“Mami, ¿cómo me metí en tu tripita?” Claves para charlar de sexo con tus hijos sin que te tiemblen las canillas

“Mami, ¿cómo me metí en tu tripita?” Claves para charlar de sexo con tus hijos sin que te tiemblen las canillas

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“Mami, ¿cómo me metí en tu tripita?” Claves para charlar de sexo con tus hijos sin que te tiemblen las canillas

¿De dónde vienen los bebés? ¿A qué jugabais tú y papá en la cama? (¡Glups!) ¿Duele la primera vez? Estas son algunas de las cuestiones que se plantean los niños y adolescentes durante su desarrollo madurativo. Responderlas parece sencillo. Sin embargo, elegir el tipo de información que puedes compartir con él o ella según su edad (ya sabes, el famoso “hasta aquí puedo leer”) es lo que más nos preocupa a los padres.

¿Por qué? La respuesta es también muy simple: los niños de este siglo, los millennial, no cumplen años, cumplen trienios. Parece que han nacido sabiendo, dicen la abuelas; y no se alejan tanto de la verdad. Porque si bien los bebés no traen una Wikipedia bajo el brazo, poco les falta. Y si no, ya nos encargamos nosotros de mostrarles dónde encontrar todo tipo de información: el Sr. Google.

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Pero además de recibir el triple de estimulación e información que hemos recibido nosotros cuando teníamos su edad, nuestros pequeños han sido escolarizados mucho antes, así que lo lógico es que empiecen a cuestionarse todo su entorno antes de lo esperado, ya sea sobre la vida y la muerte, quién fue el primer hombre en la Tierra o qué es eso del sexo que hace sonrojar a los mayores.

En fin, que sus cuestiones inesperadas para su edad cronológica normalmente nos pillan en bragas (o en este caso, ¿debería decir en pañales?).

Cómo actuar cuando tu pequeñín formula su primera cuestión de sexo

Si hay un concepto que desconocen todo los niños es la palabra discreción. Por lo tanto, no sería nada chocante, si con 9 años en plena cola del banco te pregunta qué es eso de follar. Sí, has leído bien (ups): porque esa es exactamente la palabra que han escuchado en el patio del colegio. Y con tan solo 9 años. No es capaz de limpiarse bien cuando al baño, ayer mismo aprendió a atarse los cordones de las zapatillas y te suelta una palabrita que “abulta más que él”.

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En estos momentos de tensión una no sabe si regañarle por malhablado (aunque el angelito no sepa qué está diciendo), hacerse la sorda (con el riesgo de que te lo pregunte de nuevo a voz en grito) o meterle dos Aspitos directamente en la boca.

Pues bien, ninguna de las tres opciones sería la correcta. Según Gemma Castro (psicóloga y coordinadora del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad de Madrid), la clave es actuar siempre con naturalidad. “Al reprender o evitar las preguntas de los niños”, explica, “estaríamos transmitiendo que el sexo es un tabú o incluso algo negativo ”.

Así que, queridas madres, hay que superar la vergüenza y, sin que te tiemble la voz, comentarle que la palabra correcta es tener sexo, reproducirse o hacer el amor (tú, como madre, elige el término que mejor se adapte a las creencias o valores que quieres inculcar).

Si tu pequeño es menor de 6 o 7 años.

Preguntas frecuentes: Normalmente no es otra que el clásico de dónde vienen los niños. Con los millennial el mito de la cigüeña no va a colar. Tampoco te hagas la moderna y te inventes que vienen en dron. Ante todo sé sincera: “de la barriga de las mamás”. Puedes aportar documentos gráficos, como una foto tuya embarazada de él o ella, o ayudarte de la guía de ‘Educación sexual en la primera infancia’ realizada por el Ministerio de Educación.

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Si es de esos niños que se pasan el día con el “y por qué” en la boca puedes recurrir a la socorrida botánica para explicarle cómo se “hacen” los bebés. Eso sí, evita fábulas y teatrillos. Puedes empezar con “¿te acuerdas como se reproducían las plantas? Pues bien, los papás fabrican algo parecido a unas semillas minúsculas en los testículos…” Y bla, bla, bla.

Importante a esta edad: Trata de hablar correctamente y llama a las cosas por su nombre. Colita es pene y Pepito es el diminutivo de José. Lo que tenemos las chicas se llama vulva, que es un nombre mucho más bonito.

Desde los 8 años a la pubertad.

Preguntas frecuentes: ¿Cómo se hacen los niños? ¿Y por qué me tuvisteis a mí y no al hijo del vecino? ¿Y duele? ¿Qué es eso de hacer el amor, mami? ¿Y por qué el pene se me pone grande? El aluvión de cuestiones en esta etapa es tremendo. (¡Socorro! ¡Que no cunda el pánico!).

Por suerte, el temario de ciencias naturales de tercero de primaria ya incluye la reproducción. Por lo tanto puedes apoyarte en él en tus explicaciones. La psicóloga Gemma Castro (anteriormente mencionada) también recomienda consultar la guía específica de 'Educación Sexual de niñas y niños de 6 y 12 años' o acudir a las reuniones de Escuelas de Padres.

Utiliza un vocabulario adaptado a su edad y da la información adecuada a su desarrollo madurativo. Por ejemplo, si te pregunta cómo llega el espermatozoide hasta el óvulo puedes sencillamente contestar que el hombre introduce (coloca o pone, tú eliges) el pene en la vagina de la mujer. Así de sencillo.

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Importante a esta edad: Insiste para que utilice un vocabulario sexual adecuado. Ten en cuenta que en esta etapa tiene una gran afición por reproducir conversaciones de mayores aderezadas con palabrotas. También es la edad de imitar roles, así que no te alarmes si tu pequeño/a juega a que sus muñecos se besan en la boca o lo pone en práctica con un amiguito. Recuerda: no es más que un juego.

Durante su adolescencia.

Preguntas frecuentes: Por extraño que te parezca, las actitudes de nuestros hijos sobre la sexualidad no dista demasiado de la nuestra en la adolescencia. Así lo asegura la coordinadora CEJASM cuando dice que “los comportamientos entre los jóvenes de antes y los de ahora son muy similares, con la salvedad de que en la actualidad tienen mejor acceso a recursos informativos”.

Al parecer, el primer beso, la virginidad, el ciclo menstrual o cómo funcionan los anticonceptivos continúan siendo las mayores preocupaciones en los más jóvenes. Por lo tanto, no es tan difícil asesorarles si nos remontamos a nuestra adolescencia y a esas miles de dudas que teníamos acerca de nuestro cuerpo y sexualidad.

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Importante a esta edad: Respeta su intimidad y fomenta la comunicación. Traducción: nada de entrar a su habitación sin llamar a la puerta ni hacerle sentir que está en el salón del Sálvame respondiendo preguntas indiscretas sobre su vida. Aquí nuestra función como padres es dar coherencia a sus dudas y, siguiendo las recomendaciones de Gemma Castro, “ofrecerles herramientas necesarias para que vivan el sexo de una manera positiva”.

Así que, no lo olvides: charlar con tus hijos de sexo es un paso más para que se conviertan en adultos felices y responsables. ¿Y no es eso, precisamente, lo que queremos los padres para nuestros pequeños?

Para más información puedes consultar el programa para padres de la Federación de Planificación Familiar y del Centro Joven (consulta@centrojoven.org).

Fotos: Pixabay.com

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