Encuentro en Madrid con Consuelo y Gian Luca Perris, herederos de Michele Perris

La semana pasada, coincidiendo con la visita a Madrid de Gian Luca y Consuelo Perris, de los perfumes Perris Monte Carlo, tuve la oportunidad de encontrarme con ellos en un céntrico hotel del barrio de Salamanca de Madrid, y entrevistar a Gian Luca para Trendencias.

Los Perris son una familia de cuatro hermanos italianos originarios de Roma, que tuvieron que trasladarse a vivir a Milán cuando su padre Michele fundó allí una empresa para la distribución de las fragancias Houbigant. Por aquel entonces, Gian Luca - que es el mayor -, tenía 20 años, y enseguida se fue a estudiar perfumería a Grasse.

Probablemente a muchos la marca Houbigant no os suene mucho. Sin embargo, puede que os sorprenda si os digo que es una de las más antiguas que todavía siguen existiendo, ya que fue fundada en 1775 por Jean-François Houbigant, quien podía presumir de ser el perfumista de la reina María Antonieta y también de Josefina Bonaparte.

A partir de la Tercera República, un banquero y el perfumista Paul Parquet se convirtieron en los nuevos propietarios de la marca que empezó a hacer perfumes tan míticos como el Fougère Royale elaborados con acordes de bergamota y de coumarine de síntesis, una molécula presente en el haba tonka, lo que resultó absolutamente innovador en aquella época.

En el 2005, Michele Perris compró la marca a Enrico Donati (casado con una descendiente directa de los Houbigant de toda la vida). Por aquel entonces, los perfumes se fabricaban en Vervins, pero esta fábrica fue cedida a Givenchy y más tarde a Kenzo. En la actualidad, la producción se hace en Inglaterra.

En el 2012, Gian Luca Perris y sus hermanas se trasladaron al Principado de Mónaco para crear su propia marca, Perris Monte Carlo, que continúa perpetuando su herencia prestando especial atención a la elección de las materias primas, con el fin de proponer una colección de perfumes de gran calidad, capaces de aúnar la modernidad con la autenticidad en el más estricto respeto por la perfumería tradicional de antaño.

Michele Perris supo transmitir a su familia su pasión por la perfumería, y todos trabajan en la empresa juntos pero no revueltos. A Gian Luca le siguen Consuelo, Elissabetta y el pequeño Gian Carlo. Gian Luca es el nariz, el perfumista de la casa; Consuelo es la directora de Marketing y RR PP, Elisabetta es la responsable de la dirección creativa. El pequeño Gian Carlo, de momento, se dedica a estudiar y a jugar, y todavía no sabe que quiere ser de mayor pues sólo tiene 8 años, pero creciendo en ese ambiente, mucho me temo que esté predestinato.

Además de estas importantes responsabilidades, también se ocupan de la distribución comercial. Gian Luca en Italia, Asia y Oriente Medio, Consuelo en las filiales de Alemania, Inglaterra y Holanda, y Elisabetta en Francia y en Estados Unidos.

Las fragancias de Perris Monte Carlo son pequeñas obras maestras de la haute parfumerie. El principal compromiso de esta marca es el perfume en sí mismo. Por este motivo, siempre seleccionan con mimo y cuidado la fórmula de sus creaciones, dando prioridad a la utilización de ingredientes naturales de primera calidad.

Todas sus fragancias giran en torno a dos líneas:

  • La Gold Collection, 4 perfumes que rinden homenaje a las grandes notas olfativas de la historia del perfume.
  • La Black Collection, 4 fragancias con el sello personal y las vivencias de Gian Luca Perris.

Gian Luca suele trabajar, codo con codo, con Luca Mafei, una joven promesa de la perfumería italiana que nació también dentro de una familia de maestros perfumistas. No se si os acordaréis, pero en marzo del 2014, Rose de Taif y Oud Imperial - dos de sus creaciones para Perris Monte Carlo - quedaron finalistas en el Premio Especial al Mejor Perfume Femenino/Masculino en la categoría Nicho de la Academia del Perfume de Madrid.

Otra de las pasiones de Gian Luca es la de viajar a la búsqueda y captura de las mejores materias primas. En uno de estos viajes llegó hasta la isla Nosy Be en Madagascar. En esta isla se encuentra una de las mayores plantaciones de ylang-yland del mundo que pertenece a la Maison Robertet que Gian Luca considera como el "Rolls Royce en cuestión de ingredientes de primera calidad".

Robertet es famoso en el mundo entero por ser uno de los líderes mondiales de materias primas aromáticas naturales gracias a la capitalización de sus conocimientos adquiridos a lo largo de los años y a su constante voluntad de innovación en este terreno con centros de producción en Grasse, Turquía y en Sudáfrica.

Nosy Be es una isla costera de Madagascar situada en el canal de Mozambique donde, a partir del año 1920, se empezó a cultivar campos de flores de cananga odorata, por lo que la conocía como la Isla de los perfumes. En esta isla, que se caracteriza por lluvias anuales abundantes, existen once lagos volcánicos de agua dulce. Eso, el sol y la brisa que viene del océano Índico hace que se de muy bien en la húmeda selva el cultivo de estos árboles oriundos de Filipinas.

El Ylang-ylang o flor de cananga es un árbol de crecimiento rápido que llega a alcanzar los 12 metros de altura. Sus hojas son largas y da una flor de color amarillo, que florece todo el año, y de la que se extrae una aceite esencial con aroma a jazmín, neroli y crema.

La plantación está a cargo del Sr. Camarat y de su mujer quienes supervisan de cerca el proceso de destilado de esta flor. Un proceso que tarda 12 horas. Durante ese tiempo, el aceite esencial extraído se recoge cada 15 minutos. La densidad de cada lote o fracción se analiza para determinar su calidad. La calidad extra representa sólo el 2% de la cantidad total extraída al año y evoca el aroma de las flores blancas, pero con acordes afrutados, proporcionando una nota sensual, salvaje y lujosa.

La fragancia Ylang Ylang de Perris Monte Carlo combina este extracto con acordes de limón, pomelo y cardamomo, con toques de jazmín sambac, azahar y rosa de Damasco sobre notas de fondo amaderadas de cedro y ládano con un toque de vetiver y de vainilla.

En Madagascar hacía demasiado calor como para poder cultivar el patchouli de la India, pero al señor Camarat se le ocurrió plantar unos esquejes de patchouli a la sombra de los árboles de papaya y de Ylang Ylang. El patchouli no sólo creció sino que sus particulares condiciones le aportaron un aroma único, con notas húmedas y amaderadas con acordes de cacao dando vida a un patchouli de excelente calidad, más elegante.

A Gian Luca le entusiasmó tanto el resultado que se ha quedado con toda la cosecha y, a pesar de ya contar con un perfume de patchouli en su línea Gold Collection, no le ha importado crear otro al que ha bautizado con el nombre de Patchouli Nosy Be.

A continuación, Gian Luca me explicó que cuando desembarcó en Oriente Medio lo primero que aprendió fue que no tenía nada que enseñarles en lo relacionado a la perfumería, y sí mucho que aprender. Por ejemplo, todo lo relacionado con las aquilarias también conocidas como oud o agar. Estos árboles comenzaron a ser sobreexplotados durante los años 70; tanto que en el año 2000 fueron considerados una especie en vías de extinción, así que se empezó a controlar su comercio.

Estos árboles cuando eran infestados por un hongo, por bacterias o por el ataque de ciertos insectos reaccionaban defendiendose creando una resina natural de un olor muy fuerte y llena de complejas moléculas. Al tratarse de una especie protegida su precio se puso por las nubes (más de 8.000 dólares el litro de esencia perfumada), por lo que se han empezado a cultivar en plantaciones.

Estos árboles tardan 7 años en crecer. Cuando han crecido lo suficiente se les hace una agujeros con un taladro y se les inocula un hongo por medio de un líquido. Luego, hay que dejar que la naturaleza siga su curso durante 3 años. Al cabo de ese tiempo se corta el árbol y se separan las zonas oscuras del resto de la madera. Esto representa sólo un 1% del total de la madera.

A continuación, se introduce toda esta madera enegrecida en agua durante 10 días para que destile. El olor es muy fuerte, y recuerda un poco a la civeta, por lo que en Occidente hubo un tiempo en el que se consideró sucio, demasiado animalizado. Gian Luca me contó que, por aquel entonces, se acostumbró a ponerse un poco de esencia de oud sobre la piel, y que sus amigos huían de él, pues no soportaban el olor. Sin embargo, desde hace unos cuarenta años, es una materia prima muy solicitada por la industria cosmética.

Lo cierto es que, hoy en día, muy pocas fragancias pueden presumir de contener un oud natural que cumpla con la legislación europea. Gian Luca lo ha mezclado con otras maderas como el cedro del Atlas, el vetiver de Java o la madera de sándalo, con acordes de incienso de patchouli y de azafrán. El resultado es el Oud Imperial de su línea Black Collection.

Del último perfume del que me habló Gian Luca fue de su Rose de Täif. Täif está en Arabia Saudita a 1.879 metros sobre el nivel del mar. La ciudad es conocida por sus uvas, sus rosas y su miel. Estas rosas poseen una fragancia muy sofisticada, y un carácter aromático único.

Durante uno de sus viajes, Gian Luca descubrió el aroma de esta rosa y le gustó tanto que compró toda la producción de ese año. Su fragancia Rose de Täif, firmada como os explicaba al principio por Luca Maffei, lleva acordes de limón, nuez moscada, geranio, y es una auténtica delicia.

Estas rosas se recogen de madrugada a mano, y son las únicas que no se venden al peso sino que se cuentan, una a una, como el azafrán. Cada uno de los cestos que se llevan hasta el alambique contienen 1.000 rosas, que han de llevarse rápidamente para evitar su oxidación, pero hasta que no introducen 12.000 rosas no se puede empezar con el proceso de destilación que dura aproximadamente 1 hora. De ahí se extrae 12 gramos de aceite esencial. Es decir, que hacen falta 1.000 rosas para obtener un 1 gramo de extracto de aceite esencial. En Perris Monte Carlo sólo utilizan el aceite esencial que lleva un 30% de concentración.

Todo lo que me iba contando Gian Luca me parecía apasionante, pero como tenía una agenda muy apretada, tampoco podía monopolizarle por lo que le pregunté quién había diseñado el logo de Perris Monte Carlo. Se rió y me dijo que fue una idea de su padre, a quien le hacía ilusión unir las 4 P de su apellido en honor a cada uno de sus cuatro hijos. El diseño era de su hermana Elisabetta.

Le pregunté por el diseño del arabesco. Me contestó que eso era algo que se le había ocurrido a él cuando visitó Arabía donde este tipo de celosías solían colocarse en las ventanas de las casas para poder ver la calle desde el interior, pero que no les vieran desde fuera. Me dijo que si me fijaba, vería que la moucharabieh de los Perris estaba constituida por una repetición matemática del logo, a imagen de los zellige árabes.

Me estaba enseñando unas fotos espectaculares en su ordenador en las que aparecía sentado en un sofá, literalmente sumergido por un montón de preciosas rosas fucsias de Taïf, y me fijé que la tapicería del ajado sofá también reproducía este tipo de estampado. Le pregunté el precio de sus fragancias y me dijo que los perfumes de las dos líneas costaban lo mismo: 125,00 euros los frascos de 100 ml, que la única diferencia era que los frascos de la línea Gold Collection eran todos dorados (tanto el fondo como el logo), y que los de la black collection eran negro con el logo en dorado.

Antes de despedirme de ellos, pedí a Gian Luca y a Consuelo que posaran para mi. Aceptaron de buen grado, y hasta me dejaron fotografiarlos en una escalera. Un guiño simbólico para una marca de perfumes que no para de ascender y cosechar éxitos. Aprovecho también para agradecer a los chicos de Alem Comunicación este pequeño gran privilegio.

Sitio oficial | Perris Monte Carlo
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