Los cuatro hábitos que desarrollan tu resiliencia también son los mejores rasgos para tener relaciones saludables

La resiliencia es la capacidad de superar los problemas que se presentan en la vida, pero también de convertir estas experiencias en algo de lo que aprender, que los fortalezca y los mejore como explicaba la psicóloga Iria Reguera. “No solo sobreviven a los golpes y a las roturas, sino que salen fortalecidos, renovados y mejorados de ellas”. Cuanto más resiliente seas, más rápido podrás recuperarte de los desafíos, lo que te ayudará a vivir una vida más feliz. Aunque desarrollar resiliencia lleva tiempo y se estima que la resiliencia es un 50% genética, hay hábitos que pueden ayudarte a aumentar la tuya, y que están avalados por la ciencia. Además, los cuatro nos ayudan a tener relaciones más saludables, así que todo son ventajas.

Piensas de forma positiva, también cuando hay un problema

El Dr. Dennis Cahrney, experto mundial en la neurobiología de la resiliencia humana, explicaba en The Times que “los optimistas son capaces de ampliar su atención, lo que les lleva a pensar de forma más flexible y creativa, aumentando la capacidad de reevaluar situaciones que parecen desesperadas”. Es decir, una persona optimista y positiva, puede ver un problema como algo que resolver en lugar de como algo por lo que compadecerse.

Si es algo que te cuesta y mantener una autoconversación positiva no es tu fuerte, usa el “truco de la amiga”: piensa en lo que dirías a tu mejor amiga si te cuenta un problema y háblate de la misma forma a ti. Dialogar contigo misma usando la compasión y de una forma positiva, es imprescindible para conseguir que tu conversación adquiera un cariz de positivismo sano. El diálogo interno constante puede considerarse una herramienta para afrontar los desafíos y si es positivo, una forma de aumentar nuestra resiliencia.

Buscas conexión en los momentos complicados

Puede que tu respuesta natural al estrés sea aislarte. Nuestros cuerpos entran en alerta máxima y nuestro sistema nervioso simpático se activa. Pero la resiliencia es también encontrar maneras de superar los factores estresantes de la vida y aprender de ellos, y crear conexiones puede ayudar aunque tu primer impulso sea buscar la soledad. Los científicos sociales han descubierto que cuidar a los demás y fortalecer las conexiones sociales nos ayuda a ser más resilientes por una sencilla razón: las relaciones nos hacen felices. Al mejorar nuestro estado de ánimo, nos ayuda a calmar el estrés y al hacerlo, a enfrentarnos al problema desde otra perspectiva.

Eres una persona agradecida

Cuando das gracias por todo lo que tienes aprendes a valorarlas más, hasta con las cosas más pequeñas. Escribir un diario de gratitud es una forma estupenda de aumentar nuestra resiliencia porque nos ayuda a centrarnos en los aspectos positivos de la vida, alejando la perspectiva de los pensamientos negativos. Con el tiempo se termina modificando la forma en que el cerebro procesa lo que nos ocurre y desarrollando un mayor autocontrol y una mejor gestión emocional, lo que ayuda a que nuestras acciones se vean menos afectadas por las emociones hasta en los momentos complicados.

Tienes límites y los defiendes

Las personas resilientes entienden que los límites no impiden el paso a otras personas, sino que son pautas que facilitan la seguridad en las relaciones. Los límites facilitan que tengamos interacciones más sanas basadas en el respeto mutuo y permite a las personas expresar sus necesidades y deseos con claridad. Esa capacidad de poner límites y de decir “no” cuando es necesario, protege tu bienestar y energía, lo que te permite responder mejor ante situaciones adversas. En resumidas cuentas: mejora tu resiliencia.

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