Te cuento el mejor itinerario para saber qué ver y hacer en la capital griega en solo un día
Este verano estuve viajando por Grecia y aproveché para pasar 24 horas en Atenas y ver sus monumentos más destacados. Conseguí hacer todo lo que quería, comer riquísimo y descubrir hasta el hogar de los dioses Te cuento el mejor itinerario para saber qué ver y hacer en la capital griega en solo un día.
Información práctica: transporte y hotel
Lo primero que hice fue coger un taxi que me llevara del aeropuerto al hotel. Tienen un precio cerrado de 48 euros y, aunque hay transporte público más económico, si vas con el tiempo justo yo recomiendo pagarlo para no perder varias horas en autobuses. El coche me dejó en la puerta de mi hotel, The Lekka Hotel&Spa, un hotelito pequeño de diseño muy céntrico que merece la pena pagar solo por las vistas que tiene desde la azotea.
En el hotel fueron muy amables. Nos permitieron entrar temprano a la habitación para dejar el equipaje y refrescarnos después del vuelo. Desde aquí se puede ir paseando a todos lados y, tras cuatro horas de vuelo, el cuerpo pide andar. Así que cogimos la cámara de fotos y emprendimos rumbo a la Acrópolis, cruzando el centro de Atenas por el camino.
Visita a la Acrópolis: el must de Atenas
A la Acrópolis hay que ir temprano para evitar la masificación y huir de las hordas turísticas. Nosotros cogimos la entrada previamente (muy recomendado) con Civitatis a las 9 de la mañana, así que subimos andando hasta la entrada, enseñamos el ticket y pasamos sin colas ni esperas. Nada te prepara para lo que hay allí arriba, te guste o no la historia. La Acrópolis es mágica.
Paseamos entre columnas y templos, por escaleras con siglos de antigüedad donde los gatos callejeros duermen la siesta al sol. Los olivos hacen sombras sobre las paredes blancas de estos edificios históricos y hay paneles explicativos en inglés en todas las esquinas.
La Acrópolis ha sido saqueada y expoliada continuamente en el pasado. Sin embargo, aún mantienen maravillas de la humanidad como el Partenón, la entrada de los Propileos, el Teatro de Dioniso, el Odeón de Herodes Ático, el templo Erecteion y el de Atenea Niké. Es un privilegio poder pisar las mismas calzadas que pisaron algunas de las primeras civilizaciones, pero tras un par de horas de paseo entra el hambre y toca desayunar.
Un paseo por el barrio histórico de Plaka
De la Acrópolis descendimos al barrio de Plaka. Está justo debajo y es un pintoresco laberinto de calles cuesta arriba, fachadas de colores y cafeterías encantadoras que aún mantiene la esencia griega tradicional. Fuimos a las escaleras de Mnisikleous, donde nos sentamos en una taberna a probar los famosos frappés griegos, café con hielo cubierto de espuma exquisito; y un baklavá típico.
A pocos minutos andando está el templo de Zeus Olímpico, con 15 columnas corintias aún en pie. También están cerca la iglesia Agia Ekaterini, el Monumento de Lisícrates, el Ágora romana y el ágora antigua, fáciles de visitar mientras caminas. Desde ahí cogimos la calle Adrianou para ir hacia el centro de Atenas y comprar algún recuerdito.
Atenas a pie: los imprescindibles
Siguiendo la calle llegamos la plaza Monastiraki, con la iglesia bizantina de Pantanassa y la mezquita otomana de Tzistarakis. Está llena de vida, de terracitas para tomar algo, de cantantes callejeros, de gente que va y viene al trabajo, es el corazón de Atenas en vivo y en directo.
Desde ahí fuimos a visitar la iglesia Panagía Kapnikaréa, una iglesia ortodoxa del siglo XI que es una de las más antiguas de Atenas. Se puede entrar de forma gratuita y merece la pena, porque la decoración en pan de oro es exquisita.
Dónde comer en Atenas
La parada técnica para comer la hicimos en EATERY (Bairaktaris Aiolou 29), una terracita muy coqueta llena de árboles donde tenían comida griega exquisita a muy buen precio. Comimos la ensalada griega tradicional con queso feta, pepino, tomates y aceitunas Kalamata, gyros de falafel y chuletas de cordero por unos 20 euros por persona. Por favor, no te vayas de allí sin probar su helado sundie hecho con yogur griego.
La biblioteca de Adriano
La tarde la reservamos para visitar la Biblioteca de Adriano, otro de los imprescindibles que hay que hacer sí o sí. Sabíamos que estaríamos cansados del madrugón para el vuelo, de la Acrópolis y del trote del día, así que escogimos una visita guiada para que alguien nos contara todo y no tener que investigar por nuestra cuenta.
Esta biblioteca se levantó en el 132 d.C y era mucho más que una biblioteca. Con una entrada repleta de columnas (de las que hoy en día quedan algunas), la gran obra del emperador Adriano tenía estanques, jardines y pórticos espectaculares. Apenas queda nada en pie, por eso la visita guiada es ideal para poder visualizar su esplendor de antaño.
Durante la visita comenzó a oscurecer, así que fuimos a cenar y a tomar una copa de despedida a la azotea del hotel, desde la que veíamos toda la Acrópolis iluminada y fue la mejor despedida que pudimos tener. Por supuesto, nos quedaron cosas en el tintero, como los museos o entrar al Ágora romana, pero solo teníamos 24 horas y las exprimimos a tope. Siempre hay que dejar cosas por hacer para tener una excusa y volver, ¿no?
Seguro que has oído decir que Atenas es muy fea. Técnicamente, no se equivocan. La ciudad ha crecido sin ningún tipo de control o atención a la estética, mezclando bloques de viviendas de hormigón con ruinas griegas, iglesias ortodoxas, tiendas de souvenirs y antiguas bibliotecas romanas. Es un batiburrillo de ruido y gente que, de alguna forma, resulta encantador. Puede que no sea una ciudad bonita en el sentido más clásico de la palabra, pero es vibrante, emocionante y atrapa mucho.
Fotos | @joseassima, @pepatatas, Wikipedia Commons.
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