Ir al solarium, ¿una costumbre adquirida de nuestras madres?

Nuestras madres son nuestros modelos para casi todo, ¿a que sí? De ellas aprendemos todos los hábitos básicos e importantes y a menudo nos descubrimos haciendo las cosas de la misma manera en que lo hacían ellas (y sus madres). Y esto no es menos cierto cuando hablamos de los hábitos de cuidado corporal y facial o del maquillaje: nuestra madre es nuestra primera consejera.

En estudios sobre los hábitos de bronceado artificial, en cabina o solarium de adolescentes, se encontró que es 4 veces más probable que usen un solarium si están están bajo el cuidado de alguien que también los utiliza. Siguiendo estos resultados, la Facultad de Salud Pública de la Universidad Estatal de East Tennessee realizó una investigación intentando descubrir si la compañía de las madres durante la primera sesión de bronceado artificial influenciaba la frecuencia posterior de uso de solariums, en estudiantes universitarias en el rango de los 18 a 30 años.

La encuesta consistió en preguntar a 227 estudiantes femeninas de la misma universidad a qué edad comenzaban a visitar los solariums y con quién habían ido la primera vez. Los resultados mostraron que aproximadamente el 40% fue por primera vez acompañada por su madre, un poco más del 30% acudió acompañada de un amiga, casi el 20% sola y el 10% restante fue en compañía de un conocido (ni su madre ni una amiga).

Quienes fueron acompañadas por sus madres se iniciaban en el bronceado artificial a los 14, dos años antes del promedio de 16. Además, todas estas chicas además tenían casi 5 veces más posibilidades de convertirse en “bronceadoras intensivas”, como se considera a quienes visitan solariums más de 25 veces en el año. Y un poco más del 80% de ellas seguía usando solariums al momento de la encuesta.

¿Por qué esto es tan importante? La Organización Mundial de la Salud califica a los solariums como un cancerígeno conocido, en la categoría de riesgo más alta, junto al cigarrillo. El Comité científico de los productos de consumo de la Comisión Europea recomienda evitarlos a la gente muy joven o que presenta factores de riesgo como piel clara o antecedentes familiares de melanoma.

Y no solo hablamos de salud, también de estética, porque el daño producido por el sol arruga y avejenta la piel. No, no me he olvidado de mis manchas, que también pueden salir o aumentar de tamaño por la exposición al sol. Lo triste es que ninguna madre jamás haría daño conscientemente a sus hijos, de modo que todo lo que queda hacer es concienziar sobre la necesidad de ser responsables en el cuidado de nuestra piel y en lo que vosotras habéis dicho muchas veces: que ser pálida también puede ser saludable y bonito.

Imagen | Andrés Rodríguez, Evil Erin
Vía | PubMed, Archives of Dermatology, Camas Solares en el Sitio de Salud Pública de la Comisión Europea
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