Según el psiquiatra, nos impide sentir que hemos vivido una vida plena
Leonardo Da Vinci decía que “así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, una vida bien usada produce una dulce muerte”, pero al llegar al final de la vida no es raro que reflexionemos sobre ella y que nos arrepintamos, tanto de lo que hemos hecho como de lo que no. En torno a esto, a esos arrepentimientos que podemos sentir antes de morir, habla también el Estudio del Desarrollo Adulto de la Universidad de Harvard, que lleva más de 85 años analizando mucho más que lo que nos hace felices.
Dirigido por el psiquiatra Robert Waldinger, algunos de los hallazgos del estudio se publicaron en ‘Una buena vida’, entre ellos qué es de lo que más se arrepienten hombres y mujeres antes de morir. El experto aseguraba en el libro que al preguntar a hombres y mujeres de entre 70 y 90 qué cosas habrían preferido hacer menos y cuáles más, tanto hombres como mujeres aseguraban que se arrepienten de haber dedicado mucho tiempo a preocuparse y muy poco a actuar de forma que se sintieran vivos, especialmente en la mediana edad. Haciendo una valoración de toda una vida, el mayor arrepentimiento para ellos es haber trabajado demasiado. Para ellas, la respuesta es triste y un reflejo de una sociedad que siempre nos ha oprimido: invertir demasiado esfuerzo en lo que otros pensaban de ellas, en lugar de vivir de una forma más auténtica y fiel a ellas mismas.
Preocuparnos demasiado por lo que otros piensen
Este arrepentimiento también lo reflejaba la enfermera de cuidados paliativos Bronnie Ware en su libro ‘Los cinco mandamientos para tener una vida plena’, en el que recopiló los cinco mayores arrepentimientos de los moribundos. El más común es no haber tenido el valor de vivir una vida fiel a uno mismo, no la vida que los demás esperaban de ellos. Vivir una vida tratando de complacer a los demás y ajustándose a un patrón y una vida que se espera de ellos pero que no es la que querían vivir, es el denominador común.
Según el estudio, la necesidad de validación externa limitó su libertad para tomar decisiones basadas en sus propios deseos y necesidades, lo que sin duda dificultó su desarrollo personal. Si pensamos que durante años reprimimos nuestras necesidades y deseos en pos de una sociedad que nos dice cómo debemos ser, lo normal es que terminemos perdiendo nuestra propia identidad.
Las participantes del estudio aseguraban que, después de haber vivido de acuerdo con las expectativas sociales, sintieron que habían vivido una vida menos auténtica. La buena noticia para el resto de mujeres es que estamos a tiempo de evitar que nuestro mayor arrepentimiento antes de morir sea el de no haber sido fieles a nosotras mismas. Quizá el momento de romper moldes y dejar de querer encajar en una sociedad que nos pide ser perfectas en todos los momentos de nuestra vida y nos centremos más en intentar ser nosotras mismas y buscar la felicidad en esos momentos.
Una cosa antes de terminar. Tanto las mujeres como los hombres coincidieron en lo más importante de sus vidas: las relaciones. Son estas, las relaciones profundas y significativas las que dan valor a la vida y más significan cuando vemos el final del camino cerca. No son las casas que hemos tenido, el trabajo, los coches ni los logros. La piedra angular de la felicidad siempre son las relaciones. La buena noticia es que estás a tiempo de sumar momentos y relaciones a tu vida.
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