La Fundéu BBVA ya ha elegido su palabra del año 2018 y tiene un propósito eco

Son fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros que, o fueron fabricados ya de tal tamaño o se han formado a partir de la descomposición de otros productos. Se encuentran incorporados en el entorno: en las playas, el agua... Y de ahí pasan a nuestra mesa a través de la sal marina con la que cocinamos y de los animales que comemos.

Los microplásticos son un auténtico problema medioambiental y, por ello, la Fundación del Español Urgente la ha elegido finalmente como palabra del año 2018 entre otras candidatas como nacionalpopulismo, VAR, los nadie o procrastinar.

Los expertos calculan que, cada año, vertemos al mar unos ocho millones de toneladas de plástico. Un estudio de la Agencia Federal de Medio Ambiente de Austria y la Universidad de Medicina de Viena confirmaban recientemente el hallazgo, por primera vez, de muestras de microplásticos en heces humanas.

Las recomendaciones lingüísticas que diariamente emite la Fundéu están inspiradas mayoritariamente por las dudas y las consultas de los profesionales de los medios y, en ellas, sus responsables han encontrado decenas de términos relacionados con el medioambiente: ecocidio, alargascencia, ecoimpostura o ecopostureo, espigar, esmog, Hora del Planeta…

Así que, como manifiesta su director general, Joaquín Muller, no es raro que entre las candidatas a palabra del año hubiera varias de ese ámbito ni que la finalmente elegida haya sido "microplástico". Se trata de una forma de llamar la atención sobre el impacto que tienen durante millones de años productos que en ocasiones a penas usamos unos segundos.

De momento, este año en España y otros países, hemos vivido cómo los comercios eran obligados a cobrar las bolsas de plástico como medida para desincentivar su consumo. A ello se le suma que, hace unos meses, la Unión Europea llegó a un acuerdo por el que, a partir de 2021 estarán prohibidos en sus fronteras los vasos, platos y cubiertos hechos con plástico, así como las pajitas, los bastoncillos de algodón, los palos para globos y los contenedores de poliestireno expandido que se emplean en la comida envasada.

Mientras tanto, un buen propósito para 2019, podría ser intentar ir reduciéndolo de antemano en nuestras vidas.

Foto: Vivir sin plástico.

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