Una prueba que dice más sobre ti de lo que imaginas
Desde fuera puede parecer la típica entrevista de trabajo de libro: buenas maneras, preguntas de currículo y un café para romper el hielo. Pero a veces eso que parece rutinario es, en realidad, una trampa camuflada. Una silla mal nivelada, con una pata más corta de lo habitual, puede estar puesta ahí a propósito.
Lo que muchos reclutadores llaman la test de la silla consiste en sentar al aspirante sobre un asiento cojo, mientras a su lado espera otra silla perfectamente estable. El plan no es hacer daño ni gastar. Es observar. Observan si el candidato aguanta la entrevista sin pestañear, si pide un cambio con educación o si se dedica a quejarse mientras sigue sentado y recibiendo preguntas.
Para quienes lo defienden, esta prueba revela mucho más que un "no" o un "sí" al currículum. Quiere medir algo intangible: la capacidad de adaptación, la iniciativa, la sangre fría ante un imprevisto. Quieren ver si el tipo es de los que se quejan o de los que actúan, si ante un inconveniente demuestra temple o se ahoga en un vaso de agua.
El problema es que esta táctica puede ser tan subjetiva y arbitraria como injusta. Que alguien se queje de una silla coja no debería ser signo de debilidad: tal vez sea señal de que respeta su comodidad, su dignidad o simplemente no ve lógico aceptar un maltrato.
Pero bajo este sistema, pedir otra silla puede interpretarse como "capacidad de negociación", mientras que protestar o dudar puede convertirse, en manos equivocadas, en "insuficiente actitud".
Al final, lo que pretende una empresa cuando mete esa silla coja en medio de una entrevista no es solo ver tus habilidades, sino explorar tu carácter. Quiere saber qué haces cuando te tambaleas: si te mantienes firme, buscas soluciones o te desvives en protestas.
Pero también pone en evidencia lo arbitrario del proceso y lo vulnerables que pueden quedar quienes no encajan en un perfil de "aguanta-todo". En esas situaciones, parecer profesional puede depender más de una pata de silla que de lo que hayas estudiado o trabajado.
Salir adelante en una prueba que pone a cualquiera contra las cuerdas no siempre consiste en tener todas las respuestas, sino en aprender a moverse entre la incertidumbre con calma y cabeza fría. A veces el verdadero reto no está en la dificultad del camino, sino en cómo uno decide enfrentarlo, paso a paso, incluso cuando nada parece estar del todo claro. Esta prueba no es la excepción, y entender cómo abordarla puede marcar la diferencia entre sentirse abrumado o mantener el control.
Foto de Daoud Abismail en Unsplash
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