Los hombres que socializan poco enferman más, duermen peor, y se sienten menos valiosos: la batalla silenciosa contra la soledad de la que nadie habla

La soledad masculina tiene un alto coste físico: la vida social no es un lujo, es medicina.

Editor

Es curioso cómo a veces hablamos mucho del "no dormir bien", del estrés o de "estar cansado" sin detenernos en un factor que puede estar detrás de todo eso: la cantidad y calidad de relaciones sociales. Es aquí donde diversos estudios nos han llevado a pensar que quizá no se dice suficiente sobre el impacto concreto que tiene en los hombres el socializar poco: porque son más propensos a enfermedades, a dormir peor y sentirse menos valorados.

Desde un principio, la clave está en que sentirse "apartado" o sin la red social suficiente no es sólo un asunto emocional o de ánimo: tiene efectos físicos, concretos. Por ejemplo, estudios del Centers for Disease Control and Prevention muestran que la soledad y la falta de apoyo social están claramente asociadas con una peor salud mental, incluso estrés, angustia frecuente y depresión.

Otros trabajos de la U.S. Surgeon General advierten de que la falta de conexiones sociales incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, demencia, ictus y muerte prematura. Y específicamente en hombres: se ha investigado que los hombres mayores que padecen soledad tienen más probabilidad de depresión, suicidio o enfermedad que las mujeres en la misma situación.

Dormir mal está íntimamente ligado a la socialización deficiente. Cuando alguien no socializa, puede experimentar niveles más altos de estrés, ansiedad o sensación de desconexión, lo que altera el descanso, retrasa quedarse dormido o provoca despertares frecuentes. 

Por su parte, una mala calidad de sueño empeora el sistema inmunitario, reduce la reparación corporal durante la noche, y amplifica la sensación de que "no valgo tanto" o "no encajo". Y el círculo se retroalimenta: cuando no duermes bien, estás más irritable, más propenso a evitar salir o relacionarte, lo que te empuja más al aislamiento.

Sentirse menos valioso puede parecer algo intangible, pero tiene raíces muy reales en la socialización masculina. Muchos hombres han sido socializados para "hacer", "rendir", "no mostrar debilidad", y cuando las relaciones sociales se reducen (ya sea por trabajo, cambios de vida, separación) el "valor" que uno se asigna como persona se resiente. 

Entonces, ¿qué se puede hacer? No se trata de "obligar" a socializar sin ganas, sino de reconocer que las conexiones sociales forman parte de la salud, como dormir bien o comer sano. Pequeños gestos importan: llamar a un colega, quedar para pasear, participar en actividades que te motiven, abrirse aunque dé un poco de vergüenza. 

Para los hombres especialmente, derribar el mito de que "debo hacerlo solo" puede ser clave: el admitir que necesitas contacto, que quieres hablar, que te importa "sentirte valorado" ya es una victoria. Y cuando lo haces, muchas veces el sueño mejora, te sientes menos "invisible" y el cuerpo responde mejor.

Foto de Jametlene Reskp en Unsplash

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