Mujeres de 30, padres perplejos: ¿Qué está pasando con su niña?

Mujeres de 30, padres perplejos: ¿Qué está pasando con su niña?

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Mujeres de 30, padres perplejos: ¿Qué está pasando con su niña?

A veces tengo la sensación de que la sociedad ha evolucionado más en los últimos treinta años que en los dos siglos anteriores. Y, claro, hay que seguirle el ritmo. Nuestros padres, los de las treintañeras, lo intentan, pero ¿lo consiguen?

Supongo que, cuando nacimos, allá por los gloriosos ochenta, se imaginaban que a estas alturas de 2016 estarían paseando nietos por el parque. Pero se han encontrado con esta generación de locos que somos y, por muy modernos que sean (que muchos lo son), hay demasiadas cosas que aún no entienden.

El mundo de las relaciones

No creo que ningún padre de nuestra generación esperara que nos casáramos a los veintiuno y que fuera para toda la vida. Pero tampoco acaban de entender del todo la dinámica en la que nos movemos. Solteras cerca de los cuarenta, divorciadas un par de veces, novios de Tinder... Ya son minoría las madres que repiten eso de «¿pero cuándo te vas a echar un novio formal?», pero la mayoría aún sueña con vernos vestidas de blanco y comiendo paella en familia los domingos.

Relaciones

El mundo laboral

Educados en un mundo en que conseguir un puesto en (la) Telefónica, (la) Renfe o similar era sinónimo de jubilarse tras cuarenta años de desempeño, aún son muchos los padres que no comprenden ni nuestras situaciones laborales ni las palabras que utilizamos para definirlas (¿freelance?, ¿blogger?). Y la mayor parte del tiempo no saben muy bien si culparnos a nosotros o a la crisis por estar tan perdidos.

Vida Laboral

Las vacaciones

Si alguien tiene la receta para explicar a unos padres que no nos resulta posible irnos un mes (¡un mes!) al apartamento en la playa, que la publique, que se va a forrar. La idea de poder escaparte una mísera semana a volver a ser un mimado en casa de mamá, con la playa a veinte metros como aliciente, ya te parece el cielo en la Tierra. El caso es que podemos culpar mucho a nuestras estresantes vidas, pero lo cierto es que... si tuviéramos ese mes, nos iríamos a recorrer mundo, no a un pueblo que nos conocemos de memoria.

Vacaciones

El protocolo

Me comentaba el otro día una amiga que su madre aún se echa las manos a la cabeza cuando ella sale por la noche en Viernes Santo. Yo no digo que llegue la cosa a tanto en otras casas. A mí me preocupa el protocolo de los entierros. Esa llamada que recibes cada cierto tiempo con la noticia de que se ha muerto un primo de tu abuela en el pueblo. Y mientras tu madre te convence de que hables con tu jefe para pedirle un día para semejante acontecimiento, tú solo puedes pensar en que si tuvieras un día libre caído del cielo... sí que ibas a ir a un entierro en el pueblo, sí. En absoluto ibas a estar tomándote un gintonic con frambuesa, bayas de goji y hasta unas rodajas de tomate. Pa-ra-na-da.

Protocolo

La maternidad

La madre de todos los conflictos maternofiliales. Los padres que ya son abuelos miran con cierta envidia a nuestros padres, los de las que aún no somos madres, mientras consultan el estricto horario de actividades extraescolares de sus nietos. Pero nuestros padres son inasequibles al desaliento y quieren ser abuelos también y a esa pregunta, a ese «¿Cuándo nos vas a hacer abuela?» seguiremos respondiendo semana tras semana.

Maternidad

Nadie elige a sus padres, así que en el sorteo nos pueden tocar modernos, arcaicos o intermedios. Ellos se tendrán que adaptar a nuestro ritmo de vida, pero también nosotros debemos comprender sus reticencias. Puede que nos separe una generación, pero lo que nos une es mucho mayor que eso.

Fotos | Pixabay

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