Lejos de dictar cómo actúan los hombres frente al dinero, las hormonas apenas tienen peso cuando se trata de decidir con cabeza fría
Desde hace décadas existe la idea de que la testosterona, esa hormona frecuentemente asociada con la masculinidad, convierte a los hombres en seres más impulsivos, agresivos o propensos a asumir riesgos, especialmente cuando se trata de decisiones económicas. El tópico ha sido tan persistente que es muy común el ver el cliché de cómo algunos hombres "se la juegan" en negocios, apuestas o inversiones de alto riesgo.
Pero ahora, un estudio reciente de gran envergadura parece poner en jaque ese mito: la testosterona, al menos en aumentos agudos, no parece alterar el comportamiento económico de los hombres.
La investigación en cuestión fue llevada a cabo por científicos del Stockholm School of Economics y la Universidad de Nipissing, entre otras instituciones, y ha sido descrita como la más grande hasta la fecha que indaga sobre este tema. En este estudio, participaron alrededor de 1.000 hombres, con edades comprendidas entre 18 y 45 años, quienes fueron asignados al azar para recibir ya fuera una dosis nasal de 11 miligramos de testosterona o un placebo idéntico.
Tras esperar unos treinta minutos para que la sustancia hiciese efecto, los sujetos realizaron diversas tareas relacionadas con el comportamiento económico: elecciones entre opciones seguras o riesgosas, decisiones de cooperación, generosidad, preferencia por competir, entre otros juegos clásicos en el ámbito experimental. Al comparar las decisiones tomadas por el grupo que recibió testosterona frente al que recibió placebo, los resultados fueron contundentes: no hubo diferencias estadísticamente significativas en ninguno de los nueve criterios principales analizados.
En otras palabras, los hombres tratados con testosterona no tomaron más riesgos, no ofrecieron menos generosidad, no rechazaron más ofertas “injustas” ni optaron más por competir, en comparación con quienes recibieron placebo.
Este hallazgo desafía de raíz la narrativa dominante: los autores del estudio afirman que muchas investigaciones previas que apuntaban a un efecto de la testosterona sobre la toma de decisiones económicas se basaban en muestras pequeñas o procedimientos no pre-registrados, lo cual deja margen para sesgos o resultados falsos.
En cambio, este experimento masivo con diseño doble ciego y análisis predefinido ofrece una evidencia más robusta, al mostrar que un incremento agudo de testosterona tiene efectos muy limitados (o incluso nulos) sobre el comportamiento económico en hombres en ese contexto.
Más allá de los detalles técnicos, esta investigación tiene implicaciones interesantes para cómo interpretamos viejos estereotipos. A menudo, la testosterona ha sido usada como explicación rápida de comportamientos "masculinos" extremos: alguien pierde el control, asume riesgos excesivos o toma decisiones agresivas, y se afirma que "es la testosterona que le subió".
Pero si incluso un aumento sintético de esta hormona no desplaza el comportamiento económico en el corto plazo, es razonable cuestionar cuánta validez real tienen esas explicaciones simplistas en la vida cotidiana.
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