El motivo por el que el inventor de las cápsulas de café no tiene cafetera en casa y se arrepiente de su invento millonario

John Sylvan, como Robert Oppenheimer, reniega del descubrimiento más importante de su carrera aunque por razones distintas

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Robert Oppenheimer, el "padre de la bomba atómica", no es el único inventor arrepentido y reconvirtiendo en detractor de su propio descubrimiento... John Sylvan, por ejemplo, tendría mucho de lo que hablar con el famoso científico si este siguiera vivo. Aunque no tenemos del todo claro que su historia diera también para una película multipremiada en los Oscar, es cuanto menos significativa en tiempos de cambio climático.

Aunque en Europa somos principalmente consumidores de cápsulas Nespresso, en Estados Unidos está más extendido el uso de las "Keurig cups" o "K-cups". Ambos productos son tan parecidos que llega a ser difícil distinguirlos y muy fácil confundirlos, aunque no son intercambiables.

Aunque lo que aquí nos interesa es que las K-Cups las fabrica una empresa llamada Keurig Green Mountain, que se fundó a raíz del invento de Sylvan en 1990. Una idea millonaria que ahora lo atormenta debido a que las K-Cups generan grandes cantidades de desechos plásticos que no son biodegradables y que no pueden reciclarse, lo que es bastante malo para el medio ambiente.

Aunque, hay que matizar que se trata de una verdad a medias porque, desde 2006, Keurig fabrica diferentes tipos de K-Cups que son 100% reciclables (tal y como sucede con las cápsulas de aluminio de Nespresso). El problema es que no es fácil y mucha gente no se toma la molestia de hacerlo.

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Por un lado, los K-Cup deben dividirse en tres partes y reciclarse por separado (donde haya infraestructura para ello). Las cápsulas de de Nespresso, por otro lado, aunque son mejores en ese sentido, tiene el problema de que no en todos los países se pueden echar simplemente al contenedor correspondiente. Así que la firma ha tenido que montarse su propios sistema de recolección y reciclaje en el que se necesita tener cerca un punto de recogida.

Tal es el malestar que le provoca a Sylvan su propio invento que ya no forma parte de la empresa y tampoco tiene en casa una máquina Keurig. De hecho, ha argumentado públicamente que se debe a que "son caros y, además, no es que el café filtrado sea difícil de preparar".

Foto de portada | Laura Chouette

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