Una experta en neurociencia habla las altas capacidades en niños y en niñas: "Enmascaran sus comportamientos para no destacar"

Existe un sesgo en el diagnóstico que también influye en que ellas pasen desapercibidas

Anabel Palomares

Editor

Raquel Mascaraque es periodista especializada en neurociencia, colaboradora de Upeka y del programa ‘Si amanece, nos vamos’ de Cadena SER y una de las divulgadoras de contenido más conocidas y con más éxito que ha llegado a publicar un libro ‘¡A cerebrar! Un viaje por tus emociones a través de la neurociencia’. Entre otros muchos temas, la experta ha hablado sobre las altas capacidades (AACC) y sobre los niños y las niñas que nacen con ellas.

Según la última estadística del Ministerio de Educación del curso 2023-2024, 58.540 alumnos en España reciben apoyo educativo por sus altas capacidades intelectuales, pero hasta un 10% de la población tendría altas capacidades, un porcentaje mucho mayor que el representado por los alumnos. La mayoría son niños, pero no porque estos sean proporcionalmente más sino porque ellas están infradignosticadas.

Ellas se ocultan y en ellos se ven más rasgos de altas capacidades

En general y como explica Verónica Marina Guillén Martín, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, hay un importante infradiagnóstico de las altas capacidades en las niñas porque “las altas capacidades suelen detectarse cuando aparecen “problemáticas asociadas derivadas”, pero las niñas suelen tener una conducta más adaptada e “intentan pasar desapercibidas y no sobresalir”. Es decir, las niñas consiguen pasar desapercibidas porque se esfuerzan más por encajar.

Como seres sociales que somos, tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo social, y como explica Mascaraque, “cuando una persona se da cuenta de que experimenta de forma distinta, enmascara sus comportamientos para no destacar y poder pertenecer al grupo”. Diversos estudios evidencian que los criterios de identificación de las altas capacidades favorecen rasgos más visibles y externos, como la autonomía o la curiosidad, que se tienden a asociar más fácilmente a niños que a niñas. Es más, cuando se presentan perfiles idénticos (uno femenino, otro masculino), los profesores son menos propensos a recomendar a niñas para programas de altas capacidades, revelando un sesgo de género explícito.

Ellas, por expresarse de una forma más adaptativa, pasan desapercibidas y no se ve de una forma tan sencilla que tienen altas capacidades. El 65% de niñas con altas capacidades la ocultan, frente al 15 % de niños, por miedo a destacar o no encajar socialmente. Si entendemos que el aprendizaje de los niños neurotípicos y aquellos con altas capacidades, como explicaba Mascaraque, es diferente, el correcto diagnóstico cobre una mayor importancia porque permite que los los niños con AACC reciban una educación adaptada a ellos. Mascaraque insiste en algo que aunque ya sabíamos, merece la pena recordar: tener altas capacidades no implica sacar buenas notas. Si no los diagnosticamos, no es de extrañar que un 70% de los alumnos con AACC tenga bajo rendimiento escolar y entre un 35% y un 50% fracase a nivel escolar. Ojalá cada día sean menos los que no pueden seguir aprendiendo porque lo hacen de una forma diferente a la típica.

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Fotos | Nellie Adamyan en Unsplash

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