Abramovich no sólo tiene un yate de lujo, ni dos ... ni tres ...

Abramovich no sólo tiene un yate de lujo, ni dos ... ni tres ...
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Roman Abramovich tiene tantos apodos como yates de lujo: el Tío Gilito del Volga, el Tío Gilito del Chelsea, el oligarca ruso o el rey del petroleo entre los más comunes. Ah sí, no te equivocas: lo del Chelsea es porque es el accionista mayoritario del equipo de fúltbol londinense.

En realidad, no sólo tiene unos cuantos yates de lujo sino dos mini-submarinos, negocios petroleros, un montón de propiedades únicas, Ferrari FXX y sobretodo, contactos con las altas esferas de medio planeta y puede que parte de la galaxia (sin confirmación).

Nadie sabe cómo pasó de ser un niño huérfano demasiado joven a millonario a su treintena de edad. Y ya subido a la noria de negocios oscuros y protectores-presidentes, la rueda no ha parado de girar hasta situarse, según la revista Forbes, en el número 11 de la famosa lista de los bolsillos más rellenos del mundo.

Pero su pasado turbio y misterioso no es motivo de este post sino su manía por los yates de lujo. Digo manía porque ¿quién necesita un nuevo palacio flotante como el Eclipse cuando ya eres dueño de otros cuatro?

Y no hablamos de cualquier flota de yates de lujo sino de las balsitas de esloras top-ten del mundo, del pequeño círculo de los super y megayates. De menor a mayor, es el dueño del Susurro de 49M de eslora, seguido del Ecstasea con 86M.

Le Grand Bleu

Los dos otros son palabras aún más mayores. Le Grand Bleu tiene 112M, botado en el 2000, de astillero alemán, como todos los demás yates. Del interior, poco se ha visto por no decir casi nada: la privacidad y el secretismo navegan siempre con Abrahimovich ya sea por tierra, mar o aire. Su equipamiento incluye un helicóptero, un gran velero cargado en la cubierta y hasta un pequeño submarino.

El Pelorus mide 114 metros, fue botado en el 2003 y construído en Lürssen, Alemania. Otro megayate para su colección, con restaurante, gimnasio y hasta un casino. ¿Será sólo para Fin de Año?. Decididamente, sería un bombazo de Año Nuevo. Es la foto de portada.

Hasta aquí, la suma total de los cuatro yates ya pasa de largo los 300 millones de euros. Pero, claro, como el Pelorus ha pasado en pocos años de ser la sexta embarcación a la 14ª más grande del mundo, y visto lo visto, como Abrahimovich no tiene nunca suficiente, encargó a un astillero de Hamburgo, Blohm + Voss del Grupo Thyssen, la eslora de las esloras diseñado por Hermidas Atabeyki.

El Eclipse

Se trata del Eclipse. Es el Yate en mayúsculas en cuanto a metraje: 175M de yate, uno detrás de otro. Equipado con dos pistas de aterrizaje para helicóptero y otro submarino. Esto podría ser divertido si fuera para organizar alguna competición de submarinos, sería toda una primicia.

Se espera con impaciencia su botadura que está prevista para este año, poco debe faltar si no está ya listo. Las fuertes medidas de seguridad con todo lo relacionado con este nuevo capricho de Abramovich se tildan incluso de militares: los trabajos en el astillero y los acabados en el Eclipse como cristales blindados, sensores de movimiento e incluso un sistema de detección de misiles, según informaciones de The Sunday Times.

El Eclipse supera al actual yate más grande del mundo, el ‘Dubai’ del que hablamos hace poco en Embelezzia.

Berezovski & Abramovich

Espero que esta vez esté satisfecho con su récord mundial, sus varios jacuzzi, la piscina y el cine. El coste del Eclipse supone a su propietario casi el desembolso total de los otros cuatro yates juntos. ¡Toma récord!.

La pregunta del millón: ¿para qué quiere tantos? Por inversión no será, el mantenimiento de estos yates es de cifra de vértigo y no tiene fin. ¿Por diversión? Dudo que salga a navegar cada trimestre con uno diferente cada vez. Yo creo que es pura opulencia, mucho lujo pero poca clase.

De hecho, ser multimillonario no obliga a que se te conceda el don de la clase. Ya se sabe que se tiene o no se tiene pero que no se compra. Pero igual es que a él no le importa. Él quería ser millonario y a fe que lo ha conseguido. Trapicheando y en el mercado oscuro propiciado por la caída en pedazos de la antigua URSS, eso sí.

Pero algo inmoral flota en el aire con tanto megayate solitario. Puedo entender que los millonarios gasten y tienen todo su derecho, aunque les odien los envidiosos por no ser ellos, pero malgastar ya no. A menos que salga una explicación razonada para una flota privada como la de Roman Abramovich (¿en qué estará merida su cabeza inquieta y activa?) no lo veo como un simple capricho de ricachón sino de malgasto enfermizo.

Foto | Planetagadget | Pelorus En Embelezzia | Marina Barcelona'92, reparación y rediseño de megayates En Embelezzia | Cannes y Mónaco:exhibiciones de los yates de lujo Wally, septiembre 2008 En El Blog salmón | La magia financiera de Roman Abramovich

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