Ya ha sido bautizada. Con un “let them eat cake“ que significa déjenlos comer tarta, comienza la biblia de las colecciones el Style, su crónica del desfile. Por alguna razón, por muchas, Mulberry nos recuerda a cupcakes, a sorbetes y colores dulzones de mujeres posh que siguen teniendo un cierto gusto por su niñez, por la candidez y los cortes de esa época ya pasada. Las cosas van cambiando…
Cuando planifico un estilismo siempre procuro olvidar, a propósito, los bolsos. Recargan e incomodan a la modelo para moverse con naturalidad. Una lección aprendida con el tiempo que en Mulberry llevan la contraria: solo dos de las modelos desfilaron sin bolso.
Los bolsos acompañaron un completo trabajo de chinos. Sus brocados, inspirados en los orientales, de lo más preciosista de la colección y tan femenino como su encaje floral.
Encantadoras las combinaciones de punto brocado con pantalones de lo más llamativo, sus tonos entre ocres, camel y tierras y su mujer, que al igual que ocurre con Chloé, es una mujer que no se sabe por qué, queremos ser.
Su sección dedicada al cuero, tratado de una manera exquisita como si fuera la más suave de las sedas, es espectacular, con unos wide leg pants blancos que provocaron admiración.
Blanca y radiante
De esto os hablaba. Un conjunto que parece smoking pero no es, unos pantalones que parecen de seda pero no son ¡son de cuero! Acompañados de una blazer y chaleco smoking me tiene maravillada.
Sus brocados y jaquards dan el punto exótico justo y necesario a una coleccion que no presentando nada especialmente vanguardista se estila tan moderna…
Las maxisolapas de las gabardinas, el maquillaje y peinado, los cortes: todo resulta tan exquisitamente encantador que el bolso resulta un pegote innecesario, al menos en muchos de los looks.
Si el camel, los ocres y colores de las especias fueron los protagonistas, como secundario de lujo presentaron el verde menta más suave en prendas jaspeadas y que nos acercó a la esencia de Mulberry que todos rememoramos.
Cae la noche y las flores mantienen su esplendor pero en un azul noche irisado que ilumina las noches de las niñas bien de la parte alta de Manhattan que pasean a su perro y hasta en ese momento… llevan un inmenso bolso.
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