La Navidad (y, esta, más que nunca) es tiempo de rituales que nos conectan con nuestra tradición, nuestra historia -social y familiar- y nuestras raíces. Y, en ella, mucho tienen que ver las mesas. En torno a una mesa nos reencontramos, reímos, degustamos la vida y celebramos lo que está por venir y lo que hemos dejado atrás.
Si hay un centro (literal y metafóricamente hablando) de la Navidad, por donde pasa todo lo que pasa, esa es nuestra mesa. Por eso, merece la pena dedicar tiempo y cariño a engalanarla, a vestirla de fiesta, a decorarla para sorprender a los invitados. Al fin y al cabo, las fiestas son una experiencia más, y en ellas son los detalles los que marcan la diferencia.
Pero no hacen falta grandes dispendios o elementos grandilocuentes para epatar con nuestra mesa de Navidad: la dedicación, la personalización y la sencillez, imprescindible para no perder el foco y dejar que lo esencial brille, serán las claves.
Elementos naturales para una decoración en clave sostenible
Que la sostenibilidad es un concepto que ha llegado a nuestra vida para quedarse nadie lo pone en duda. Y que es importante trasladarlo a todas las esferas de nuestro día a día, tampoco. Porque “una Navidad sostenible” no solo se traduce en alimentos de temporada y de proximidad en nuestros menús, sino también en el uso de elementos naturales en nuestra decoración.
Unas ramas secas y unas piñas recogidas en un paseo por el campo darán a nuestra mesa el toque invernal que necesita. Y un centro de flores de temporada, acompañadas de unas ramitas de eucalipto, de acebo y de algodón, será todo lo que necesitaremos para vestir de Navidad nuestro punto de reunión.
Para alargar la vida de estos elementos, podemos dejar secar el ramo, preservar las flores y así conservarlas durante semanas o meses. Para que el espíritu de reunión y de tiempo por estrenar que acompaña a la Navidad se quede con nosotros mucho más tiempo.
Detalles personales
Poner intención en cada detalle para transformar lo ordinario en singular es uno de los pilares de la filosofía de Cervezas Alhambra. Y un mantra que podemos aplicar también a algo tan sencillo como decorar nuestra mesa por Navidad. Porque será en los detalles y en la personalización donde encontraremos la manera de hacer que la nuestra sea una puesta en escena que despierte las emociones de los invitados.
Un cartel escrito a mano con cuidada caligrafía con el nombre de cada invitado. Un menú diseñado ad hoc para esta ocasión, impreso y colocado con cariño en el plato de cada invitado. Una dedicatoria con unas palabras especiales junto a cada servilleta a modo de bienvenida. Un mini centro de flores para cada comensal, para que guarde para siempre un recuerdo de esta reunión.
Es ahí, en lo más pequeño y sutil, donde la Navidad se siente más Navidad, y donde los recuerdos familiares se fortalecen.
La imperfección de lo artesanal
Si hablamos de crear una mesa única, singular, que hable de nosotros, nada como la imperfección de la artesanía para alcanzar ese objetivo. Y por artesanía podemos entender, también, manualidades sencillas hechas por nosotros para dar un toque único a nuestra mesa.
¿Un ejemplo? Podemos emplear las botellas de cerveza de Alhambra Reserva 1925 y Alhambra Reserva Roja como pieza clave de la decoración. Sin etiquetas, con una forma muy reconocible y con un color igualmente característico, estas botellas nos pueden servir como portavelas o portaflores.
Reutilizándolas reforzaremos esa idea de “una Navidad en clave sostenible” y, además, sus tonalidades en verde y rojo encajan a la perfección con los colores característicos de la Navidad. El verde del abeto y del eucalipto, el rojo del acebo y de ese mantel que, como ocurre en tantas familias, pasa de generación en generación, convirtiéndose en un invitado más a cada comida y cena.
La comida, un elemento más de la decoración
La comida, con permiso de los invitados, es la gran protagonista de la mesa, así que ¿por qué no convertirla en un elemento más de la decoración? Para ello, bastará con cuidar el emplatado del menú, especialmente de aquellos platos pensados para compartir -en ese gesto, el de compartir, está también la esencia de la Navidad-.
Una tabla de quesos curados y embutidos colocada con mimo puede convertirse en un centro de mesa tan atractivo como un centro de flores. Mucho más, si la franqueamos con las botellas de Alhambra Reserva Roja, que marida a la perfección con quesos curados y láminas de jamón, cecina o lomo.
Dispuestas en una fuente vintage, unas verduras salteadas y acompañadas de unos cubos de pescado marinado serán también un polo de atracción visual en nuestra mesa. ¿Su acompañamiento ideal en este caso? Alhambra Lager Singular, una cerveza dorada (otra de las tonalidades de la Navidad), brillante y con un suave amargor que, servida en las copas y coronada con su cremosa espuma, dará al conjunto decorativo el toque informal justo para que nuestra mesa se sienta familiar y acogedora.
Lo decíamos al principio: cuando hablamos de reuniones familiares en torno a una mesa, como las de las fiestas Navideñas, no solo hablamos de comidas o cenas. Hablamos de experiencias.
Experiencias que se viven con los cinco sentidos. Seis, de hecho, si seguimos la inspiradora filosofía de Cervezas Alhambra, que nos recuerda que el tiempo funciona como un sexto sentido, aquel que articula todos los demás y les da sentido. Porque es, precisamente, el carácter único y de “solo ocurre una vez al año” lo que hace que la Navidad sea tan especial, un tiempo que vivimos con emoción y que se presta a disfrutarlo en cada segundo.
Conviene tener eso en cuenta cuando pensamos en decorar nuestra mesa: no solo los elementos visuales influyen en el resultado final, sino que el olfato, el oído y hasta el tacto y el gusto también tienen mucho que decir.
¿Cómo incorporarlos a nuestra “decoración”, entendiendo esta palabra en su sentido más amplio y sensorial? Unas velas con un aroma navideño, con toques de jengibre, de madera o incluso de una humeante chimenea, cambiarán por completo la sensación de los invitados al entrar al comedor.
La música será, por tanto, igual de importante. Podemos preparar una banda sonora que acompañe las conversaciones sin eclipsarlas y que incluya algunas de las canciones favoritas de los comensales, en un nuevo gesto de personalización.
El menú que hayamos diseñado será el encargado de cubrir la parte del gusto, pero ¿qué hay del tacto? El tejido que escojamos para las servilletas y los manteles, el vidrio de las copas, la porcelana o la loza de las fuentes… Todos esos materiales influirán en las sensaciones que transmita nuestra mesa, el centro de nuestra Navidad.