El hammam marroquí y el jabón beldi, un exfoliante natural

Hay que pasar por la experiencia de un hammam marroquí una vez en la vida. No sólo por el resultado exfoliante intenso de la piel sino por toda la parafarnalia del servicio. Si has recibido uno, seguro que lo recuerdas por el jabón negro, la señora que te lo realizaba y porque tu piel nunca estuvo tan extremadamente fina.

Se llama hammam marroquí a un servicio de estética corporal típico de Marruecos que por su espectacular resultado ha dado la vuelta al mundo y puedes encontrarlo en muchos paises fuera de su origen.

El secreto es el jabón negro o beldi (foto principal), hecho de aceite de oliva negra y con propiedades exfoliantes naturales importantes. El Beldi se aplica generosamente a la piel, de deja actuar unos 10 minutos y la piel está preparada para una exfoliación intensa con el guante negro o kassa.


Las occidentales no estamos acostumbradas al modo de ejecución de este servicio y, si eres algo pudorosa, te va a dejar KO que te inviten a entrar en una habitación-ducha y una señora te lave, como tu mamá cuando eras pequeña.

A mi, además, me dejaron un buen rato con sauna de vapor que me abrió hasta el último poro del cuerpo. Cuando creí que definitivamente me ahogaba de calor, acudió mi experta y me embadurnó de jabón negro.

Tras el tiempo indicado, volvió (enigmáticamente se había cambiado el conjunto de ropa interior con el que acudió, como si de un pase se tratara) y me enguagó el cuerpo con el chorro de ducha, eliminando así el jabón.

La siguiente fase es la definitiva: el trabajo de exfoliación propiamente dicho con un guante de cerda de color negro llamado kassa. Imaginaos un estropajo de fibra negra y ya tenéis visualizado el guante marroquí.

¡Madre de mi vida lo que salió como piel muerta de mis carnes!. Os prometo que me paso el guante de crin y me gustan mucho los geles de baño exfoliantes y los uso. Pero los kilos de piel inservible que lijó la señora del hammam con el guante negro fué increible. Alucinante. Ver para creer.

Como punto final, última ducha de chorro de agua y una leche corporal que te aplicabas tú misma. La piel, espectacularmente fina y lisa. Como nunca. Y duró esa sensación muchas semanas: mi piel estaba más que regenerada.

El jabón no pica ni irrita, es suavizante y muy hidratante. El guante, a pesar de su efectividad, no rasca la piel ni la estropea. Hay que frotarlo enérgicamente: la piel enrojece pero no es nada negativo ni duele tampoco. Eso sí, la sensación la primera vez es que un terremoto te está sacudiendo y se llama esteticista hammam.

Foto | Le monde des artisans, Huile argan.fr, Turismo de Marruecos
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