¿Por qué se ha armado tanto lío con las camisetas de Metallica?

Lo vemos por todas partes. El rock está de moda. El heavy está de moda. Y no, no hablamos de modas musicales, sino de moda-moda. De ropa, vaya. Lo vemos en pasarelas, en las cuentas de Instagram más seguidas y en las cadenas low cost. Metallica, Iron Maiden, Slayer, AC/DC, la sempiterna lengua roja de los Stones... Y, sin que nos hayamos dado apenas cuenta, se ha abierto un debate que toca de refilón la eterna controversia sobre la apropiación cultural.

¿Llevar una camiseta de una banda de música nos alinea entre sus fans? ¿Debe hacerlo? Esa es la pregunta para la que tanta gente parece tener respuesta en las últimas horas. La última ola de la polémica surge de un artículo publicado en la web WeLoverSize, cuya autora defiende la tesis de que quien no conoce o no es seguidor de un determinado grupo no debería llevar su camiseta. Las reacciones no se han hecho esperar y se ha tachado a la autora de intolerante y elitista.

Cierto es que el artículo está escrito en la sección «Humor» de la publicación y que la propia autora se autodefine como «nazi musical» en las primeras líneas del artículo, pero muchos lectores se la han tomado muy en serio y el debate ha saltado a las redes sociales. Un debate que pone de relieve el concepto de apropiación cultural y vuelve a alinear posturas sobre el derecho o no de cada cual a vestir determinadas prendas.

La apropiación cultural va más allá de las camisetas de grupos heavies. Mucho más allá. Resulta curioso que se abra debate sobre esto cuando otros casos de apropiación cultural resultan mucho más ofensivos para determinados colectivos (con o sin razón de sentirse ofendidos, por otra parte). Hace ya muchas temporadas que está de moda lo étnico, entendiendo como tal aquellas prendas o complementos que toman elementos de culturas diferentes a la occidental.

Las boxer braids, por ejemplo, han sido criticadas por ser un ejemplo de apropiación cultural, incluso modificando la industria de la moda su nombre original. Isabel Marant ha sido acusada de apropiarse de los bordados típicos de las blusas de los indígenas Tlahuitoltepec. Las imágenes de instagrammers realizando posturas de yoga se ha considerado también apropiación cultural de una disciplina milenaria. Incluso Lena Dunham ha considerado que el sushi es un ejemplo de apropiación cultural.

Podríamos llevar los ejemplos hasta el infinito: los tatuajes, la pizza, el rap, las parkas militares, los piercings en la nariz o el pollo al curry. ¿Dónde está la frontera de lo que es ético incorporar a nuestra cultura? Es más, ¿hay una frontera ética en todo ello? ¿Debe haberla? ¿Tienen derecho los miembros de un determinado grupo cultural o, como en el caso de las camisetas heavies, los fans de un grupo musical a sentirse ofendidos?

Son muchas preguntas para las que no hay una respuesta clara. Quizá la única realidad es que el mismo derecho tiene alguien que jamás ha escuchado Master of Puppets a llevar una camiseta de Metallica comprada en Pull&Bear que un auténtico fan de la banda a sentirse ofendido por ello.

Imágenes | Instagram.

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