Louis Vuitton soluciona el tema de la materia exótica para poder viajar al futuro

Para desvelarnos sus piezas de Haute Joaillerie, la firma Louis Vuitton ha decidido ofrecernos un cortometraje de dos minutos realizado por la agencia SurfaceToAir, dirigido por Jérémie Rozan y fotografiado por Martial Schmeltz. Esta pequeña joyita del cine, rodada en España, resulta un viaje en el tiempo de lo más estético e intergaláctico.

En él, podemos ver a una elegante y misteriosa mujer, interpretada por la modelo Alana Zimmer, llegar montada en un maravilloso Daimler DS420 vintage, a lo que parece ser una plataforma de lanzamiento espacial, localizada en medio de un campo de reflectores solares que se levantan o que se inclinan, todos a una, como si de una coreografía de ballet se tratara, siguiendo los caprichos del sol.

Al llegar a su destino, la misteriosa dama desciende del coche. Un atento chófer se precipita para abrirle la puerta mientras carga una de las famosas bolsas de viaje modelo Keepall de Louis Vuitton. Mlle. Zimmer vestida con una elegante y sobria LBD, adornada con un plastrón en forma de canesú de diamantes se introduce, sin echar la mirada atrás, en un ascensor de lo más futurista.

El ascensor parece convertirse en una cápsula del tiempo, que viaja a grandes distancias y a diferentes tiempos a través de un agujero de gusano estable por el espacio, a la velocidad de la luz, mientras la transporta a otras dimensiones.

Durante el viaje, tanto su vestuario como sus joyas van transformándose hasta que termina enfundada en un mono negro ajustado, que permite admirar en todo su esplendor los brazaletes, anillos y collares de diamantes y de piedras preciosas que van sucediéndose a la velocidad de la luz. No en vano estamos en el espacio.

Tomando como premisa que, gracias a Louis Vuitton, ya tenemos la tecnología necesaria para producir materia exótica - por lo que entrar en uno de estos agujeros no nos destruirá (guiño)-, podríamos llegar a lugares distantes, sobrepasando globalmente la velocidad de la luz.

Aun a riesgo de que a algunos les pueda parecer pueril, he de confesar que lo que más ilusión me ha hecho de todo, es que este corto se ha rodado en una planta termosolar de Andalucía, y que hasta el Daimler lleva matrícula histórica española. ¡Estamos que nos salimos!

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