Si necesitas unas vacaciones después de las vacaciones, ¿es que no sabes descansar?

Si necesitas unas vacaciones después de las vacaciones, ¿es que no sabes descansar?

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Si necesitas unas vacaciones después de las vacaciones, ¿es que no sabes descansar?

Nos pasamos el año soñando con el momento de tomarnos unas vacaciones, el momento para desconectar de la rutina, del trabajo, de la larga lista de obligaciones y de todo lo que nos abruma durante el resto del año. Pero para muchos, este periodo no es precisamente ese oasis de paz y de relajación con el que soñaban. Es más: hay quien vuelve de sus vacaciones más cansado de cómo se fuen. ¿Estrés vacacional o incapacidad para relajarse?

Vacaciones debería ser sinónimo de relax, disfrute y descanso total, pero la verdad es que para muchas personas se termina convirtiendo en sinónimo de estrés total y cansancio supino.

Simplemente el hecho de salir de la rutina, de tener que hacer equipaje, reservas, coger un avión o dormir en un colchón extraño puede alterar a los más tiquismiquis. Los locos horarios, acostarse más tarde que nunca y el descontrol de comidas también pueden provocar problemas de sueño o estomacales que estropeen esa paz que tanto necesitamos.

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Pero ¿y si el verdadero problema no es nada de esto? ¿Y si el culpable de que no le saques todo el partido a tus vacaciones y descanses eres tú mismo?

Es normal que te cueste desconectar de un día para otro. La mayoría necesitamos al menos cuatro días para desconectar del todo de los mails, las llamadas y los problemas del trabajo. La cultura laboral en la que vivimos sumergidos, con los móviles convertidos en oficinas portátiles, hace que desconectar sea más difícil que nunca. Además, lejos quedó la costumbre de alquilar un apartamento en la playa y pasar allí todo el mes de agosto. Ahora te puedes dar con un canto en los dientes si consigues salir una semana de vacaciones.

Tablets, móviles, portátiles… la tentación de llevarlos con nosotros es muy grande. Y la de mirar los mails del trabajo y los comentarios de los compañeros también. Y, ay de ti como seas autónomo o pequeño empresario: en ese caso, tus posibilidades de desconectar se reducen tanto como las posibilidades de que no engordes durante tu periodo de descanso.

¿Qué estamos haciendo mal?

O en otras palabras: ¿por qué no podemos relajarnos? El principal problema es que: 1) llevamos unas vidas demasiado aceleradas y 2) queremos frenar de un día para otro y nos presionamos demasiado para relajarnos (otra responsabilidad más que añadir a la larga lista de cosas que tenemos que hacer a diario).

Vamos que puedes estar teniendo problemas para relajarte porque te estás agobiando mucho para conseguirlo. Y nos agobiamos por todo: las cosas que nos hemos dejado pendientes, si se cumplirán las expectativas que nos hemos creado, si gastaremos más de lo debido o por nuestra propia incapacidad para desconectar. Somos así de incoherentes: o nos agobiamos porque nos aburrimos y no tenemos suficientes actividades divertidas planificadas o nos estresamos porque estamos intentando hacer demasiado.

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Para empezar, la clave es la flexibilidad. No planificar al dedillo cada día, tener en cuenta que puede haber imprevistos o planes de última hora que nos apetezcan más, dejar un lugar para el puro placer de no hacer nada y no asociarlo con la idea de que estamos perdiendo el tiempo. No planificar el futuro es la mejor opción para disfrutar el momento presente.

Cambiar el chip es el paso siguiente. Romper con la rutina es clave en las vacaciones y, ¿por qué no?, hacer cosas realmente diferentes, pero que eso no se convierta también en una obligación. El objetivo no es visitar todos y cada uno de los monumentos del lugar que visitas, sino tomarse su tiempo para decidir qué nos apetece y que no. Salir más a la calle (algo que no es tan fácil durante el resto del año), dormir todas las horas que necesitamos (un lujo que apenas nos podemos permitir) y disfrutar de las cosas sencillas.

Fotos: Unsplash.com

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