Nada como el mal humor o un par de lágrimas: los sorprendentes beneficios de la tristeza

Nada como el mal humor o un par de lágrimas: los sorprendentes beneficios de la tristeza
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Estar triste de vez en cuando no es normal, pero tiene muchos beneficios psicológicos.

El Homo sapiens es una especie con muchos cambios humor y a pesar de que la tristeza y el mal humor siempre han formado parte de la vida humana, vivimos en una época en la que se ignoran o devalúan estos sentimientos.

En nuestra sociedad, algunas emociones humanas normales como la tristeza temporal a menudo se tratan como si fueran trastornos. El poder de manipulación de la publicidad, del márketing y de la industria de la autoayuda nos machacan con que lo que importa es ser felices.

Sin embargo, el mal humor sigue siendo una parte esencial de los diferentes estados de ánimo que experimentamos con normalidad. A pesar del culto casi universal a la felicidad y de la riqueza material sin precedentes, ni la felicidad ni la satisfacción personal han mejorado en las sociedades occidentales desde hace décadas.

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Es hora de replantearnos el papel del mal humor en nuestras vidas y reconocer que se trata de algo normal e incluso es una parte útil y adaptativa del ser humano, ayudándonos a afrontar muchas situaciones y retos diarios.

Una breve historia de la tristeza

En otras épocas, los cortos períodos de tristeza o de mal humor (conocidos como disforia leve) siempre se aceptaban como una parte normal de la vida cotidiana. De hecho, muchos de los grandes logros del espíritu humano tienen que ver con la idea de evocar, ensayar e incluso fomentar sentimientos negativos.

Las tragedias griegas servían para educar al público a la hora de hacer frente a las desgracias inevitables que son parte normal de la vida humana y las tragedias de Shakespeare son clásicos de la literatura porque tratan estos temas. Las obras de grandes artistas, como Beethoven y Chopin en la música o Chéjov e Ibsen en la literatura, también exploran los paisajes de la tristeza, un tema que desde hace mucho tiempo se considera instructivo y valioso.

Los filósofos de la antigüedad también creían que aceptar el mal humor es algo esencial para vivir una vida plena. Algunos filósofos hedonistas como Epicuro incluso reconocían que vivir bien consiste en juzgar con prudencia, moderarse, autocontrolarse y aceptar las adversidades inevitables.

Otros filósofos como los estoicos también destacaban la importancia de aprender a anticipar y aceptar las desgracias, como las pérdidas, la tristeza o las injusticias.

¿Qué sentido tiene la tristeza?

Los psicólogos que estudian cómo evolucionan nuestros sentimientos y comportamientos con el tiempo mantienen que todos nuestros estados afectivos (como los estados de ánimo y las emociones) tienen una utilidad: nos avisan de otros estados a los que necesitamos responder.

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De hecho, el abanico de nuestras emociones incluye muchas más negativas que positivas. Las emociones negativas como el miedo, la ira, la vergüenza o el disgusto son de utilidad porque nos ayudan a reconocer, evitar y superar situaciones amenazantes o peligrosas. Entonces, ¿qué sentido tiene la tristeza? Sobre todo si tenemos en cuenta que es el sentimiento negativo más común y uno de los problemas más frecuentes a los que se tienen que enfrentar los psicólogos.

Un sentimiento de tristeza intenso y duradero, como la depresión, es, obviamente, un trastorno grave y debilitante. Sin embargo, los estados de ánimo negativos leves y temporales pueden tener sentido para fines de adaptación, ayudándonos a hacer frente a los retos cotidianos y a las situaciones difíciles. Este tipo de sentimientos negativos también son una señal social que indica desconexión, abandono y búsqueda de protección. Cuando mostramos tristeza o mal humor, es más probable que alguien se preocupe por nosotros y nos intente ayudar.

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Algunos estados de ánimo negativos, como la melancolía o la nostalgia (el anhelo por el pasado), pueden incluso ser agradables y darnos información útil para planificar el futuro y aumentar nuestra motivación.

La tristeza también puede mejorar la empatía, la compasión, nuestros vínculos afectivos y la sensibilidad moral y estética. Sin olvidar que la tristeza ha sido durante mucho tiempo una fuente de inspiración para la creatividad artística.

Algunos de los experimentos científicos más recientes documentan los beneficios de los sentimientos negativos leves, que a menudo funcionan como señales de alarma automáticas e inconscientes, ayudándonos a prestar más atención y a fijarnos más en los detalles en situaciones difíciles.

Por el contrario, un estado de ánimo positivo (sentirse feliz) hace que pensemos de forma menos detallada y prestemos menos atención porque las situaciones nos parecen seguras y familiares.

Los beneficios psicológicos de la tristeza

Cada vez existe más evidencia científica de que los estados de ánimo negativos, como la tristeza, tienen beneficios psicológicos. Para demostrarlo, los investigadores previamente influyeron en el estado de ánimo de las personas (con películas felices o tristes, por ejemplo) para después medir los cambios en el rendimiento a la hora de realizar diferentes tareas cognitivas y conductuales. Estar triste o de mal humor tiene varios beneficios:

1) mejor memoria: En un experimento, un mal estado de ánimo (causado por el mal tiempo) hacía que la gente recordase mejor los detalles de una tienda de la que acababa de salir. El mal humor también puede mejorar la memoria de un testigo al reducir los efectos de otras distracciones, como la información irrelevante, falsa o engañosa.

2) mejor criterio: Si no es grave, el mal humor también reduce algunos prejuicios a la hora de formarse una opinión. Por ejemplo, los jueces que están un poco tristes juzgan de manera más precisa y fiable que el resto, puesto que procesan la información de forma más eficaz. Nos hemos dado cuenta de que el mal humor también reducía la credulidad y aumentaba el escepticismo a la hora de valorar mitos urbanos y rumores, incluso mejorando la capacidad de las personas para detectar un engaño. La gente un poco triste también es menos propensa a confiar en estereotipos simplistas.

3) motivación: Otros experimentos demostraron que cuando se les pedía a participantes felices o tristes que llevaran a cabo una tarea mental difícil, aquellos que tenían un estado de ánimo negativo se esforzaban más y eran más persistentes. Dedicaron más tiempo al ejercicio, intentaron responder más preguntas y tuvieron un mayor número de respuestas correctas.

4) mejor comunicación: Los estados de ánimo negativos que nos hacen prestar más atención también pueden mejorar la comunicación. Descubrimos que cuando la gente está triste utiliza argumentos persuasivos con más eficacia para convencer a los demás, pudiendo comprender mejor las frases ambiguas y comunicándose mejor al hablar.

5) mayor imparcialidad: Otros experimentos descubrieron que un el mal humor hacía que la gente prestara más atención a las normas y expectativas sociales, tratando a los demás de forma menos egoísta y más justa.

Contrarrestando el culto a la felicidad

Si exaltamos la felicidad y negamos las virtudes de la tristeza, nos estamos proponiendo algo inalcanzable e incluso puede que sea más fácil caer en sentimientos de decepción y llevarnos a la depresión.

Cada vez hay más consenso sobre la idea de que estar siempre de buen humor, pese a tener algunas ventajas, no es algo deseable a nivel universal.

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Estar triste o de mal humor nos ayuda a centrarnos mejor en la situación en la que nos encontramos, pudiendo analizar y responder a situaciones más exigentes.

Estos hallazgos sugieren que una búsqueda incesante de la felicidad muchas veces puede ser contraproducente. Hace tiempo que necesitamos tener claras las ventajas y desventajas de estar tanto de buen humor como de mal humor.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Fotos| Pexels.com, Unsplash.com

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