Desde el año 2021 ha crecido una modalidad de despido en las empresas que ha afectado mayoritariamente a los contratos indefinidos. Los datos extraídos de la Estadística de la Tesorería de la Seguridad Social son claros: entre 2021 y 2022, los despidos disciplinarios se han incrementado un 62,69%. De hecho, en 2022 el número de despidos disciplinarios se duplicaba con respecto a años anteriores. 444.492 expedientes por esa causa, frente a los 278.671 de 2021.
El segundo dato que nos interesa es que en los casos de despido disciplinario, el 90,8% eran contratos indefinidos. Este dato, sin duda, es una resaca de la reforma laboral en la que se eliminaron algunos modelos de contratos laborales para reducir la temporalidad, buscando en su lugar que se ampliara el número de contratos indefinidos para mejorar las condiciones laborales.
Pero las empresas han encontrado en los despidos disciplinarios la herramienta para echar a sus trabajadores indefinidos, algo que es más que evidente después de ver los datos. Te contamos qué es un despido disciplinario y cómo podría afectarte.
Qué es un despido disciplinario
El despido disciplinario es una modalidad de despido en la que de forma unilateral, se rescinde el contrato de un empleado argumentando un incumplimiento grave y culpable del trabajador. Así, este tipo de despido procedente es la herramienta que usan las empresas para deshacerse de los empleados con contratos indefinidos, argumentando una causa justificada.
Los motivos para un despido disciplinario
Para conocer las posibles causas que podrían provocar un despido disciplinario, acudimos a los artículos 54 y 55 del Estatuto de los Trabajadores, documento en el que podemos ver esos términos que serían el argumento por el que una empresa podría terminar con nuestro contrato aunque este fuera indefinido. Los motivos para un despido disciplinario son:
- Las faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo.
- La indisciplina o desobediencia en el trabajo.
- Las ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan en la empresa o a los familiares que convivan con ellos.
- La transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo.
- La disminución continuada y voluntaria en el rendimiento de trabajo normal o pactado.
- La embriaguez habitual o toxicomanía si repercuten negativamente en el trabajo.
- El acoso por razón de origen racial o étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual y el acoso sexual o por razón de sexo al empresario o a las personas que trabajan en la empresa.
Puede que estés viviendo en tu propia piel este tipo de despido disciplinario, pero es importante recalcar algo: no es suficiente con que una empresa alegue que cumples con alguna de las causas nombradas.
Si has sufrido un despido disciplinario y no has cometido ninguna de las “infracciones” de las que te acusan, puedes recurrir a la justicia para que esta valore si la argumentación y las pruebas que ha aportado la empresa son concluyentes y demuestran que sí has incumplido. Si no lo fueran, el despido puede declararse nulo o improcedente, y que se fije una indemnización para el empleado. Incluso es posible que recuperes tu puesto.
El problema real detrás de los despidos disciplinarios
Esta herramienta usada por las empresas es en realidad una forma de tratar los contratos indefinidos como si fueran temporales. Es como si tuviera truco, porque lo que en realidad ocurre es que se hace un mal uso de los contratos laborales por parte de las empresas, aprovechándose de los derechos laborales de los trabajadores.
Te vamos a poner un ejemplo muy claro para que lo entiendas y que explicaba Jorge Puente, abogado del Colegio de Gestores Administrativos de España a The Objective. “A un trabajador que ha estado trabajando seis meses, y si nos vamos a los rangos mínimos de salario, no le compensa reclamar porque el abogado le sale más caro que lo que pueda recibir finalmente.” Es decir, seguimos siendo temporales sin saberlo, con una falsa ilusión de seguridad que en realidad, ni existe.
Fotos | Helena Lopes, Romain Dancre y Collab Media en Unsplash
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