La importancia del uniforme en un festival de música

La importancia del uniforme en un festival de música
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La temporada festivalera ha comenzado. El Festival de Coachella es el evento principal de todos los que nos esperan por delante. En España la lista es grande y el SOS 4.8 es una de las primeras grandes citas para ir entrando en calor con la lluvia de conciertos que habrá en apenas meses. Ante tal ajetreo, las bodas y los preparativos de graduación quedan en un segundo plano. Hay que escoger el mejor uniforme para ir a tal o cual festi y eso no es tarea fácil.

La comodidad es lo de menos

T Wang
T de comoditat.

Es curioso cómo los festivales han pasado a convertirse en una cita obligada en las vacaciones de muchos. Y claro, eso no es solo por la música que vas a tener en el escenario, sino por todo lo que los rodea. Así que no sorprende a nadie que la comodidad sea lo de menos en un evento de tales proporciones (¿acaso las vacaciones son para descansar?).

Claro, vas al Primavera Sound y ya no extraña encontrarse a mujeres impolutas con unos tacones de más de 15 centímetros. Muy útil, sí. Sobre todo cuando un escenario está a la otra punta del recinto (el cual, por suerte, está asfaltado, salvo una parte) y tienes que aguantar allí todo el día. Si yo acabo muerto y llevo un zapato cómodo no sé cómo es posible que se sobreviva (para mí algunos festis son supervivencia pura) con 15 centímetros bajo los talones.

Hijo, llévate una rebequita

Rykiel
Me han dicho que la bici está de moda.

Al lucimiento personal se le suma una simple básica que no se suele cumplir: “hijo, llévate una rebequita“. El hijo no se la lleva. El hijo acaba helado a las 5 de la mañana. Y lo mismo con ella: hija sin rebequita. Hija helada. Hija que además lleva 15 centímetros de tacones. Hija que andará cual palomo cojo fibrilado, mediante espasmos en busca del taxi; antes habrá buscado el concierto de turno para meterse al bollo y conseguir calor. Oh, el calor, qué infravalorado está.

¡Pues llévate una rebequita, mujer! No hay manera. Y eso que el catálogo es extenso. Enumeremos por festi: un cardigan de Zara para el SOS 4.8, una sudadera de cuadros para el Viña Rock, el “sport-chic“ de Alexander Wang para el Sónar, una sudadera del grupo metalero de turno para el Sonisphere, la chaqueta de tu abuela para el Primavera Sound, la de pana para el Azkena, la sudadera mítica de rayas de Adidas para el Monegros,

Raquel en tu pueblo, Rachel en el festi

Balenciaga
Shh… háblame bajito que no me repuse a la falda de ayer.

La máxima de la verdadera importancia de un estilo propio se cae por su propio peso en varias personas que se transforman para ir a los festivales. Mientras en su pueblo son conocidas por Raquel, en el festi de turno son Rachel de la gran ciudad, cosmopolita de pro, con la lista de la Pitchfork de turno bien aprendida por un Spoty que hace dos días escuchaba grupos que ahora niega.

Personas de este perfil son fáciles de reconocer a la hora de vestir puesto que cumplen las dos máximas anteriores de forma clara, shorts incluidos, que no falten. Son personas que tienen dos variables: o bien integrarse en el festi elegido o bien demostrar que pasan de las tendencias y van por delante de ellas. El Sónar o el Primavera Sound son sus pasarelas, cada vez con más fotógrafos de street style; los que más interés prestan a los conciertos después de los de la primera fila de la barra del bar.

Combinaciones que no saben defender, que les quedan grandes o que han emulado después de verlas en su medio favorito. Mis preferidas: las que optan por el estilo masculino más moderno y las que escogen el más sensual pero sin provocar.

El juego de cambiarse la chaqueta

Chloe
Labios rojo pasión Mercadona, no fallan.

Una misma persona puede ir a todos los festivales de España, hacerse mil fotografías (¡sino no estuviste allí!) y parecer que tiene mil problemas de trastorno de personalidad antes que una sola. Si bien es cierto que hay que adecuar la ropa a cada contexto al que se va, con los festis pasa el caso extremo. Cada uno es otro mundo, partiendo de la base de que son todos iguales: música y diversión.

A cada música su perfil social, a cada perfil social su pose y a cada pose su moda. Rachel va a volver al pueblo a final de verano con la mente que ya no sabe si para salir de casa escoger los pantalones flúor que se llevó al Sónar o el vestido rosa palo que tanto triunfó en el Contempopránea. Lo mejor es que a algunas la chaqueta les dura lo que dura el festi, después vuelven a la rutina y su estilo es más anodino que una campaña de Cortefiel.

Ya el simple hecho de pensar cómo vestir en un festival añade un punto absurdo a esta tendencia del uniforme. ¿Y por la ciudad cómo vistes, Raquel? Anda y tira esos flecos tan molones a la basura, por favor.

Chanel
A dormirla, que ir guapa es muy duro.

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