Cuando el verano se convierte en cosa del pasado y los bosques del norte se tiñen de tonos ocre, hay un rincón en Bizkaia que destaca sobre todos los demás. Se trata de Lanestosa, el municipio más pequeño de la provincia y, sin embargo, uno de los más cautivadores. Situada en un valle estrecho y rodeada de montañas, su villa medieval ofrece todo lo que uno busca en una escapada otoñal.
Fundada en el siglo XIII, junto al antiguo Camino Real que unía Laredo con Burgos, Lanestosa fue una de las primeras villas de Bizkaia y aún conserva intacta su estructura original. Sus calles empedradas, los puentes de piedra y las casonas con balcones corridos transportan a otra época. Pasear por su casco histórico (que está declarado Conjunto Monumental) es como observar las fotografías de un libro de historia en el que cada fachada y cada arco narran siglos de vidas pasadas.
Qué ver en Lanestosa
En el centro del pueblo se alza la iglesia de San Pedro, un edificio renacentista del siglo XVI que fue trasladado piedra a piedra hasta su ubicación actual. Muy cerca se encuentra el palacio Colina de Lanestosa, levantado en 1761, una joya barroca que conserva los escudos nobiliarios de la familia que le dio nombre. Es entre ambos que se dibuja el resto del entramado urbano que mantiene la esencia de un auténtico pueblo medieval.
Uno de los rincones más singulares es el antiguo calero, un horno donde se producía cal a partir de piedra caliza, un vestigio del pasado artesanal de la zona. También merece una parada el Puente Viejo, que recuerda el papel estratégico de la villa como paso natural entre el mar Cantábrico y la meseta castellana.
Aunque Lanestosa no solo destaca por su patrimonio, sino también por su atmósfera. El sonido del río Calera y el silencio de sus calles estrechas crean una sensación de sosiego difícil de encontrar en otros destinos. Aquí no hay prisa ni aglomeraciones: solo la sensación de estar en un lugar que ha sabido resistir al paso de los siglos.
No obstante, esa calma no lo es tant en agosto, cuando tienen lugar sus fiestas patronales. Especialmente la de Nuestra Señora de las Nieves, el 5 de agosto, con la tradicional danza de los arcos floridos en la plaza porticada. Pero el otoño es, sin duda, el momento ideal para descubrirla sin bullicio, cuando los hayedos cercanos se visten de naranja y las rutas de senderismo que rodean la villa ofrecen vistas espectaculares.
En definitiva, visitar Lanestosa es adentrarse en una joya medieval en el corazón del norte, perfecta para olvidarse del mundo moderno, caminar sin prisa y redescubrir el placer de lo sencillo.
Foto de portada | visitenkarterri
En Trendencias | Las 35 escapadas románticas por España para hacer en pareja en las que quizá no habías pensado
Ver 0 comentarios