Un año después de pasar por el altar, Juan Carlos y doña Sofía hacían pública la noticia más esperada: un nueva vida estaba en camino. Poco le costó a la emérita quedarse embarazada y menos aún elegir el nombre de su retoño. No pudo hacerlo hasta comprobar el sexo, pero cuando vio aquella carita lo supo: la niña debía llamarse Elena.
El 20 de diciembre de 1963, doña Sofía ingresaba en un clínica madrileña tras sufrir algunas contracciones. Junto a ella, su madre, la reina Federica, que abandonó Grecia durante todo el mes para no perderse el momento. "Reservaron dos habitaciones, la 205 la 207, y estaban todos los señores serios esperando el momento...", comenta Pilar Eyre en una de sus crónicas.
A la hora de bajar al paritorio, Sofía se negó a vestir con el camisón que le ofrecieron en el hospital. Para no manchar los suyos, le pidió a su marido "la chaqueta del pijama" y se dispuso a dar a luz. "Le fue tan bien el parto que las tres veces fue con la misma chaqueta de Juan Carlos", cuenta la periodista en YouTube.
Sofía, Juan Carlos y sus tres hijos
Al cabo de una semana tuvo lugar el bautizo. Al parecer, el evento fue bastante desastroso: "Lo organizó bastante mal. El coctail fue un desastre. Se produjeron escenas bastante incómodas porque al bautizo vino Don Juan", explica Eyre al recordar que Franco también estaba entre los invitados.
Años más tarde, alguien preguntó a Sofía por la elección del nombre de su primogénita. Muchos pensaban que sería un homenaje a Elena de Troya, pero nada más lejos de la realidad. Al parecer, la reina jugaba de niña con una muñeca a la que guardaba especial cariño. Su nombre, como ya podrán imaginar, era Elena.
Fotos | Casa Real España
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