No todas las calorías engordan igual

No todas las calorías engordan igual
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¡Que no cunada el pánico! No me he vuelto loca (al menos no del todo todavía), tengo claro que una caloría es una medida de energía y no varía de un alimento a otro, pero ¿procesamos igual las 100 calorías de un refresco azucarado que las 100 calorías de un puñado de nueces?

La respuesta es no y eso explica porqué si tratamos de seguir una dieta saludable no basta con contar las calorías que entran y salen, también es muy importante tener en cuenta qué estamos comiendo.

Azúcar que se convierte en grasa

Últimamente insistimos mucho, como si fuera una fórmula infalible, en que hay que comer menos y moverse más y es evidente que funciona en la mayoría de los casos, pero también fracasa estrepitosamente en otros.

Si las calorías que ingerimos provienen casi exclusivamente del azúcar estamos favoreciendo que el páncreas produzca una secreción rápida de insulina, que una vez en el hígado (que ha recibido una cantidad de glucosa mayor que la que puede almacenar como glucógeno-combustible) transforma todo este exceso de glucosa en ácidos grasos. Estos son integrados como triglicéridos y transportados al tejido adiposo, donde ¡Tachán! se depositan como grasa.

Este es el problema por ejemplo de muchos alimentos mal llamados "dietéticos" que alardean de haber eliminado la grasa entre sus componentes, pero que en realidad la han sustituido por azúcar, provocando que nos engorden todavía más que antes.

Los niveles altos de insulina además hacen que no consigamos saciarnos, sintamos la necesidad de seguir comiendo y nos encontremos cansadas, lo que tampoco ayuda para motivarnos a seguir una dieta equilibrada y hacer ejercicio.

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Está en casi todas partes

Hace un par de semanas pude ver el documental Fed Up que habla precisamente de este tema (y que aprovecho para recomendar), donde nos recuerdan que el azúcar, aunque no es dañino en cantidades moderadas, se encuentra presente no solo en los productos dulces, sino también camuflado en bebidas, zumos, cereales, panes, salsas, aliños, precocinados y un largo etc.

No importa si es su versión integral o refinada, fructosa o jarabe de maíz, va a tener el mismo efecto, aunque hay que tener en cuenta que el que se encuentra de forma natural en la fruta se compensa por la fibra presente en la misma y se absorbe más lentamente.

¿La mejor forma de evitarlo? Además de consumir muy excepcionalmente refrescos, dulces o bollería industrial, cocinar nuestra propia comida siempre que podamos. La verdura que cortamos y salteamos en casa no va a llevar azúcar añadido, la congelada y preparada con salsa light para calentar en el microondas es muy probable que sí.

Está claro y es por otro lado comprensible, que la industria de la alimentación tiene que poner todo su empeño en vender más y una forma muy fácil de conseguirlo es añadir azúcar a sus productos para que tengan mejor sabor.

Luego solo es necesario hacernos creer que no corremos, trotamos y brincamos lo bastante, pero con según que tipo de alimentos ¡No hay horas suficentes en el día para llegar a quemarlos! Así que cuanto menos procesados los escojamos mejor.

Evitar el exceso de azúcar es importante porque no solo contribuye a mantenernos en el peso que hayamos elegido, también resulta imprescindible para gozar de buena salud. ¿Empezamos desde hoy mismo?

Fotos | Kayture
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