Doña Sofía tiene días de ajetreo. Desde hace unas horas, todas las cámaras de televisión del país atienden a sus movimientos. El Jueves Santo aterrizó en Málaga para presenciar en primera persona el traslado del Cristo de la Buena Muerte. Paraguas en mano, la emérita se emocionó al escuchar a los legionarios entonando aquello de 'Soy el novio de la muerte...'
Acompañada por su hermana Irene, la madre de Felipe VI no dudó en regalar su mejor sonrisa a todos los allí presentes. La reina estaba especialmente contenta, exhausta de felicidad. Por algún motivo, le hizo especial ilusión pisar suelo malagueño y ver sus playas. Tal y como revela Vanitatis, escogió un chiringuito para almorzar.
Al parecer, Sofía tenía ganas de sol y reservó mesa en un local cercano a la costa. No hubo suerte con el tiempo, pero disfrutó del pescaíto de la zona. La emérita cuida a rajatabla su alimentación y tomó "pescado al horno y mucha verdura". Su hermana Irene, cuyo estado de salud es delicado, escogió el mismo menú.
Al final de la comida, la reina quiso tener un detalle con los comensales que tenía a su lado. Al observar que celebraban un cumpleaños, se levantó y preguntó por el afortunado. Era un hombre de 62 años que, emocionado, recibió la felicitación de la emérita. "Ha sido todo un detalle que nunca esperaríamos de una figura como la reina", explicaba el hijo del cumpleañero a la mencionada publicación.
doña Sofía en el chiringuito
Además, Sofía estuvo jugueteando con el perro de otro cliente. Preguntó su nombre y hasta se agachó para hacerle caricias. Al rededor de la emérita seguratas y civiles observando aquella estampa inédita. Después de comer, la reina y su hermana se trasladaron al lugar donde pasarán el fin de semana.
Fotos | Chiringuito Rocamar Málaga
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