El mural secreto de Keith Haring en Barcelona (y que podría desaparecer pronto)

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La iconografía de los dibujos de Keith Haring es una de las más reconocibles del arte urbano y su historia una de las más tristes y bellas. Su paso por Barcelona, a finales de los ochenta, nos dejó parte del codiciado legado del artista. Ahora la ciudad condal corre peligro de perder parte del mismo.

Keith Haring murió en 1990, apenas once meses después de haber visitado España, por complicaciones relacionadas con el sida. A pesar de haber transcurrido más de treinta años desde entonces, su influencia se mantiene prácticamente intacta: grandes cadenas de moda que imprimen sus dibujos en colecciones y otros objetos, exposiciones dedicadas al artista en todo el mundo y obras que alcanzan precios astronómicos en el mercado.

El racismo, la homofobia, la violencia, la enfermedad o la guerra son los temas que trató a través de su obra y que siguen de plena actualidad. Lo hizo, además, con una capa de optimismo y vitalidad sobre la profundidad y la reivindicación.

Protegido de Andy Warhol y colega de personalidades como Madonna o Michael Jackson, el artista vivió en un Nueva York decadente atravesado por la crisis económica y la criminalidad que auspiciaron movimientos culturales como el hip hop, el grafiti y todo el Do it Yourself. Algo que condensa su obra y que la hace tan valiosa.

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En 1982 empezó a pintar murales en la ciudad estadounidense y la tarea lo llevó hasta el Muro de Berlín, París, Pisa o Barcelona. Quería gastar sus últimas fuerzas en pintar, viajar por todo el mundo y hacer activismo contra el sida en una época en la que todavía no existía medicación para que los portadores del virus no desarrollaran la enfermedad.

En Barcelona, tras obtener los permisos del ayuntamiento para intervenir la ciudad, eligió el lugar en el que encontró más jeringuillas por el suelo: la ya desaparecida plaza Salvador Seguí (junto a la actual Filmoteca de Catalunya, en el Raval). Así nació Todos juntos podemos parar el sida, la obra de 35 metros en acrílico rojo que fue calcada antes del derribo del edificio en 1992 y que actualmente se encuentra junto al Museo de arte Contemporáneo de Barcelona.

En una tesitura similar se encuentra ahora el otro mural que dejó en aquella visita de 1989, prácticamente desconocido. El local en el que se encuentra, que ahora ocupa unos billares, era en su momento un club de house de la zona alta de Barcelona que Haring frecuentó durante su estancia. El artista lo hizo como regalo el día antes de partir pero ahora está previsto el derribo del edificio.

La obra, tasada en 120.000 euros, empezó a peligrar cuando el edificio pasó a manos de unos nuevos dueños, que quieren construir una residencia de mayores. Si no hubiera sido por el encargado de los billares, según él mismo ha contado a The Guardian, se habría perdido para siempre. El contrato de alquiler le permite conservar la pintura y todavía no ha decidido si lo donará o se lo venderá a la Keith Haring Foundation, que le ofrece 80.000 euros y correr con los gastos del traslado. Así que parece que sobrevivirá aunque su futuro es todavía incierto.

Fotos | César de Melero y Unsplash

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