El envejecimiento no es progresivo y se produce en tres edades diferentes. La primera llega antes de lo que creíamos

Hay tres años clave en los que se produce un punto de inflexión a nivel molecular que lo cambia todo

Anabel Palomares

Editor

Celtas Cortos decía en ‘La senda del tiempo’ que “a veces llega un momento en que te haces viejo de repente”. Puede que no fuera solo lírica, porque la ciencia ha descubierto que no envejecemos de forma progresiva, gradual y lineal como se creía, sino que lo hacemos de forma drástica en torno a tres momentos concretos de nuestra vida. Una de ellas llega mucho antes de lo que podrías imaginar.

No envejecemos poco a poco, sino de golpe. Los primeros indicios de que el envejecimiento no es gradual sino que se produce por etapas, surgió al estudiar a las moscas de la fruta (Drosophila). Los expertos propusieron que el proceso de envejecimiento de la Drosophila es bifásico: avanza lentamente durante la mayor parte de la vida adulta de la mosca y de forma repentina, envejece de golpe. También ocurre con los gusanos nematodos y el pez cebra. Y con los humanos. A los 78 años, por ejemplo, la capacidad de producir nuevas células sanguíneas disminuye drásticamente y eso provoca más riesgos de anemia y otras afecciones como disfunción eréctil, mala regeneración de los tejidos o leucemia.

Las edades clave en las ocurre todo: los 34, los 60 y los 78 años. En este otro estudio se analizó cómo cambian las proteínas plasmáticas a lo largo del envejecimiento humano y se descubrió que los participantes se agrupaban en cuatro grupos: menores de 34 años, de 34 a 60 años, de 61 a 78 años y mayores de 78 años. Dentro de cada grupo, los perfiles proteicos eran muy similares, pero a las edades de 34, 60 y 78 años, cambiaban repentinamente. Según este otro análisis de la Universidad de Stanford y liderado por Michael Snyder, de las miles de moléculas que rastrearon, el 81% cambió de forma no lineal con la edad. De nuevo los picos coinciden en los 34 y 60 años. No se pudo ver si también coincidía con los de 78 años porque los participantes de más edad sólo tenían 75 años.

Se producía lo que se conoce como un punto de inflexión que ocurre cuando un sistema sufre un cambio abrupto de un equilibrio a otro, algo que se aplica al medio ambiente, por ejemplo, pero que no se había asociado al envejecimiento hasta ahora. Así, podríamos decir que el envejecimiento se produce en tres puntos de inflexión: a los 34, a los 60 y a los 78 años. Coincide con lo que afirma Maja Olecka, investigadora del Instituto Leibniz sobre el envejecimiento, en su último estudio.

En esos momentos de envejecimiento se producen cambios moleculares a nivel fisiológico, lo que provoca varias cosas como una aceleración del desgaste muscular, un deterioro de la piel y una alteración de nuestra capacidad para metabolizar el alcohol. Por eso las resacas a partir de los 34 son muchísimo peores a como eran con 20 años. Personalmente tengo que decir que lo noté. Muchísimo.

Saberlo sirve para entender el envejecimiento, pero también para tratarlo. Además de cómo cambian nuestras células en momentos determinados de nuestra vida, los puntos de inflexión pueden ser la base de algunos patrones sobre la aparición de enfermedades relacionadas con la edad. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares aumenta del 16% al 40% a los 40 años, y luego se mantiene estable hasta los 59. A los 60 años, el riesgo se dispara hasta el 75%. También existen tres períodos en los que la tasa de mortalidad se acelera de forma leve pero perceptible, a los 17, 38 y 60 años. El primero puede deberse a factores extrínsecos como los accidentes, pero los otros dos coinciden con esos puntos de inflexión moleculares.

No podemos luchar contra el envejecimiento, pero si retrasarlo. La pregunta que surge de forma inevitable es si ese envejecimiento que se produce de golpe tras los puntos de inflexión, puede pararse. Según Snyder, la transición alrededor de los 40 se debe, en parte, a cambios en el estilo de vida. "La gente no hace tanto ejercicio, se vuelve más sedentaria y probablemente no come tan bien, lo que les pasa factura al llegar a los 40", afirmaba en New Scientist, por lo que si queremos retrasar la llegada, quizá deberíamos empezar a cuidarnos con dieta y ejercicio antes. Olecka explica que se están buscando tratamientos antienvejecimiento que funcionen para todos, pero “deberíamos buscar estrategias para detener o retrasar esas transiciones”. De momento, tratemos de retrasar la que llegará a los 60 porque para la de los 34 ya vamos tarde.

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