Ni en bodas, ni en actos oficiales... y desde luego, tampoco en funerales. La infanta Elena y Jaime de Marichalar han elevado a arte cortesano el sutil ejercicio de no coincidir en público, y su última demostración tuvo lugar hace tan solo unos meses. Según ha revelado Monarquía Confidencial, ambos asistieron recientemente a una misa fúnebre en Madrid, pero lo hicieron por separado y a diferentes horas, como si alguien —o ambos— hubiera coreografiado hasta el último minuto del evento.
El medio especializado asegura que la infanta Elena fue la primera en llegar, acompañada por una amiga. Se mantuvo discreta, cumplió con el compromiso y se marchó. Más tarde, Jaime de Marichalar hizo su aparición, también sin acompañante, sin aspavientos… y sobre todo, sin posibilidad alguna de cruzarse con su exmujer. Los teoría parece clara: no fue una coincidencia, fue una estrategia cuidadosamente ejecutada.
Y no es la primera vez. Desde que se separaron —hace ya más de quince años—, la infanta y el exduque de Lugo han mantenido una estricta política de no compartir plano público, salvo en contadas ocasiones inevitables como comuniones o algún acto de estricta obligación familiar. Lo suyo no es improvisación: es protocolo no escrito. Una especie de pacto tácito —o quizás muy hablado— para evitar incomodidades y titulares innecesarios.

Al parecer, los padres de Froilán y Victoria llevan a cabo una especial de estrategia para no coincidir en público, una rutina muy meditada que incluiría no solo apariciones a distinta hora, sino la coordinación previa con los organizadores de eventos para asegurar que los horarios y las entradas estén perfectamente separados. Un plan casi quirúrgico que permitiría evitar fotos conjuntas, saludos incómodos y ese momento tenso que tantos medios desearían capturar.
Esta teoría no solo cobra fuerza por lo sucedido en esta misa. Desde hace años, cualquier acto en el que ambos figuran en la lista de invitados acaba convertido en una secuencia milimétrica de ausencias alternas. Cada uno hace acto de presencia, sí, pero como si el otro no existiera. Como si compartieran un mismo guion con escenas separadas. Y lo curioso es que, a día de hoy, siguen ejecutándolo a la perfección.
El caso es aún más llamativo tenpasaiendo en cuenta que tienen dos hijos en común y que comparten parte del mismo entorno social. Sin embargo, ni eso ha sido suficiente para romper su meticulosa distancia. Es evidente que no hay guerra abierta, pero tampoco hay intención de normalizar un trato.
El divorcio que sacudió Zarzuela

La ruptura, como recordarán muchos, se hizo oficial en noviembre de 2007, cuando la Casa Real comunicó el famoso "cese temporal de la convivencia". Fue el primer aviso de un divorcio que se haría efectivo dos años después, en enero de 2010. Desde entonces, cada uno ha seguido su camino: ella con cierta vida pública vinculada a causas sociales e institucionales, y él en un discreto segundo plano, cada vez más alejado de los focos.
Hoy por hoy, lo único que comparten es el apellido de sus hijos y una estrategia perfectamente orquestada para evitarse con educación, pero sin disimulo. Porque en el universo real, donde los gestos importan más que las palabras, no saludarse también es una forma de hablar.
Fotos | Gtres
En Trendencias | Estos son los 8 hijos que Mike Jagger ha tenido con 5 mujeres diferentes
En Trendencias | Estos son los 7 hijos de Kevin Costner y a qué se dedica cada uno
En Trendencias | Agua micelar: qué es, para qué se usa y las 33 mejores aguas micelares
Ver 0 comentarios