La clave no es matarse en el gym: Carmen Lomana apuesta por moverse, nadar y alimentarse sano

A sus 77 años, Carmen Lomana presume de tener una piel radiante y de usar la misma talla que hace décadas. Su figura estilizada y sus brazos tonificados desafían el paso del tiempo, y lo más sorprendente: asegura que nunca ha pisado un gimnasio. Parece magia, ¿verdad? 

La socialité ha sido clara en numerosas ocasiones: "Soy vaguísima y nunca voy al gimnasio, es mi asignatura pendiente". Lo confesó sin tapujos antes de pandemia en el portal Bekia, consciente de que entrenar fuerza es fundamental para mantener el tono muscular. "Soy de las que digo: 'No puede ser, el lunes me apunto al gimnasio, porque ya es que se me va a caer todo.' Sin embargo, soy incapaz. Si tengo un rato lo que quiero es descansar y estar con mis amigos, cualquier cosa...", admitía en una entrevista.

Pero aquí está el enigma: su físico no concuerda con alguien que lleva toda la vida huyendo de las mancuernas. Los profesionales del fitness tampoco se lo creen del todo. Cuando les preguntan por Carmen Lomana, la respuesta es unánime: hace mucho más de lo que cuenta. Solo que ella no lo llama "ejercicio". 

El movimiento que no parece ejercicio (pero lo es)

En sus redes, Carmen Lomana ha explicado a sus seguidores "¿Es necesario matarse entrenando? Soy claro ejemplo de que no lo es, sí llevar una vida activa, caminar, nadar y, por encima de todo, alimentarse bien".

La clave está en entender qué significa realmente estar activo. Carmen Lomana no entrena, pero se mueve. Y se mueve mucho. Lo que para ella es simplemente "vida activa", para su cuerpo es un entrenamiento constante y variado que mantiene sus músculos despiertos y su metabolismo en marcha.

La natación, por ejemplo, está entre sus actividades favoritas. Aunque ella no la catalogue como deporte, nadar es uno de los ejercicios más completos que existen: trabaja todos los grupos musculares, mejora la resistencia cardiovascular y respeta las articulaciones. Durante la pandemia, además, se la vio pedaleando en una bicicleta estática en casa. 

"Aquí me tenéis irreconocible dándole que te pego pedaleando, pero es que si no rodaré cuando termine esto", escribía en redes sociales. Y añadía: "Es muy sano esto de la bici, me pongo salsa y merengue y me animo mucho más".

Ahí está otra de sus claves: la música. El baile es su gran aliado secreto, aunque ella lo viva como pura diversión. Se ha dejado ver en fiestas con amigos entregándose al ritmo, y lo que parece ocio es, en realidad, un potente ejercicio que tonifica piernas, glúteos, abdomen, espalda y brazos, al tiempo que mejora la flexibilidad, la resistencia y el equilibrio. 

Soltando perlas aquí y allá en diferentes entrevistas, Carmen Lomana ha ido revelando su verdadero nivel de actividad. En 2010, en una entrevista en el diario La Razón, la celebrity  señaló que le gustaba mucho "jugar a las palas porque se nota que soy del norte, pero en Marbella es muy difícil jugar en la playa porque no baja la marea". 

La realidad es que Carmen Lomana hace bastante más ejercicio del que reconoce. Puede que no vaya al gimnasio a levantar pesas, pero su intensa vida hace que siempre esté en movimiento.

La dieta, el otro pilar fundamental

El ejercicio (o el movimiento, como prefiere llamarlo) es solo una parte de la ecuación. La alimentación juega un papel protagonista en su bienestar. Carmen Lomana impulsa su salud con abundantes verduras, legumbres y una buena dosis de fruta. "Con el paso de los años he cambiado mis hábitos un poco, pero no mucho", explicó durante una entrevista.

Esta combinación de alimentación equilibrada y actividad física constante es lo que realmente marca la diferencia. No hace falta machacarse en el gimnasio si tu día a día está lleno de movimiento significativo y tus elecciones nutricionales son acertadas.

La lección de Carmen Lomana

Su caso nos enseña algo valioso: el ejercicio no tiene por qué parecerse a lo que vemos en Instagram o en las salas de musculación. Puede ser bailar en una fiesta, nadar en la piscina, pasear por la ciudad, jugar en la playa o pedalear mientras suena tu música favorita. Lo importante es moverse, hacerlo con regularidad y, sobre todo, disfrutarlo.

Porque al final, el mejor ejercicio es el que realmente haces, tal y como hace poco explicaba la entrenadora personal Ada Rodríguez, quien afirma que con ir una hora al gimnasio no hacemos nada si el resto del día llevamos una día sedentaria sin movernos de la silla o del sofá. Pero si consigues que el movimiento forma parte natural de tu vida, ni siquiera sentirás que estás entrenando. Solo estarás viviendo, activamente.

Fotografías | Facebook de Carmen Lomana

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