No es solo burnout, es que tus reservas emocionales están bajo mínimos y va a terminar costándote la salud
El estrés, por sí mismo, no tiene por qué ser un mecanismo o una emoción negativa. En primera instancia, se trata de una respuesta evolutiva, que provoca una serie de reacciones que el cuerpo tiene como respuesta a un estímulo que se percibe como amenazante. Sin embargo, si se mantiene en el tiempo es un problema. Uno que afecta al 59% de los españoles. Además de las señales de estrés normales como dolor de cabeza, tensión muscular o fatiga, hay otras señales algo más sutiles que indican que no solo estás estresada, sino que estás agotada emocionalmente.
Tienes mal humor muy a menudo
Que nos mostremos siempre enfadados o irascibles puede deberse a muchas causas y una de ellas es el estrés. Lidiar con el estrés de forma continuada es una de las razones por las que puedes sentirte enfadado todo el tiempo. Además, cuando estás emocionalmente agotado, la fatiga mental puede generar que tengas mal humor o te irrites con más facilidad de lo que lo harías en otra circunstancia.
Te cuesta hacer ejercicio
Puede que el deporte te haya costado siempre, pero cuando estás emocionalmente agotado, notarás que te cuesta mucho más. Tienes que hacer auténticos esfuerzos para decidirte porque otro de los síntomas del agotamiento emocional es la falta de motivación en todos los aspectos de tu vida. Además, cuando conseguimos sacar las ganas, la fatiga mental altera la cantidad de esfuerzo físico que estamos dispuestos a hacer en una sesión de ejercicio. Es decir, si conseguimos hacer deporte, será con mucha menos intensidad.
Tus hábitos alimenticios han cambiado
Existe una verdadera relación entre el apetito y las emociones, y cuando has alcanzado el agotamiento emocional, es posible que tus hábitos alimenticios cambien e incluso que tengas que lidiar con el hambre emocional. Comes sin hambre y normalmente productos que de otra forma no comerías. Piensa en la típica frase de “he tenido un mal y me merezco un helado”. A eso nos referimos.
Lloras sin motivo aparente
Me ha pasado. Cuando me siento completamente agotada emocionalmente, uno de los síntomas que menos comprendo es que lloro sin motivo aparente. Estoy viendo algo y de repente se me inundan los ojos de lágrimas. Cuando una persona está sometida a un estrés prolongado “los episodios de llanto tienden a acumularse y manifestarse. El cerebro y el cuerpo pueden estar sobrecargados, y llorar es una forma de liberar esta tensión acumulada”, explican desde la Escuela de Postgrado de Psicología y Psiquiatría. Nos cuesta más gestionar las emociones cuando surgen, como si tuviéramos un vaso de agua siempre lleno hasta el borde, solo una gota podría hacer que se saliera todo.
No duermes bien
No siempre es una señal sutil, pero puede que te pase desapercibida al principio. Hace unos años sufrí ergofobia y antes de que la ansiedad se instalara viví mucho estrés. Ese estrés me causaba alteraciones del sueño. Me despertaba una media de cinco veces cada noche, pero no lo asocié con el estrés. No me costaba dormirme, pero no me levantaba descansada y aún así, lo pasé por alto. La falta de sueño en momentos de agotamiento emocional termina siendo una pescadilla que se muerde la cola. Según el psicólogo Timothy J. Legg, “la falta de energía, la falta de sueño y la baja motivación pueden dificultar la superación del agotamiento emocional. Con el tiempo, este estado crónico de estrés puede causar daños permanentes a la salud”.
Te distraes fácilmente
Es normal que la productividad fluctúe. Nadie está concentrado al 100% durante toda su jornada laboral, pero cuando tus niveles de estrés son altísimos y tus reservas emocionales escasean, uno de los síntomas es que nos cuesta mucho más concentrarnos. Cada tarea te resulta abrumadora y te distraes continuamente.
Bebes más alcohol
Las drogas y el alcohol nunca serán una solución a ningún problema, pero detrás de un aumento en su consumo puede estar el agotamiento emocional. El estrés laboral se vincula con el binge drinking y consumo excesivo de alcohol especialmente en hombres, y es uno de los factores que interviene en la adquisición, mantenimiento y recaída de cualquier conducta adictiva. Cuando se sufre de agotamiento emocional se busca sentirse bien aunque solo sean unas horas, pero buscar alivio en las drogas o el alcohol puede acarrear problemas aún más graves que el agotamiento emocional en sí.
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