Pepa López
Editor SeniorAunque parezca que toda España está masificada, hay rincones mágicos tan recónditos que los turistas aún no han invadido. Esta localidad es uno de ellos, protegida por riscos y por el mar que lo convierten, al mismo tiempo, en un pueblo pesquero y de montaña. Confía, aunque en fotos parezca Indonesia, en realidad está aquí cerca.
Se llama Valle Gran Rey y se encuentra al suroeste de La Gomera. Allí, las casitas blancas están colgadas por la ladera de un barranco, que desciende serpenteando hasta llegar al océano Atlántico. Todas ellas están escalonadas y, con la frondosidad de esta isla, se han puesto verdes y espectaculares. Visualmente parecen las terrazas de cultivo de Bali, pero en versión española.
No es un pueblo a la vieja usanza, con su plaza central y su casco antiguo. En Valle Gran Rey la población está desperdigada en caseríos, algunos en las alturas y otros a pie de costa. Todos ellos unidos por carreteras minúsculas que echan para atrás a muchos turistas. Y, por eso, se ha mantenido intacto, tranquilo y con esa esencia pausada y auténtica canaria que invita a la desconexión.
Al estar construido en un barranco, el pueblo está protegido entre los montes de Arure y Las Hayas, evitando que el viento azote constantemente la zona. Por eso se ha convertido en un refugio de pescadores y agricultores, que faenan en sus amplias aguas y han invadido todo de cultivos tropicales como papayas, mangos, plataneras o aguacateros. El resultado es un verdor selvático que parece de otro continente.
Al llegar al mar, el pueblo se vuelve más íntegro y aparecen barrios, callejuelas y casas con vecinos. Las fachadas se pintan de colores vivos, con buganvillas, cactus y ventanas en azul, que contrastan fuertemente con la arena negra de la costa y el azul del mar, salpicado de barcos pesqueros que se zarandean en el muelle. No tiene grandes monumentos, pero pasearlo y perderse es un verdadero placer.
Charco del Conde
La costa de Valle Gran Rey está totalmente teñida de negro, culpa de la arena volcánica acumulada en esta parte de La Gomera. Si buscas un rincón tranquilo con aguas mansas para un chapuzón con niños, el Charco del Conde es el place to be. Esta diminuta bahía se llena con marea alta, formando una piscina natural encantadora.
Playa del Inglés
Si prefieres playa, tienes la Playa de las Vueltas, La Puntilla o La Calera. Sin embargo, la más salvaje es la Playa del Inglés. No es la que canta Quevedo (esa está en Gran Canaria), pero es aún mejor. Protegida por el risco de La Mérica, el agua aquí llega con una fuerza bruta y hay que bañarse con precaución. El atardecer aquí es el más bonito de la isla, porque la montaña se tiñe de rojo mientras el sol cae sobre el océano Atlántico. De cine.
Puede que haya dejado lo mejor para el final, al menos si amas los animales. Valle Gran Rey es diminuto, pero de su puerto salen excursiones marinas para ver delfines y ballenas, muy comunes en las aguas del sur de La Gomera. Con suerte habrá avistamiento y no querrás marcharte de este rincón ajeno al tiempo jamás.
Fotos | La Gomera, Fred Olsen.
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