Siete cosas que no me gustan y una que me encanta de mis amigas que son madres

Novios, bodas, bautizos, comuniones... la vida cambia y el número de encuentros disminuye. La llegada de un hijo marca un antes y un después en la vida de toda mujer. Así que si eres de esas chicas solteras y sin hijos, con amigas madres, seguro que te sientes identificada en alguno de estos momentos. Estas son las siete cosas que no me gustan y una que me encanta de mis amigas que son madres.

Lo que no me gusta

  • Cenas anuladas porque los niños no se pueden quedar con sus maridos, es decir, los padres de la criatura. Después de varias semanas intentando cuadrar para quedar y por fin vernos, llega el día, y de repente suena el whatsapp: dos escriben que los niños están con fiebre y que el famoso dalsy no ha hecho el milagro esperado. Mi pregunta es ¿no puede quedarse el padre cuidando de su hijo? Parece ser que no, así que el plan se anula o de cuatro pasamos a ser dos.

  • Temática de niños modo on. Ese momento en que te sientas en la mesa después de decirnos lo guapas que vamos, preguntar de dónde es el vestido de turno o si vas cómoda con ese taconazo. Y llega el temido momento y el que esperas como en cada encuentro: conversaciones monótonas de biberones, tomas de pecho, pañales, colegios, pediatras, mal comportamiento, deberes.... aderezado con un "pero merece la pena".

  • ¿Familia perfecta?. Y por supuesto, todo esto va acompañado de un "sólo me encargo yo de los niños", pero a la vez presumen de su fantástica e idílica vida. Sí, mis amigas gritan a los cuatro vientos que son una familia perfecta que se profesa amor eterno y que son súper felices. Permitidme el beneficio de la duda... cuando veo y escucho cosas que no me cuadran.*

  • Llamadas que nunca se devuelven. Sales de trabajar y llamas a tu amiga para contarle lo enfadada que estás con ese chico que no te quitas de la cabeza y que te la ha vuelto a "liar". La conversación comienza bien, pero a los pocos minutos, un niño llora, otro grita y tu amiga te acaba colgando. "Te llamo después del baño" llamada que nunca se produce hasta la cena de amigas donde, si se acuerda, te pregunta: ¿qué pasó con ese chico que me contaste? Mentira, nunca te llegué a contar...

  • Adaptarte a su entorno. Y siguiendo el hilo de las llamadas, ni qué decir tiene que eso de tomar un café, un refresco o una cerveza, ya no es posible. Ahora soy yo la que, si quiero ver a una de mis amigas, tengo que acudir a su entorno. Esto se traduce a una parque de bolas si hace frío o llueve y a un parque al aire libre si luce el sol. En este entorno tan idílico en el que intento mantener una conversación, mi amiga sale corriendo detrás de su hijo porque casi se cae, intenta mediar si llora porque otro niño le ha quitado su juguete o soy yo misma la que empuja el columpio. Otra opción es ir a su casa después de la merienda y antes de la hora del baño, es decir, una hora escasa con un poco de suerte dos.

  • Me vienen a buscar en coche y no tengo sitio. Sí, sí, seguro que te estás riendo porque has vivido esta situación en algún momento y ya sabes lo que voy a contar. Tu amiga ha decidido sacar el coche y tener el detalle de pasar a buscar a varias del grupo. Pero claro llega el momento de entrar en el coche, el asiento del copiloto ya está una de tus amigas, y a mi me toca atrás, entre sillita y sillita. Imposible sentarse, ni teniendo una talla 36 puedes sentarte sin clavarte algo.

  • Mis amigas me salen caras. Despedida de soltera, boda e hijos. Pero centrémonos en el tema que nos ocupa. Primero nace el primogénito. Regalito de nacimiento, regalito de bautizo, regalos de cumpleaños, detalle si vas a su casa una tarde... después nace el segundo y la historia se repite, y ahora además, si vas de visita el detalle es por partida doble. Resumiendo: mis amigas me arruinan. Carrie Bradshaw ya se quejaba de esto en la serie Sexo en Nueva York.

Lo que sí me gusta

  • Pero todo no va a ser negativo. Lo que sí me gusta es que saquen tiempo para vernos, aunque sea una vez cada dos meses, y especialmente se agradece que no lleven a los niños a las comidas o cenas (ya llevan a sus maridos que no es poco). No es que lo niños no me gusten, pero son niños. Y todos sabemos que si están ellos presentes nada es lo mismo porque mis amigas no disfrutarían de su momento ni yo de su presencia. Y por supuesto, no me puedo olvidar: viven las noches de solteras como si no hubiese un mañana.

Como conclusión, tengo que añadir que sus vidas "son idílicas" según propagan, aunque continuamente me están alabando que envidian mi situación (soltera y sin hijos). El día que decida ser madre, que llegará, sus hijos ya estarán creciditos, y seguro que me dirán que "no es para tanto". En ese instante espero que se acuerden de todos esos momentos compartidos en sus inicios como madres.

Fotos | Pixabay, Pinterest, iStock

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