El cambio de armario es una tarea periódica (como mínimo, la realizamos dos veces al año) en la que tendemos a procrastinar. Así, salvo las más ordenadas y previsoras de la sala, ¿quién no se ha encontrado un mes de agosto con los jerséis en la primera fila de la estantería y las medias presidiendo el cajón?
Desarrollar un sistema de cambio de armario que se adapte a nuestra ropa, nuestro hogar e incluso la ciudad en la que vivimos será fundamental para evitar entrar en el otoño sin haber bajado del altillo la ropa de primavera. Conseguir ese objetivo (algo que, además, nos ayudará a comprar menos prendas innecesarias y a sacar el máximo partido a lo que ya tenemos) será más fácil de la mano de IKEA.
La firma sueca, abanderada del orden en el hogar y de ponérnoslo fácil, cuenta con múltiples soluciones para que diseñemos un paso a paso de cambio de armario a nuestra medida. Aquí van algunas claves infalibles.
Cada cosa en su lugar (y un lugar para cada cosa)
Parece una obviedad, pero es fundamental tener claro dónde guardar cada cosa. Así, sabremos en todo momento dónde encontrarla y dónde recogerla y evitaremos la tentación de ser desordenadas. Hacerse un croquis o un pequeño mapa en papel nos puede ayudar en la tarea de “componer” el espacio de nuestro armario. Incluso hay quienes etiquetan las baldas y cajones para ir a tiro hecho.
Con el espacio reservado para cada tipo de prenda, conviene tener en mente dos áreas: zonas frías y zonas calientes de almacenaje. Las primeras las dejaremos para la ropa que no es de temporada (a saber: abrigos en verano, vestidos ligeros en invierno, etc.); las segundas, para aquellas que empleamos a diario o semanalmente.
Las zonas frías deben estar apartadas (para obligarnos a hacer el cambio de armario), pero lo suficientemente accesibles como para que no nos pueda la pereza. La parte superior del armario o el espacio debajo de la cama son dos buenos rincones. ¿Y cómo almacenar en ellos la ropa que no empleamos? En cestas, como el modelo PUDDA (10€), o en bolsas, como RENSARE (5€).
¿Qué hay de esas prendas de fiesta que no quieres plegar, pero tampoco tener a la vista? Guárdalas en fundas como PLURING (2€) y en un lateral del armario, en la zona menos accesible.
Una buena base
Tener una buena base de orden (en lo que ayuda mucho el paso anterior) será esencial para un cambio de armario eficaz. Pero, en esas dos veces al año que damos la vuelta al ropero, conviene hacer una limpieza general y optimizar al máximo el espacio disponible (siempre pueden surgir nuevas necesidades o se nos pueden ocurrir ideas para guardar mejor las prendas).
Como consejo general para crear esa buena base, ponte en ‘modo Marie Kondo’ y dona o regala todo aquello que ya no emplees (si no lo has usado en dos temporadas, lo más probable es que no lo vuelvas a vestir). Aprovecha la ocasión para vaciar por completo el armario, limpiarlo, perfumarlo y recolocarlo de nuevo.
Al ordenar camisetas, blusas, faldas y pantalones, hazlo por colores, de más claro a más oscuro: además de placer visual (y un armario digno de fotografía en Instagram), esto te aportará más agilidad, pues será más sencillo encontrar y recoger las prendas, lo que contribuirá a un ropero más ordenado.
Cajas, bolsas y perchas: hazlo fácil
No solo mantener el orden, sino también hacer el cambio de armario, será más sencillo si mentalmente tenemos claro cómo va a ser el proceso y dónde vamos a colocar cada pieza. De nada nos sirve tener un gran espacio de almacenaje si no sabemos dónde empezar a guardar. Para eso, las cajas, bolsas y perchas serán nuestras grandes aliadas. Además, nos permitirán maximizar el espacio disponible.
“¿Más perchas para ser más ordenada?”, te preguntarás. La respuesta es sí: si colocas tres camisas en la misma percha, superponiéndolas, el riesgo de que a) no vistas apenas la que está más abajo y b) las acumules en la silla porque ya no sabes dónde estaban colgadas crecerá exponencialmente.
También conviene adecuar cada percha al tipo de prenda: el modelo SNYGGING de IKEA (3€/2 unidades) es antideslizante y perfecto para blusas de tirantes o camisas de seda, que tienden a resbalarse y acabar en el fondo del armario. Por su parte, el modelo STRYKIS (4€) es perfecto para colgar dos pares de pantalones en la misma percha, pero de manera independiente.
No hay que perder de vista que nuestro armario debe evolucionar con nosotras, ser un espacio vivo que se adapta a cada estación. Así, en invierno puede que necesitemos un extra de almacenaje, pues los jerséis y bufandas abultan más que las prendas estivales. En ese caso, nuestro secreto mejor guardado serán los organizadores colgantes de IKEA, como los modelos STUK (8€) y RASSLA (8€).
Son tremendamente sencillos de colocar (se cuelgan de la barra del armario) y funcionan como una estantería extra. Para la temporada de primavera verano, podemos utilizarlos para los bolsos y sombreros o, directamente, guardarlos con la ropa de invierno.
De los cajones al zapatero
Tan importante como dar un buen repaso al armario con el cambio de estación es hacer lo propio con los cajones y el zapatero. Deberemos seguir las mismas máximas que con el ropero: colocar en las zonas más inaccesibles lo que no vayamos a emplear y apoyarnos en los divisores y organizadores, como los de la serie KOMPLEMENT de IKEA, para aprovechar todo el espacio y mantenerlo ordenado durante meses.
En el caso del zapatero, lo ideal es hacer una sencilla puesta a punto de todos los pares antes de recogerlos. Bastará con limpiarlos (incidiendo especialmente en la suela) y guardarlos con papel de periódico insertado en el empeine para evitar que se deformen. Si haces esta tarea antes de guardar el calzado hasta la próxima temporada, tu “yo del futuro” te lo agradecerá: hacer el cambio de armario será menos pesado si tus zapatos favoritos te esperan limpios y listos para usarse.
¿Necesitas un extra de espacio? El zapatero colgante SKUBB (7€) será tu gran aliado: en él podrás guardar también pañuelos y otros accesorios, como gafas de sol.
La clave: extrapolar tu sistema al resto de la casa
Si defines tu propio sistema de cambio de armario, en un par de temporadas lo habrás interiorizado y te será más fácil, rápido y mecánico, lo que disminuirá la pereza de emprenderlo. Además, después podrás extrapolarlo al resto de la casa, de la cocina al salón, el baño o los cajones de la ropa de cama.