterráneos que apuesta fuerte por la DO Empordà.

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