Qué hacer una semana en Portugal: planes rompedores para todos los gustos

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Está tan pegado a España que a veces se nos olvida que Portugal es un destino internacional de lo más apetecible. Y es que, aunque compartamos, península y algunos rasgos culturales, viajar al país vecino puede ser una experiencia muy exótica. Lo bueno de su cercanía es que podemos escaparnos en un viaje exprés de fin de semana u organizar una estancia más larga para poder verlo bien. Te garantizamos que en una semana no te da tiempo a aburrirte.

Lisboa y Oporto (y Sintra)

Si vas a pasar una semana entera en Protugal, lo básico es empezar por sus dos ciudades más importantes. Lisboa, la capital (que no por conocida es menos bella) es, sin duda, un lugar del que enamorarse. Se la conoce como la ciudad de las siete colinas y tiene de todo: costa, una historia maravillosa por descubrir llena de monumentos y una gastronomía alucinante en la que encontramos mucho más que los pasteles de Belem que se han puesto tan de moda últimamente.

Oporto, por otro lado, es la segunda ciudad más importante de Portugal con los preciosos azulejos que adornan sus calles, el casco antiguo (en el que destacamos, sobre todo, el barrio de Ribeira), las casas de colores, la moderna calle Miguel Bomdarda... Se trata de una ciudad llena de vida y de historia en la que la gastronomía también es vital.

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Además, si te mola lo royal; la estética de los cuentos de hadas y/o los misterios históricos, hay una villa verdaderamente encantadora a 25 kilómetros de Lisboa que cumple con todas estas características y que se llama Sintra.

Con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, los viajeros que han pasado por ella aseguran que merece la pena dedicarle un día entero. Y es que este paraje de arquitectura característica, integra a la perfección palacios y jardines, castillos y bosques.

El Palacio da Pena parece sacado de una película Disney pero es un castillo romántico que data de 1854 y que recibe miles de visitantes cada año por ser un auténtico monumento nacional. Aunque, posiblemente, sea la Quinta da Regaleria la que tenga uno de los jardines más bonitos del mundo. Allí podemos encontrar cuevas subterráneas, túneles secretos, pozos de cuento de hadas, cascadas celestiales y enigmáticos pozos.

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Un paréntesis en el paraíso

No obstante, el país vecino es mucho más que Oporto, Lisboa (y el Algarve)... También esconde tesoros como las Islas Berlengas y Madeira. El primero es un pequeño archipiélago compuesto por islas de granito al oeste de Cabo Carvoeiro en Peniche (desde donde hay uqe viajar en barco) y está considerado reserva natural. Es por ello que Berlengas no puede recibir a muchos visitantes a la vez y se aconseja dormir en Peniche.

El Fuerte de São João Baptista está situado en Berlenga Grande. Gracias a su estructura militar, es la construcción más popular del archipiélago y su monumento más emblemático. No obstante, los amantes de los faros tienen una parada obligatoria en la misma isla: el Faro Duque de Bragança.

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Por otro lado, el Bairro dos Pescadores es el único pueblo en todo el archipiélago de Berlengas. Está ubicado en la vertiente sur de la llamada Ilha Velha, lugar donde alguna vez existió el Monasterio de la Misericordia. Aquí encontramos un restaurante, un minimercado, Praia da Berlenga Grande (otro punto a tener en cuenta) y los baños públicos de la isla.

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Otra Opción es Madeira, un paraíso lleno de paisajes únicos y una isla repleta de carreteras sinuosas, miradores desde los que observar vertiginosos acantilados, hermosos pueblos encajados entre las montañas, piscinas naturales, fortalezas, picos sobre las nubes, frondosos bosques y encantadoras ciudades.

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Funchal, la capital de Madeira, constituye el mayor centro turístico, comercial y cultural de todo el archipiélago. Situada en una cuenca natural con vistas al océano atlántico se encuentra rodeada de escarpadas montañas con callejuelas laberínticas de adoquines, casas bajas situadas en la ladera y una elegante arquitectura, bonitas boutiques y animados cafés.

Tampoco te puedes perder la Catedral o Sé de basalto, con paredes blancas; el Mercado dos Lavradores, con multitud de flores exóticas, frutos tropicales y artesanía típica; el Teleférico Funchal, que sube hasta Monte desde donde se pueden contemplarfantásticas vistas de la bahía y los valles de Funchal o el Jardín Botánico.

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