Por qué la adicción al shopping no se combate como otras adicciones

Por qué la adicción al shopping no se combate como otras adicciones

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Por qué la adicción al shopping no se combate como otras adicciones

Se acerca la primavera y tienes ganas de probarte algo de temporada, te metes en una tienda y encuentras un vestido fabuloso, ¿te imaginas que llevara un cartel en la etiqueta que te avisara: Cuidado comprar esta prenda puede repercutir en tu economía y relaciones sociales, piensa bien si la necesitas antes de comprar? ¿Cómo te sentirías si mientras cotilleas en tu tienda online favorita te apareciese un banner advirtiéndote de que llevas un cuarto de hora de shopping y cargando la cesta? Si la adicción a la compra se tratara de forma similar a la del juego, por ejemplo, el mensaje podría ser así: Llevas más de 15 minutos y más de 100 euros de compra. Cuidado. Comprar en Internet crea adicción. Impensable, ¿verdad?

Salir una tarde a comprar y consumir en tiendas online es un acto tan extendido y común como inofensivo, sin embargo, según un estudio del Hospital de Bellvitge, un 7% de la población española, puede padecer algún trastorno relacionado con las compras, y entre las personas afectadas, ocho de cada diez son mujeres. De entrada no parecen datos para tomarse a la ligera, pero entonces, ¿por qué la adicción al shopping no despierta la misma atención y medios que otras adicciones?

Todavía es pronto para tenerlo claro… o eso parece

Cuando se trata de determinar la adicción a una sustancia química, médicos, psicólogos y psiquiatras cuentan con unos criterios de diagnóstico que les sirven de guía, así como de unos protocolos de prevención y tratamiento. En cambio sobre la adicción a las compras todavía no se he llegado a un consenso firme entre los profesionales sobre si se trata de una adicción o de un trastorno de control de impulsos o conducta.

adicción compras

No ha sido hasta la última versión del DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), publicada en 2013, que se ha contado con un categoría referente a los trastornos no relacionados con sustancias, en la que se incluye el trastorno del juego, lo que abre una puerta a futuros diagnósticos sobre otro tipo de adicciones conductuales como las compras, internet, el sexo...

Pero por ahora tampoco hay acuerdo en puntos clave como si la conducta asociada es totalmente impulsiva o incluye actos planificados, si participa del circuito de recompensa de las drogas comunes en lugar de usarse para aliviar la ansiedad y otros problemas, o si es adecuado tratarla o no con fármacos… En definitiva, queda todavía mucho por investigar y conocer.

No es fácil separar lo normal de lo patológico

Si una amiga nos dice que se va sola todos los días al bingo, o que le gusta beberse media botella de vodka cada noche, seguramente se nos activarán todas las alarmas y relacionaremos estos comportamientos con una adicción, pero en cambio, si nos cuenta que se ha comprado cuatro pares de zapatos hoy, ayer tres abrigos en una tienda online y que mañana se va a pasar por el centro a mirar más cosas, lo más probable es que nos provoque envidia.

Decompras

En un mundo en el que impera la cultura materialista y el consumo, comprar más de lo necesario (incluso muchísimo más de lo necesario) no se asocia con un problema, más bien con éxito y estatus social elevado. Otra cosa es que después las deudas se acumulen y la situación se complique al punto de arruinarnos la vida.

No tenemos dudas de que fumar es malo, pero ¿ir de compras? ¡Ir de compras es buenísimo! activa la economía, nos hace felices, consigue que nos veamos más guapas… Algunos especialistas diferencian la compra compulsiva de la normal en que la primera no es racional, pero, ¿cuántas de las compras que solemos hacer habitualmente lo son? La línea entre lo normal y lo patológico es a veces muy difusa y todavía resulta más difícil de diferenciar si tenemos en cuenta que desde el inicio de un problema adictivo hasta su reconocimiento pasan una media de 13 años.

Lo mismo ocurre con la visa y los créditos. Endeudarse para adquirir cosas es algo muy común, al igual que hay compras compulsivas que aunque también sean excesivas o de escape, no perjudican a quien las realiza porque tiene el poder adquisitivo suficiente.

La diferencia que marca la cuenta corriente

Es más fácil reconocer a un adicto, o que este admita que necesita ayuda, cuando se mete en problemas serios. Si nos fundimos toda la nómina en ropa y luego no podemos pagar el alquiler o la comida, nuestra conducta es claramente desadaptativa y nos perjudica. Pero, ¿qué pasa con las adictas al shopping que reinan en Instagram o viven de los realitys? ¿Cuánta gente no las tiene como modelos a imitar?

 

Consumir de forma compulsiva, si te sobra el dinero, no se considera una adicción, por más que escape de tu control o te obsesione, en cambio si eres adicto a la marihuana, seas rico o pobre, eres adicto a la marihuana, no hay confusiones.

¿Cómo podrían tomarse medidas preventivas hacia la adicción a las compras cuando prácticamente todo a nuestro alrededor nos invita a consumir? La publicidad, los centros comerciales, las ofertas, fechas como el Black Friday o las rebajas se enfocan precisamente en conseguir que compremos el máximo de cosas, de forma totalmente irracional.

Los mensajes de advertencia en las cajetillas de tabaco afectan negativamente a las tabacaleras, la limitación de la entrada de ludópatas a casinos o bingos afecta a la industria del juego, pero intentar frenar la adicción al shopping, va contra el interés general de toda la sociedad de consumo.

Así que con este último punto tenemos otro posible motivo (de peso) más para que esta adicción no tenga la misma consideración que el resto, en definitiva ni es fácil de detectar, ni mucho menos de evitar o prevenir. Aunque quizá solo se trate de una cuestión de tiempo, todavía queda mucho por descubrir de nuestro cerebro en general y sobre las adicciones en particular.

¿Qué pensáis de la adicción al shopping? ¿Os parece tan grave como otras adicciones?

Fotos | Marta Popescu | Elene H. | Claudia Salinas

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