Caminar 20.000 pasos al día está muy bien, pero hacerlo podría costarnos nuestra salud mental

Creíamos que había que caminar 10.000 pasos y luego nos dijeron que era más. Pero ¿y si intentar conseguirlo nos termina generando ansiedad?

Anabel Palomares

Editor

De media, al día, en los últimos 12 meses he caminado 7456 pasos, pero la cifra está muy lejos de los 20.000 que recomiendan revistas como Vogue. La cifra, aseguran, es “transformadora” física y mentalmente y hasta hay quien dice que pasar tanto tiempo caminando le produce “estabilidad emocional y resiliencia”. Pero ¿qué pasa si nos obsesionamos con esos pasos y contarlos, en lugar de darnos bienestar, nos genera una mayor ansiedad?

¿Cuántos pasos hay que hacer al día para cuidarnos? Solo con caminar 4.400 pasos al día ya se relaciona con una menor mortalidad. A partir de los 7.500 pasos, los beneficios disminuyen. Hay otros estudios que hablan de que la gente que camina 8.000 pasos tienen menos probabilidades de morir prematuramente por enfermedades cardíacas y cáncer en comparación con aquellos que dieron 4.000 pasos. También hay quien habla de que 7.000 pasos son los ideales. Evidentemente movernos es algo saludable, especialmente cuando sabemos que el sedentarismo actúa como factor de riesgo para enfermedades metabólicas, cardiovasculares, pulmonares, neurológicas y un largo etcétera. Ahora se nos exigen 20.000 pasos.

De caminar por placer a caminar por deber. Pasear aumentó su magnitud tras la pandemia. Las personas que hacían caminatas y senderismo se multiplicaron por dos tras el confinamiento. Después, el hype siguió y ahora no solo paseamos: tenemos que llegar a los 20.000 pasos. Con eso en mente hay contenido en redes sociales de personas que caminan y leen. Otras que responden emails mientras caminan o que se levantan a las 4 de la mañana para caminar.

Muchas lo hacen en una cinta, no al aire libre, pero todos comparten sus logros en las redes sociales lo que nos hace pensar si realmente lo que buscamos es el beneficio mental y físico o solo el hecho de hacer check y que el mundo sepa lo “sano” que eres. O tal vez estamos ante un problema mayor porque cuantificar cada paso puede ser fruto de la idealización de la delgadez que vivimos y de ese deseo de ser productivos por encima de todo. Contar los pasos es una forma más de demostrar que somos extremadamente productivos porque conseguimos sacar tiempo para caminar 20.000 pasos diarios. Antes caminábamos por placer y ahora, por deber.

Pasamos de estar motivados a ansiosos. Los podómetros que tenemos en móviles y relojes son la herramienta perfecta para motivarnos. Nos ayuda a ponernos un objetivo y cumplirlo, pero pueden convertirse en lo contrario. Cuantificar una actividad aumenta la frecuencia con la que la realizas, pero hay un momento en que empiezas a disfrutarla menos. Las razones para caminar pasaron de ser porque les gustaba a porque te da una sensación de logro y productividad. "En general, el seguimiento de la actividad puede aumentar la actividad de las personas", dijo el profesor Jordan Etkin, "pero, al mismo tiempo, la medición tiene efectos perniciosos. Actividades placenteras pueden volverse casi como un trabajo".

"La medición dirige la atención hacia el resultado, lo que socava la motivación y la felicidad general", concluía Etkin. Según afirmaban Christopher Howse en The Telegraph, “estirar las piernas solía ser sinónimo de aire fresco y la emoción del descubrimiento; ahora es solo otro KPI (Indicador Clave de Rendimiento)” y añade que “estos dispositivos son “un parásito psicológico que se alimenta como una lamprea de los jugos de tu inseguridad". No nos movemos porque sea sano, sino porque es un objetivo que completar que puede llegar a obsesionarnos hasta producir ansiedad si no lo alcanzamos.

Entonces, ¿camino o no para cuidar mi salud mental? Ante esta pregunta la respuesta es clara: camina. Caminar puede convertirse en todo el ejercicio físico que necesitas, pero si la presión de alcanzar un objetivo específico como esos 20.000 pasos, reconsidera la forma en que caminas y los objetivos que tienes. El deporte no debería generarte ansiedad, al contrario, debería ayudarte a aliviarla. Busca un objetivo más flexible, más realista para ti y por lo tanto, mejor para tu salud mental. O sal sin el reloj, que suficientes objetivos tenemos que cumplir en la vida como para sumarle uno más.

Fotos | Delphine Beausoleil en Unsplash, Fiona Jackson en Unsplash

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