Adrián Chico, psicólogo: “Te obsesionas con alguien que conociste hace dos días porque te enganchas de la idea que tienes de él en la cabeza”

Aunque idealizar a una pareja es normal al principio de la relación, puede esconder una prisa que es muy mala consejera en esto de las relaciones

Anabel Palomares

Editor

Tuve una amiga hace algunos años que se enamoraba perdidamente cada mes. Cuando el lunes llegaba al trabajo me hablaba de un hombre perfecto, del amor de su vida, de que por fin lo había encontrado… Se enganchaba tras dos citas, solo que cada mes era un hombre diferente porque cuando descubría quién era en realidad, se desencantaba. Sufría y otra vez vuelta a empezar. Al mes siguiente ese sí era el definitivo, hasta que dejaba de serlo. Lo que ella vivía es una idealización temprana del amor que nos explica el psicólogo Adrían Chico en sus redes sociales.

Lo que explica el psicólogo es que en realidad “no te estás enganchando de la persona, te estás enganchando de la idea que tú has creado en tu cabeza de esa persona”. No tiene nada que ver con tu imaginación, sino más bien con tus ganas de enamorarte. Según Chico, tienes tantas ganas de enamorarte y de que esta vez sí salga bien, que “coges a alguien a quien apenas conoces y lo conviertes en el protagonista de un romance perfecto”. Concretamente de tu romance perfecto. El problema es que en realidad “solo tienes cuatro datos reales de cómo es esa persona con la que te vas a vincular”, explica.

La idealización temprana en el amor

La teoría del apego explica que las personas con ciertos estilos de apego (especialmente ansioso) tienden a llenar los huecos con expectativas o fantasías, lo que se suma a lo que explica la antropóloga Helen Fisher en su libro ‘Por qué amamos: Naturaleza y química del amor romántico’. Cuando empezamos a enamorarnos, el cerebro activa sistemas de recompensa que tienden a sobreestimar lo positivo y a ignorar señales neutras o negativas. Esa activación dopaminérgica intensifica la idealización y el sesgo positivo. Por su lado, esta idealización romántica hace que asignemos ciertos atributos imaginarios a nuestra posible pareja, pero lo cierto es que no tenemos información para saber quién es en realidad.

Chico lo explica con un simil muy visual: la persona en la que te has fijado es un dibujo sin pintar. Cada cosa que conoces pinta una de las parcelas de un dibujo en blanco, así que después de quedar varias veces tienes una parte mínima de su persona coloreada. Pero tus ganas y tu prisa, hace que colorees el resto del dibujo con lo que imaginas, no con lo que sabes en realidad. “Ese romance perfecto y la idea de él es la que proyectas sobre la persona”, asegura. En las fases iniciales del enamoramiento se aumenta nuestra dopamina, que refuerza la anticipación de recompensa, y nuestra oxitocina, que favorece la sensación de conexión incluso cuando la relación es incipiente. Por eso podemos sobreinterpretar gestos mínimos como señales de interés profundo.

Cuando coloreamos el dibujo del que hablaba Chico pasan dos cosas: idealizas lo que aún no has visto y te decepcionas cuando descubres quién es en realidad o cuando hace algo diferente a como esperarías que hiciera. No porque sea alguien malo, sino simplemente porque lo que imaginaste que era no se parece a la realidad. Esa versión que pintaste no coincide con quien es en realidad. Es decir, se produce una disonancia entre la persona imaginada (la que pensaste que era) y la real (la que es). La realidad contradice tu fantasía y se produce una desilusión por idealización. Esto no implica que la otra persona te haya engañado, sino que generaste tú una discrepancia al anticiparte sin conocerle.

En lugar de conocer a la persona, explica el psicólogo, tú “has rellenado los huecos con tus deseos, con tu imaginación y con tu idea de romance perfecto. También lo rellenas con tus heridas de apego, con tus carencias y con tus necesidades”. En lugar de daros tiempo para conoceros en profundidad antes de vincularos, tu prisa rellena los huecos porque como afirma Chico, “no te obsesionas por amor, te obsesionas por proyección”. Proyectas en otra persona lo que deseas.

Esto no significa que no tengas que ilusionarte cuando conoces a alguien, sino que tienes que aprender, como bien apunta Chico, a “conocer a la persona antes de imaginarte nada”. No toda ilusión es negativa ni mucho menos patológica. Dentro de las fases del amor es completamente normal idealizar a la otra persona, pero tenemos que ser conscientes de que cuando estamos conociendo a alguien, precisamente le estamos conociendo. No podemos pensar que es todo cuanto ansiamos cuando hemos tenido dos citas con él. Dedica tiempo a conocerte y darte a conocer porque las relaciones verdaderamente significativas no se despiertan de la noche a la mañana: necesitan tiempo para colorear todos los espacios en blanco y ver a quien realmente tienes frente a ti.

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Fotos | Centro Adrián Chico

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